Encontrar la identidad puede llevar la vida, dice víctima de robo de bebés en dictadura argentina

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Sea para encontrar el coraje de hablar o para aprender a vivir bajo la identidad restituida, el tiempo es crucial para los niños robados en la dictadura argentina (1976-1983), afirma Guillermo Amarilla Molfino, el "nieto 98", uno de los 130 hallados hasta ahora sobre un total superior a los 400 casos.

Han pasado más de 40 años y el tiempo vuela.

Pregunta: ¿Cómo fue ese camino de búsqueda hasta la restitución de identidad?

Respuesta: El acercamiento a Abuelas llevó mucho tiempo de preguntas, de inquietudes, de dudas, queriendo saber si yo pertenecía a la familia que me había criado o no.

Él (el apropiador) era miembro del Ejército durante el terrorismo de Estado en Argentina. Ella (la apropiadora) no, pero era una persona muy mayor para tener un hijo. Ella tenía 50 años cuando nací (en 1980). En el relato de ellos había un ocultamiento, era muy palpable.

Era un ambiente de silencios, de negaciones. Yo tapaba esos vacíos, esas ausencias con relatos propios, con imaginación. Durante muchos años, hasta los 20, pensaba que ellos podían ser mis abuelos y no mis padres.

Me acerqué a Abuelas después de ver un capítulo de la serie "Televisión por la identidad" que me conmovió muchísimo, me sentí muy identificado con el joven de esa historia real hecha ficción.

El primer paso fue hacer una extracción de ADN para cotejar con el Banco Nacional de Datos Genéticos, pero el resultado dio negativo. El ADN de mi mamá, Marcela Molfino, no estaba porque cuando la secuestran ella tenía un embarazo muy reciente y su familia no sabía, por lo que no buscaron a ese hijo.

Recién en 2003, en un juicio (por los crímenes de la dictadura), una sobreviviente cuenta que durante su cautiverio supo del embarazo de Marcela Molfino. Se busca una muestra de sangre de las familias Amarilla y Molfino y se hace una nueva comparación: el resultado dio 99,8% de parentesco. Yo tenía 29 años.

P: ¿Cómo se vive con esas dos identidades?

R: El resultado de ADN nos da la respuesta sobre la verdadera familia a la que pertenecemos, pero no significa que uno tenga la identidad resuelta. Esa reconstrucción identitaria necesita tiempo, necesita del ejercicio de los vínculos, de la memoria, de ser uno mismo.

Yo antes me llamaba Martín, ahora me llamo Guillermo. Cuando fui restituido no tenía recuerdos de "mi Guillermo". Entonces se empieza a hacer una memoria activa.

Para mí no hubo un romper, se dio como un cambio de estado. Con el tiempo hubo una construcción como hermano, como tío, como sobrino. Una construcción como Guillermo. Martín no se rompió, se fue disolviendo y se fue haciendo Guillermo.

P: Usted ayuda y asesora actualmente en las búsquedas de identidades. ¿Estima que hay urgencia?

R: El primer salto al vacío es acercarse a Abuelas con las dudas. Pero uno se encuentra con gente que está preparada, con ternura, con paciencia, sin prejuicios, escuchando. Es todo lo que me faltaba: no había ternura, no había preparación, no había conocimiento.

Ahora hay una urgencia de buscar más gente porque con el tiempo, para la persona que está con sus inquietudes se hace más difícil acercarse. Cuando el silencio a veces se vuelve un aliado de uno, termina siendo un aliado y convive. Puede convivir toda la vida con él. Hay urgencia porque pasa el tiempo y se van perdiendo las posibilidades de una reconstrucción identitaria.

pbl/ls/dg