La conexión islámica de la denuncia de Nisman

Antes de formar parte de las negociaciones paralelas descubiertas por el fiscal, varios de estos radicales habían manifestado su apoyo a grupos terroristas y exigido la destrucción de Israel. Quiénes son los intermediarios de las comunicaciones entre Teherán y Buenos Aires

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 AP 162
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"(El fiscal Alberto) Nisman es enemigo del islam y de los musulmanes", afirmó el sheij Abdalá Madani, el líder religioso de la mezquita Al-Imam de Cañuelas y uno de los discípulos de Mohsen Rabbani, el influyente político iraní y ex agregado cultural de ese país en Argentina, señalado como uno de los autores intelectuales del atentado contra la AMIA.


Madani representa a los elementos más radicales de la comunidad islámica chiita en Argentina. Es compañero de Abdul Karim Paz, Mohsen Ali, y Jorge "Yussuf" Khalil, integrantes de la mezquita At- Tauhid, en el barrio de Floresta, fundada por Rabbani en 1983. Ellos tres son mencionados en la denuncia que le costó la vida al fiscal Alberto Nisman como los principales facilitadores de las comunicaciones entre Teherán y Buenos Aires.


Pero su historia se remonta mucho más atrás. Lejos de comenzar las negociaciones para garantizar la inocencia de los funcionarios iraníes acusados por el atentado contra la AMIA -entre ellos Rabban- algunos de los integrantes de las comunidades fundadas por Rabbani se destacaban en los medios defendiendo a agrupaciones terroristas, haciendo analogías con fábulas antisemitas medievales y llamando a la destrucción del Estado de Israel.


De todos ellos, quizás el sheij Mohsen Alí sea quien ostentaba el perfil más alto. En el 2006, durante el conflicto armado entre Israel y Hezbollah, Ali participó asiduamente en programas de televisión defendiendo las posturas del el grupo terrorista sirio-libanés . A Alí se lo podía ver encabezando las marchas contra el Estado de Israel, muchas veces junto con Khalil, enarbolando pancartas con la bandera de Hezbollah –en cuyo logo de la palabra allah se desprende un fusil— mientras a su lado se erigían fotografías de Hassan Nasrallah, líder de esa agrupación y autor de frases como "Israel es un cáncer y debe ser erradicado".


En julio de ese año el sheij aseguró que "los israelíes van cotidianamente en busca de su ración diaria de sangre y de carne humana", trazando un paralelismo "con la calumnia antisemita medieval sobre el supuesto 'crimen ritual', según el cual los judíos extraían sangre de niños cristianos para utilizarla en la fabricación de la matzá, el pan ázimo que los judíos comemos durante las Pascuas", explica el Centro Simon Wiessenthal.


Por supuesto, Alí no se quedó atrás cuando en el 2006 el fiscal Nisman imputó a los iraníes de ser los autores intelectuales del atentado terrorista que dejó 85 muertos. En esa oportunidad el sheij acusó al juez a cargo de la investigación, Rodolfo Canicoba Corral, de haber "cedido al lobby sionista" y sugirió "que se investigue si no fue un autoatentado". Este hombre fue uno de los responsables de gestionar el memorándum que para la presidente Cristina Kirchner iba a acercarnos a la justicia tan demorada.

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En otro hecho destacado, en 2012, el sheij lideró la Marcha Global Siria, con el Obelisco de telón de fondo y pancartas con la foto del presidente sirio Bashir al-Assad y, una vez más, pabellones de Hezbollah. La protesta fue cubierta por Al-Manar, la cadena de televisión de la agrupación terrorista liderada por Nasrallah.


En la mezquita At-Tauhid, Rabbani, aprovechando la inmunidad diplomática que le otorgó la embajada iraní, "adoctrinó en sus posturas extremas a seguidores locales que podrían resultar funcionales a los objetivos del régimen iraní", explicaba Nisman en su dictamen de 2006.


En 2013, durante la celebración del Día de Al Quds, Abdul Karim Paz, líder espiritual de esa mezquita, mano derecha de Rabbani y nexo entre este y Khalil, aseguró: "queremos que ese Estado desaparezca", en alusión al Estado de Israel. La manifestación contó con la presencia de Fernando Esteche, líder de Quebracho, y Luis D'elía, quien ha ejercido desde hace años como fuerza de choque del grupúsculo chiita. Volviendo al 2006, integrantes de Quebracho, intimidaron con sus métodos habituales —palos y caras tapadas— a un grupo de jóvenes judíos para impedir que se manifestaran frente a la Embajada de Irán.


En la última denuncia de Nisman, Madani se mantuvo al margen. Él ya había sido imputado por albergar en su mezquita al presunto terrorista suicida Ibrahim Berro, quien se habría inmolado en el edificio de la centenaria mutual judía. Sin embargo, otro de los discípulos de Rabbani no dudaba a la hora de destilar judeofobia.


Su alineación con el régimen iraní, particularmente en los tiempos de Mahmoud Ahmadeniyad, fue total. "En primer lugar es exagerada, eso lo sabe todo el mundo", decía en 2005 sobre la cantidad de judíos asesinados en el Holocausto. En otra entrevista con la agencia estatal iraní afirmaba apoyar las palabras del "Dr. Ahmadineyad cuando dijo que Israel tiene que ser borrado del mapa".


Pese a la exhibición de un antisemitismo desvergonzado, donde acusan a los judíos de buscar su "ración de sangre humana" o niegan el Holocausto, los clérigos islámicos se escudan detrás de la etiqueta del "antisionismo", un eufemismo más políticamente correcto para describir el antisemitismo.


De todas maneras, hay casos en que ni siquiera las organizaciones chiitas radicales vernáculas lograban disimularlo. Una visita al sitio web de la Organización Islámica Argentina, a la que pertenece Khalil, lo deja en evidencia. Allí es posible encontrar un revival de la conspiración antisemita impulsada por el neonazi local Walter Beveraggi Allende y el llamado Plan Andinia: una teoría conspirativa que indicaba que los judíos pretendía colonizar la Patagonia para independizarse y formar un nuevo Estado.


No obstante, todos estos personajes operaban para lograr consagrar el memorándum de entendimiento entre Argentina e Irán, mientras el canciller Héctor Timerman y Cristina Kirchner aseguraban que con la firma del documento se iba a estar más cerca de la verdad. Los dirigentes islámicos pro-iraníes festejaban. Como se lo escuchaba a Khalil: "Es pirpipi".