Pese a que la ciencia todavía debate si se trata de una adicción o no, el uso de esteroides anabólicos genera una dependencia compulsiva basada en el anhelo de una figura perfecta.
Esbelto y de aspecto saludable por fuera, los cuerpos "creados" sobre la base de este tipo de drogas lejos están de reflejar en su interior el equilibrio en sus funciones que pretende mostrar en el exterior.
Se denomina esteroides anabólicos a la testosterona y las drogas que actúan en el cuerpo como la testosterona. El término esteroide se refiere a su estructura química y el término anabólico se refiere a su habilidad de promover el crecimiento muscular.
En 2011, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) había advertido que "si bien el consumo de nandrolona y de otros anabólicos como el estanozolol y la testosterona se encuentra prohibido, algunos deportistas los utilizan para aumentar su rendimiento, sobre todo en el caso de actividades como el fisicoculturismo y el tenis, entre otras. Para ello, aprovechan que dichas sustancias se ofrecen por Internet, en algunos casos sólo con una etiqueta donde figura el nombre de la droga y el de la droguería". Pese a la advertencia de ANMAT, la venta ilegal siguió.
En 2012, a través de la Disposición 6501, el organismo determinó la prohibición de la venta, luego de que se comprobara la falta de registros de inscripción de los medicamentos. Según se supo, este tipo de productos se encontrarían en una red de comercialización ilegal en gimnasios y dietéticas.
"El deseo de tener una imagen poderosa y viril hace que los hombres consumidores de esteroides anabólicos nieguen la realidad, que incluye el conocimiento de los efectos tóxicos", sostuvo el médico y psicoanalista Ricardo Rubinstein, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina y autor del libro Deportes al diván.