Sobre alimentación, dietas y buen comer, mucho es lo que se difundió de un tiempo a esta parte. Todo tipo de gurúes y expertos gustan de dar consejos sobre lo que conviene y lo que no a la hora de sentarse a la mesa.
Si de higiene alimentaria se trata, se sabe que desde el aire que se respira, el estrés y el agua que se consume, hasta el tabaco que se inhala interfieren en una vida realmente saludable. Pero, sobre todo, la mala costumbre de comer cantidades considerables de carnes y alimentos cocidos es una de las principales responsables de la mala alimentación.
Una de las bases de una buena alimentación debe ser comer crudo, como promulga la Organización Mundial de la Salud (OMS), al menos el 50% de lo que consumimos por día. El calor excesivo de la cocción mata muchísimas propiedades de los alimentos ingeridos, y los hace extraños para el cuerpo.
El calor excesivo de la cocción mata muchísimas propiedades de los alimentos ingeridos, y los hace extraños para el cuerpo
"Respecto de esto, podemos decir que un hábito higienista de la alimentación, sería la disminución de la ingesta calórica en exceso para evitar la obesidad, la reducción de consumo de carnes, y el incremento de vegetales crudos", destacó la médica endocrinóloga María Alejandra Rodríguez Zía (MN 70.787), para quien "la ingesta de carne en general tiene una relación con una conducta más agresiva. De hecho, los animales carnívoros tienden a una conducta más ofensiva que los herbívoros".
Y remarcó: "La dentadura, las quijadas y las garras de las que dispone un animal carnívoro, están hechas para cazar a las presas. También las características del intestino de un carnívoro como un león, un tigre, o un leopardo son diferentes a los herbívoros, y el hombre se asemeja a estos últimos, que son comedores de frutas y frutos".
Según Rodríguez Zía, "si el hombre come carne, genera un trabajo para el que no fue diseñado y produce una putrefacción con intoxicación del organismo y esto afecta mucho la flora intestinal, que se agrava con la constipación".
De acuerdo con la OMS, el consumo excesivo de carnes rojas y en conserva, puede estar asociado a un mayor riesgo de contraer cáncer colorrectal. Además, los hábitos alimentarios saludables, que previenen el desarrollo de los tipos de cáncer asociados a la alimentación, contribuyen también a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Cocido vs. crudo
En 1897, un médico alemán llamado Rudolf Virchow, descubrió que después de cada ingesta de alimentos cocidos aparecía una leucocitosis (aumento del número de leucocitos), como mecanismo de defensa natural del organismo para protegerse de agentes extraños.
Se trataba de proteínas que modificaban su estructura en base al calor. En 1930, el doctor Paul Kouchakoff expuso en un congreso de microbiología de París sus investigaciones, en las que indicaba que cuanto mayor era el tiempo de cocción y la temperatura que alcanzaba el alimento, mayor era la leucocitosis que se provocaba. Esto se conoce como leucocitosis post prandial.
Ocurre que durante la cocción de la comida se destruyen las enzimas digestivas que contiene el alimento. Por esta razón, el organismo reconoce a la comida cocida como un agente extraño.
El 1931, el fisiólogo alemán Otto Heinrich Warburg, descubrió que si la célula no respira oxígeno se transforma en cancerígena. Es decir que el medio cancerígeno no puede vivir con oxígeno y se mantiene con un pH ácido.
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