
La popularidad del aguacate avanza a pasos agigantados en casi todo el mundo. Las ganancias por esta fruta, conocida como el “oro verde”, son millonarias. Sin embargo, el precio de su éxito es sumamente costoso. Y no precisamente tiene que ver con algo monetario.
La Secretaría de Desarrollo Rural y Agroalimentario de Michoacán -el estado que produce el 80% de los aguacates en México- estimó el valor de exportación del aguacate en aproximadamente USD 2 mil 392 millones.
Estados Unidos es, de lejos, el mayor consumidor de esta especie arbórea originaria de Mesoamérica (en los días previos al Super Bowl se consumen millones de toneladas de guacamole). Pero su popularidad también alcanza otros países y regiones como Canadá, Japón, Europa, Centroamérica y China.
Las exportaciones al extranjero, según la secretaria, aumentaron un 16 por ciento entre 2018 y 2019.
Se estima que tan solo en Michoacán hay unos 40 mil productores de aguacate, que a su vez generan más de 16 mil 800 empleos fijos cada año. Los terrenos de cultivo han crecido tanto en los últimos años que juntos tienen casi la misma extensión que Londres. Por su altura, clima y terreno, esta zona es sin duda el paraíso del aguacate.

Lamentablemente, este no es el único ámbito en el que las cifras han hecho ebullición a causa del éxito del aguacate.
Uruapan -con 300.000 habitantes y a 400 kilómetros de Ciudad de México- es considerada la capital del negocio. Aunque también es señalada como la zona cero de la popular “Tierra Caliente” (que abarca parte de Michoacán, Guerrero y el Estado de México), famosa por sus altos niveles de criminalidad.
Según The Guardian, cada día los grupos criminales se roban unos 4 camiones repletos de aguacate en Michoacán.
A partir del 2013, la industria aguacatera se ha convertido en víctima del crimen organizado, que a través de invasiones a huertas y extorsiones ha encontrado en la producción de aguacate un negocio altamente redituable. Las autoridades estiman que gracias a estas actividades el narco obtiene ganancias de USD 100 millones.
Pero la redituabilidad del negocio ha atraído a más de un grupo criminal. Según el fiscal general de Michoacán, los grupos involucrados en el negocio son el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), la Nueva Familia Michoacana (Los Viagra), el Cártel de Tepalcatepec, el Cártel de Zicuirán y los Caballeros Templarios.

Las cuantiosas ganancias por las extorsiones y cobros de piso generan una violenta disputa por el territorio. De enero a agosto se registraron 17.608 asesinatos en Michoacán. Esto sin tomar en cuenta la guerra interna del estado, que entre facciones de los “Templarios”, autodefensas y cárteles, se conjugan miles de rivales; miles de afrentas; y miles de muertes violentas.
Los cárteles cobran un pago de protección mensual a los productores de aguacate, calculado por hectárea cultivada o kilogramo exportado. Aquellos que no hacen los pagos corren el riesgo de ser secuestrados, torturados o asesinados.
Michoacán y Guerrero eran hasta hace no mucho los estados que más producían heroína en todo México. Sin embargo, el reciente aumento de los opioides sintéticos (fentanilo) ha provocado que el precio del opio se desplome por debajo de un tercio de su valor. Esto ha obligado a los cárteles a buscar otras fuentes de ingresos.
El papel del “Mencho” en la guerra del aguacate

Posiblemente el actor más célebre del conflicto aguacatero es Nemesio Oseguera Cervantes, alias “El Mencho”, líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y “prioridad número uno” para las autoridades estadounidenses.
La incursión del CJNG en lo profundo de Tierra Caliente ha causado estragos descorcentantes: el 8 de agosto las autoridades localizaron 19 cuerpos -algunos desmembrados, otros con heridas de bala- en diferentes partes de Uruapan; resultado de una aparente disputa entre los de Jalisco y los Viagra.
Los motivos detrás de los esfuerzos de Oseguera Cervantes para ingresar a esta zona y expulsar a sus rivales parecen ser comerciales; pero aún más, parecieran tener un interés personal.
“El Mencho” es nativo de Michoacán. Dicen que su cuna es el municipio de Naranjo de Chila y otros dicen que Uruapan o Aguililla. Tal vez fue este último porque allí, apenas siendo un niño que recién abandonaba la escuela en quinto año de primaria, se contrató para ser cuidador de campos de aguacate.
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