Juan José Lahuerta
Múnich (Alemania), 13 jun (EFE).- Casi siempre en la orilla del éxito y después de casi ocho años al frente de la selección de Inglaterra, Gareth Southgate parece cansado de no ganar nada, de rozar los trofeos y de acariciar una gloria que se le resiste al combinado británico desde el ya lejano Mundial de 1966, único título que luce en sus vitrinas.
Los tiempos en los que Bobby Charlton y Bobby Moore pasearon su fútbol por la Copa del Mundo de Inglaterra y en los que Geoff Hurst pulverizaba a Alemania con un triplete en la final de Wembley son casi prehistóricos. Sólo el propio Hurst, de toda aquella selección, sobrevive con 82 años. El resto no existe. Ni siquiera la fallecida reina Isabel II, que entregó el trofeo a Moore y parecía inmortal.
Aquellas leyendas han pasado por delante de Southgate hasta en seis ocasiones, las que ha intentado acabar con la maldición de su país, incapaz de ganar nada desde hace 58 años. El seleccionador inglés consiguió ilusionar a sus aficionados en más de una ocasión, pero no llegó a buen puerto y ahora parece cansado.
“Si no ganamos, probablemente ya no estaré aquí. Entonces, tal vez es mi última oportunidad. Creo que aproximadamente la mitad de los entrenadores nacionales se marchan después de un torneo; así es la naturaleza del fútbol internacional. Llevo aquí casi ocho años y ya estamos cerca. Así que sé que no puedes estar constantemente diciéndole al público: ‘Un poco más, por favor’, porque en algún momento la gente perderá la fe en tu mensaje”.
Esas declaraciones de Southgate a Bild muestran un claro síntoma de agotamiento de un hombre que en Alemania probablemente disparará su última bala. Su contrato con Inglaterra expira en diciembre y para continuar, como él mismo afirma, debe ganar la Eurocopa y romper un maleficio que su país sufre desde hace casi seis décadas.
Se puede decir que la trayectoria de Southgate al frente de Inglaterra es casi intachable. Le ha faltado atravesar con éxito el tenebroso valle por el que deambula su selección desde hace tiempos inmemoriales. En ocasiones, le ha faltado muy poco.
Desde septiembre de 2016, cuando fue designado técnico interino para sustituir a Sam Allardyce, dirige los destinos de Inglaterra. El 5 de octubre de 2017 fue nombrado seleccionador de forma oficial y en total acumula cinco torneos que culminó sin victorias.
En el primero, el Mundial de Rusia 2018, alcanzó las semifinales. El combinado británico acumulaba 28 años sin jugar esa ronda, pero fue abatido por Croacia para terminar en la cuarta posición; en las tres Ligas de Naciones en las que ha dirigido a Inglaterra, consiguió un tercer puesto (2018/19), una fase de grupos (2020/21) y un descenso a la categoría B (2022/23); y en el Mundial de Catar 2022, se estancó en cuartos de final.
Pero su mayor decepción la vivió en su propio país, en la final de la Eurocopa 2020 que se disputó en Wembley y en la que Inglaterra fue derrotada por Italia en los penaltis ante miles de aficionados que habían preparado un auténtico fiestón para celebrar el fin de una sequía en exceso alargada en el tiempo.
Southgate no quiere repetir esa decepción. Y, si no lo consigue evitar, seguramente se marchará. Mientas, en la Asociación Inglesa de Fútbol ya preparan el terreno para elaborar un futuro ganador. Mark Bullingham, director ejecutivo de la federación británica, fue claro ante los medios de comunicación durante la concentración de Inglaterra:
“Nos sentaremos juntos después del torneo y hablaremos de todo. Cualquier organización, realmente tiene un plan de sucesión para sus empleados principales y nosotros no somos diferentes. Este plan de sucesión incluye todo, desde lo que se hace para la cobertura a corto plazo hasta un proceso que debe seguir a los candidatos. Tenemos para eso a los mejores empleados. Quiero respetar a Gareth y al equipo, que están concentrados en el torneo y apoyarlos. Se planifican muchos escenarios diferentes todo el tiempo”, dijo.
Ahora, la pelota está en el tejado de Southgate. Más bien, de sus jugadores, los que realmente decidirán sobre el terreno de juego si su entrenador se mantendrá en el cargo después del mes de diciembre o, si por el contrario, se marchará tras ocho años al frente. La realidad es dura: para que siga Southgate, a Inglaterra solo le vale la filosofía Luis Aragones: “ganar y ganar y volver a ganar “. EFE
jjl/og
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