Mucho se habló de la relación de Franco Macri con su hijo Mauricio. El hoy presidente de la Nación contó en numerosos reportajes que fueron las trabas que su propio padre le puso para que lo sucediese en la empresa familiar lo que lo impulsaron a buscar nuevos horizontes. Ahora, el empresario contó su versión de la historia a través de una extensa carta.
El mensaje, publicado por el propio Franco Macri en sus cuentas de redes sociales, hace un repaso por la infancia de su hijo y la relación que mantuvieron con el correr de los años.
A continuación, la carta completa:
Debo reconocer, haciendo honor a la verdad, que siempre pensé que mi hijo Mauricio iba a reemplazarme un día en el manejo de mis empresas.
Soy italiano, europeo y por tradición- más allá de que el afecto por los hijos se extienda en forma igual para todos- el hijo mayor, sobre todo si es varón, suele tener una primacía especial.
El primogénito recibe muchos estímulos y esto tiene consecuencias sobre su personalidad, se pone en él más expectativas, se espera que sea más responsable y ambicioso y que en la edad adulta, cuando los padres ya no estén, se encarguen de mantener unida a la familia.
Debido a eso, supongo que puse especial y a veces excesiva atención en mi hijo mayor. Nació en Tandil (Provincia de Buenos Aires) el 8 de febrero de 1959, con un pequeño problema en una pierna y debió usar por poco tiempo, una valva ortopédica. Personalmente me ocupaba de colocársela.
A los 5 años ya lo llevaba a las obras conmigo. Trabajaba en ese momento en la construcción de la fábrica de cemento Loma Negra, en un lugar llamado Barker, en las afueras de Tandil.
Tomé esa costumbre de que me acompañara a mi trabajo porque me parecía que le iba a ser útil para su futuro.
Me ocupé de darles a todos mis hijos los mejores colegios y la posibilidad de estudios en el extranjero. Debo reconocer que todos cumplieron con mis expectativas sobre su educación.
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