Bernardo Houssay, el genio que hace 68 años recibía el premio Nobel de Medicina

El primer latinoamericano en recibir el galardón siempre demostró una asombrosa capacidad intelectual: terminó el secundario a los 13 años y buscó convertir a la Argentina en "potencia científica"

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\La verdadera supremacía de un pueblo se basa en la labor silenciosa y obstinada de sus pensadores  hombres de ciencia y artistas; esta obra reporta fortuna y gloria al país  bienestar a toda la humanidad\"
\La verdadera supremacía de un pueblo se basa en la labor silenciosa y obstinada de sus pensadores hombres de ciencia y artistas; esta obra reporta fortuna y gloria al país bienestar a toda la humanidad\"

Quien fuera el segundo argentino en recibir un Premio Nobel, el primero en medicina, era hijo de dos inmigrantes franceses: Albert y Clara. Su padre vino al país con los títulos de abogado y doctor en filosofía, lo que demostraba que tenía una enorme capacidad cultural e intelectual, y hasta se dice que podía memorizar una página de un libro y repetirla con exactitud.

Bernardo Houssay heredó estas capacidades de su papá: desde muy pequeño demostró interés en la lectura, así que sus padres le hicieron cursar los primeros dos años de la enseñanza primaria con maestros privados. Para el año siguiente lo anotaron en una escuela, pero era tal la diferencia respecto de sus compañeros, que fue promovido a cuarto grado, a los 15 días de arrancadas las clases, y un mes después a quinto. En 1896, con 9 años de edad, culminó sus estudios primarios, y a los trece, obtuvo el diploma de bachiller en el Colegio Nacional Buenos Aires.

En 1901, se inscribió en la Escuela de Farmacia, que formaba parte de la Facultad de Ciencias Médicas, y con tan solo 14 años, era el alumno con las notas más altas del curso. Luego de tres años, una vez recibido de farmacéutico, estudió medicina, también en la Universidad de Buenos Aires, y se graduaría con honores a los 23 años, en 1910. A su vez, hacía dos años que se desempeñaba como ayudante en la cátedra de Fisiología.

Ese mismo año, asumió, como interino, de la misma asignatura, pero de la Facultad de Agronomía y Veterinaria. Luego terminaría ganando el puesto por concurso, función que ejerció hasta 1919, cuando sería designado como profesor titular de Fisiología de la Facultad de Medicina. Al mismo tiempo, se desempeñó como Jefe de Investigaciones del Instituto Bacteriológico, donde desarrolló importantes estudios sobre los venenos de varios invertebrados.

Tras su designación en la Facultad de Medicina, Houssay decidió dedicarse por completo a sus verdaderas vocaciones: la enseñanza y la investigación experimental. Pese a recibir ofertas económicas para trabajar en otros países, él quería quedarse en la Argentina y formar investigadores. Así fue como, siguiendo sus indicaciones, se creó el Instituto de Fisiología de la Facultad de Medicina, del cual sería su director.

Varios de los estudios de Houssay se centraron en las funciones de las glándulas internas, y la utilización de las proteínas, hidratos de carbono y las grasas. Así, el argentino analizó la diabetes, y logró comprender el rol de la glándula hipófisis en el metabolismo de los azúcares. Esto le valió el reconocimiento de la Academia Sueca, que le otorgó, el 23 de octubre de 1947, el premio Nobel de Medicina, que compartió con Carl y Gerti Cory.

El médico argentino creía que el conocimiento científico debía ser universal, así que no solo recibía a estudiosos de todo el mundo en el Instituto Fisiológico, sino que alentó la creación de otros establecimientos similares en el país, como lo hizo en la Facultad de Medicina de Rosario. Sin embargo, en 1943 el gobierno militar interrumpió las tareas del Instituto de Fisiología y despidió a Houssay de la cátedra que conducía. En 1945 lo reincorporaron por un año, pero sería en 1955, tras la Revolución Libertadora, cuando Houssay recuperaría finalmente sus cargos.

En 1945 redactó, con colaboración, el libro

Fisiología humana

, que contribuyó a la formación de muchos profesionales. Con apoyo privado, continuó sus investigaciones en el Instituto Experimental de Biología y Medicina, porque prefería permanecer en el país a pesar de no poder trabajar en el ámbito académico, desechando nuevamente, varios ofrecimientos extranjeros: "

La ciencia no tiene patria, pero el hombre de ciencia la tiene. Por mi parte, no acepté posiciones de profesor en los Estados Unidos y no pienso dejar mi país, porque aspiro a luchar para contribuir a que llegue a ser alguna vez una potencia científica de primera clase

", afirmó.


Houssay fue, además, el primer presidente