Cinco preguntas fundamentales sobre el ataque cerebral

El doctor Gabriel Persi es jefe del área de neurología vascular del Instituto de Neurociencias de Buenos Aires (INEBA)

Puede ocurrirle a cualquiera y es la principal causa de discapacidad en adultos en todo el mundo. La gran mayoría puede prevenirse y, cuando ocurre, actuar rápido puede cambiar la historia. Por eso es importante repasar algunos conceptos clave para saber cuándo realizar la consulta con el especialista.

¿Qué es un ACV?

El ataque cerebral, también llamado ACV o ictus, es el nombre que se le da a los síntomas que se producen por una brusca alteración del flujo sanguíneo en el cerebro que causa un daño en el tejido neuronal. Cuando esta alteración es breve y el flujo sanguíneo se restablece lo suficientemente rápido sin causar ningún tipo de lesión visible en los estudios por resonancia magnética, se la llama Ataque Isquémico Transitorio (AIT).

El ataque cerebral se divide básicamente en dos grupos diferentes. Uno es el llamado isquémico, en donde la alteración del flujo sanguíneo cerebral es causada por la obstrucción de una arteria que evita la llegada de sangre en forma adecuada a un área del cerebro. El otro tipo es llamado hemorrágico, cuyo nombre se debe a que los síntomas neurológicos son producidos por un sangrado.

¿Por qué se produce un ACV?

Las causas que llevan a un ataque cerebral son múltiples. En el caso de los de tipo isquémico, varias patologías pueden culminar con la obstrucción de una arteria. Una causa es la presencia de placas de ateroma (acúmulos de grasas y otros elementos) que se depositan en la pared de las arterias y reducen progresivamente su calibre en un determinado sector. Estas placas pueden romperse o sangrar, generando una alteración local del flujo sanguíneo que lleva a la formación de coágulos o a la liberación de pequeños fragmentos de placa. Estos elementos se llaman émbolos y viajan por la circulación sanguínea hasta llegar a una zona donde la arteria es muy pequeña y la ocluyen. De esta manera, por ejemplo, una placa de ateroma ubicada en el origen de la carótida interna (una arteria del cuello), puede romperse, generar coágulos de sangre en su superficie y estos desprenderse y viajar como émbolos por la circulación hasta obstruir alguna arteria pequeña del cerebro.

Existen otros mecanismos para generar émbolos y, entre ellos, es importante destacar aquellos que se originan en el corazón (cardioembolismo). Cuando se generan coágulos u otros elementos formes dentro de las cavidades cardíacas, pueden viajar por la sangre hasta cualquier parte del cuerpo, dependiendo de en qué parte del corazón se produzcan. Respecto al origen de estos coagulos, existe un tipo de arritmia (alteración del ritmo con el que late el corazón) llamada fibrilación auricular, que es una causa importante de cardioembolia. Es posible sospechar la presencia de esta arritmia si el paciente presenta en forma continua o solo por momentos, una alteración de la frecuencia cardíaca que genera un ritmo desordenado y errático evidente al momento de tomar el pulso.

En el caso de los ACV hemorrágicos hay varias situaciones en donde puede romperse una arteria; esto ocurre principalmente si existe algún tipo de anormalidad. Una causa importante es la presencia de aneurismas, que son dilataciones de las arterias. Estas dilataciones tienen una pared más delgada que el resto de la arteria y eso predispone a su ruptura. Típicamente generan un sangrado sobre el cerebro llamado hemorragia subaracnoidea.

Otra causa puede ser el desarrollo anormal del sistema de irrigación sanguínea, donde en condiciones normales hay una pequeña arteria que se divide en múltiples capilares que irrigan los tejidos, estos confluyen formando pequeñas venas de drenaje. En ocasiones este sistema es reemplazado por un ovillo de arterias y venas llamado malformación arteriovenosa (MAV) que también tiene mayor probabilidad de romperse que un sistema normal. En otros casos, pequeñas arterias se endurecen y pierden su elasticidad, por ejemplo como consecuencia de una larga historia de presión arterial elevada. Estas arterias también pueden romperse y generar hematomas dentro del cerebro.

Existen otros mecanismos que pueden causar un ataque cerebral isquémico o hemorrágico y es por eso que al paciente se le deben realizar una serie de estudios luego de producirse un ataque cerebral, a fin de planificar la mejor prevención.

Si ocurre, ¿Cómo me doy cuenta?

Una característica importante del ataque cerebral es su presentación abrupta, es decir, de un momento a otro. Prácticamente cualquier área del cerebro puede afectarse y por ello los síntomas que pueden ocurrir son muchísimos, pero es importante recordar que se producen súbitamente. Los síntomas más comunes son pérdida de fuerza o de sensibilidad en la cara, brazo y pierna, principalmente de la mitad del cuerpo. También pueden presentarse problemas para ver de uno o ambos ojos, dolor de cabeza, confusión, problemas para hablar o entender, falta de coordinación de los movimientos e imposibilidad de caminar. Si una persona presenta un síntoma neurológico que aparece repentinamente, no debe demorarse para ser evaluado por el médico de emergencias. De esta manera se podrán aplicar las medidas y tratamientos necesarios para minimizar el daño.

¿Cómo se previene?

Muchas condiciones llevan a desarrollar los mecanismos que culminan en la aparición de un ataque cerebral, que son lo que se denominan factores de riesgo. Muchos de ellos son prevenibles o controlables y, tomar conciencia de ellos, ayudaría a disminuir así las posibilidades de padecer un ACV. Entre los más importantes están la hipertensión arterial, el hábito de fumar, la diabetes, la obesidad, el colesterol elevado, el alcoholismo, la falta de actividad física, el consumo de drogas ilícitas y sufrir infecciones recurrentes.

Es por eso que es tan importante hacer actividad física aeróbica de manera regular, comer muchas frutas y verduras (idealmente más de cinco porciones por día) y cumplir con los chequeos médicos. Tener una presión arterial normal, un correcto nivel de azúcar en sangre, un colesterol adecuado, un peso saludable, no tener hábitos tóxicos ni adicciones y cumplir con los tratamientos que requiera supervisado correctamente, es sumamente importante para evitar el ataque cerebral y otras tantas complicaciones.

De esta manera, surge la importancia de adquirir hábitos saludables a edades muy tempranas, para disfrutar de un estilo de vida sano. Es más difícil dejar de hacer cosas que nos gustan por realizar otras que no nos agradan, esto genera un esfuerzo en el individuo que muchas veces dificulta mucho el control de los factores de riesgo. Sin embargo, con una buena educación en salud desde la primera infancia, es posible tener un hábito de vida donde las cosas que resulten placenteras sean saludables para nuestro organismo. De este modo es más fácil evitar aquellos hábitos o costumbres poco saludables.

¿Puede recuperarse una función perdida luego de un ACV?

Sí. Un factor muy importante para ello es la neuroplasticidad, esto es la capacidad del sistema nervioso para responder a los estímulos propios o internos, así como a los externos, mediante la reorganización de su estructura, su función y sus conexiones. Se trata del producto final de procesos neurobiológicos, que incluyen mecanismos estructurales y moleculares que favorece la estabilidad o la compensación de los cambios producidos por un ataque cerebral. Esta neuroplasticidad puede ser estimulada mediante diferentes terapias de rehabilitación o intervenciones farmacológicas. Sin embargo, es sumamente importante el tiempo transcurrido, la motivación de la persona y el trabajo interdisciplinario, para obtener los mejores resultados.