¿Se justifica dar o recibir un soborno?

Un estudio muestra que hay distintas opiniones y argumentos en Latinoamérica. Por caso, casi un tercio de los habitantes de Guyana y Haití dicen que sí, pero menos de 1 de cada 10 chilenos o brasileños acuerda

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El estudio de la Universidad Vanderbilt difundido este lunes echa un vistazo a las justificaciones que da la gente para dar dinero por debajo de la mesa con el fin de solucionar un problema. "Para muchos ciudadanos, el pago de sobornos es una adaptación racional a su situación y a los medios de que disponen", escribió Juan Camilo Plata, cuyo informe fue patrocinado por el Proyecto de Opinión Pública de América Latina.

Algunos pagan un soborno para obtener "mayor certeza en los resultados" cuando dudan que recibirán un tratamiento imparcial debido a justicia arbitraria, condiciones económicas de pobreza y falta de confianza en los funcionarios públicos, agregó Plata.

A casi 41 mil personas de 24 países se les pidió que respondieran "sí" o "no" a la pregunta: "¿Cree usted que, dada la forma en que son las cosas, en ocasiones se justifica pagar un soborno?".

Menos del 8% de los que respondieron en Guatemala, Chile y Brasil dijeron que está bien pagarlo para hacer que las cosas se muevan. Sin embargo, en Guyana y Haití esa misma idea fue aceptada por el 32% de los encuestados, el 28% en Belice y una cuarta parte en Trinidad y Tobago.

Las personas que respondieron que a veces el pago de un soborno es justificable fueron en su mayoría varones jóvenes que residen en ciudades y son acaudalados, encontró el informe.

Es más probable que la gente con dinero justifique el pago de un soborno porque tiene los medios para hacerlo, según los autores del sondeo.  También es más probable que quienes viven en ciudades lo justifiquen porque en las áreas urbanas hay más probabilidad de sobornar a alguien, porque hay más oficinas gubernamentales que en el campo.

En tanto, la probabilidad de que alguien considere que un soborno está justificado algunas veces disminuye a medida que la gente envejece y aumenta en forma proporcional al interés de la persona en la política.