Carlos Álvarez: "Al personaje hay que comprenderlo, pero no juzgarlo"

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Londres, 9 mar El barítono Carlos Álvarez disfruta del éxito de la nueva producción del Rigoletto de Verdi en la Royal Opera House (ROH) -que mañana se podrá ver en casi cien cines en España-, consciente de la exigencia de interpretar a un personaje al que se obliga a "comprender, pero no juzgar". La versión dirigida por el director de la ópera londinense, Oliver Mears -la primera vez que se pone al frente personalmente de una obra desde que asumió el cargo-, ha obtenido el aplauso unánime en el Reino Unido, gracias a una poderosa puesta en escena y al estado de gracia de sus intérpretes. Álvarez comparte foco con la soprano cubano-estadounidense Lisette Oropesa como Gilda, la hija de Rigoletto, en un tándem que ha sido reconocido por la crítica. Si se considera al barítono español (Málaga 1966) como uno de los grandes intérpretes verdianos del momento es por su desempeño en papeles como el de Rigoletto, que, como le gusta recordar, rechazó interpretar en 1993 en La Scala de Milán bajo la batuta de Riccardo Muti. "Entonces no estaba experimentado, no había sufrido lo suficiente. No tenía la experiencia de la paternidad, pero la mayor parte de barítonos en Verdi pasan por ella", señala Álvarez en una entrevista con Efe por videollamada desde su casa en Málaga. Esa negativa, que pudo arriesgar el futuro de su carrera, se fundamenta en un principio que para el artista es innegociable: "El cantante es un intérprete, pero tiene que mirar dentro al personaje, tener cierta empatía con él. Al personaje lo comprendo, aunque no lo puedo juzgar, porque si no, no podría interpretarlo". Finalmente, con 35 años, Álvarez encarnó al chepudo bufón en el Teatro Real de Madrid. Dos décadas han pasado desde entonces, y en ese tiempo, admite, no solo ha cambiado su actitud hacia el personaje sino también "la forma física". "Mis movimientos ahora son más lentos, pero soy más disquisitivo", dice. UNA PRODUCCIÓN SUNTUOSA La producción que ha presentado la ROH esta temporada invernal, bajo la dirección de Mears y la batuta de Antonio Pappano, consigue, a juicio del barítono, "poner en marcha todas las capacidades del teatro, desde el punto de vista escénico, técnico... Es una estética impactante". Para Álvarez, Mears hizo mucho hincapié en las relaciones entre los personajes, lo que contribuye a que la acción sea muy física, apoyada por una iluminación, una escenografía, y una dirección musical "que le da mucho dramatismo". Respecto a su hija en la ficción, una estrella creciente del "bel canto" como Oropesa, el español destaca el "acoplamiento y la intimidad en el sentimiento" que ambos alcanzaron, algo "muy importante porque en producciones así uno se desnuda emocionalmente". Aprecia que la obra vaya a ser difundida en cines de 70 ciudades españolas, lo que contribuye a la "generalización" del arte, aunque alerta de que ese tipo de proyecciones son "una forma un poco distorsionada" de presenciar la ópera. "Nuestro trabajo está pensado para verse de una forma determinada. En un teatro, el espectador nunca tendrá un primer plano de nuestra cara. Estará sentado en primera fila o en un palco, pero tendrá que dirigir su mirada y su atención", recuerda. En cambio, en el cine la mirada está condicionada por la del realizador, lo que, junto a la acústica, supone una gran diferencia. "Cuidado, porque la experiencia nunca podrá ser la misma. Puede llegar a desilusionar a aquellos que se acercan a la ópera en un cine, porque en un teatro la percepción del sonido será diferente. Llevamos un micro y eso hace que suene distinto. Pero en la ópera no hay un botón de volumen", consideró. Las últimas funciones de Rigoletto en la ópera londinense han coincidido con el comienzo de la guerra en Ucrania. La orquesta ha abierto esos días el espectáculo tocando el himno ucraniano. Para Álvarez, el mundo de la cultura no puede quedar ajeno a lo que sucede más allá del proscenio. "Somos transmisores de la emoción, la cultura siempre tiene una idea de lo que tiene que ser y de lo que no tiene que ser. Hay muchos compañeros ucranianos, pero también rusos, que se están manifestando contra la barbarie. Los dirigentes rusos no representan el sentir de su gente", dijo. Y todavía con el éxito de su Rigoletto caliente, Álvarez anuncia que estará de vuelta en Londres pronto, en septiembre, con una obra de Puccini que aún no puede desvelar. Por Enrique Rubio