River, en caída libre

El cartel de "Chau RiBer" que se vio en la cancha de Boca no fue una burla, sino una posibilidad muy cercana. El club está a un paso del abismo del descenso y Passarella no logró amortiguar la caída, sino que la profundizó y parece seguir el camino del fracaso

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 DyN 162
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Hoy por hoy, ser hincha de River genera entre impotencia y vergüenza

. Cada fecha del Clausura que pasa es un sufrimiento. Sólo se espera no perder por escándalo. Algunos simpatizantes ya empiezan a tener la actitud entre sufriente y resignada que carateriza a los de Racing, exorcistas permanentes del "

fantasma del descenso

".


 

Esta podría ser una nota de un cronista especializado en deporte que cuente un nuevo capítulo penoso del club que alguna vez fue "millonario" y que hoy no puede pagar ni la

leche para los chicos

. Pero vale también la impresión de un hincha que por momentos maldice su suerte riverplatense y envidia las felicidades ajenas y hasta las desgracias de sus primos, los de Boca, que tienen una crisis por no saber qué hacer con

Riquelme

y

Palermo

. El domingo que viene, a las 21.15, River tiene que jugar con Lanús de visitante y lo único seguro es que no hay nada seguro.

La comparación de los dos planteles hasta parece un chiste, porque entre los nombres

-salvo honrosas excepciones-

parece que los roles estuvieran invertidos. El equipo chico parece el grande y el grande parece chico, muy chico.

River no tiene, ni cerca, un jugador del calibre de Sebastián Blanco -un número 10 clásico y de una categoría por encima de la media- y a Santiago Salcedo la criminal gestión de Aguilar lo trocó por el inefable "gordo" Fabbiani, que se fue sin gloria y sólo con penas (para los hinchas de River).


 

Aguilar fue una maldición bíblica para el club, pero parece que su sucesor, Daniel Passarella, todavía no pudo encontrar un camino distinto. Las decisiones personales y exclusivas que tomó quien fuera "

El Gran Capitán

" sólo hicieron que todo empeorara. El partido con Boca por los puntos (y no la mentirita del verano) desnudó lo que es el plantel:

jugadores que todavía no están en la categoría de profesionales: porque son muy chicos y están llegando o porque son muy grandes y se están yendo

.


 

Passarella trajó a Gustavo Canales, Alexis Ferrero, Juan Manuel Díaz y Rodrígo Rojas como los "refuerzos" posibles ante la miseria. Jugadores respetables, pero muy lejos del nivel necesario para llevar con algo de seriedad la camiseta que supieron vestir un tipo como Enzo Francescoli o el mismo Passarella. Con esas contrataciones, Daniel pareció no respetarse ni a sí mismo.


 

Pero más allá de las cuestiones de corto plazo y de las penurias que River tiene que enfrentar el domingo con semejante plantel, el verdadero drama lo tiene el club en el mediano plazo. Las fechas pasan, la temporada se acaba y se acerca el momento en que la tabla de promedios lo tendrá en la última posición sin contar a los equipos que suban desde el Nacional B.



"Chau Riber", decía la bandera que los hinchas de Boca colgaron en el Superclásico. No era una exageración:

1,088 es el promedio con el que el equipo "millonario" comenzaría hoy la campaña 2010/2011.


Es el resultado de los 74 puntos cosechados en los últimos 68 partidos

, es decir, en casi tres años completos. Técnicamente, estará en zona de Promoción. Pero, por ejemplo, si alguno de los que ascienda gana en el debut, River encarará la segunda fecha del Apertura en descenso directo.



Si se queda -hoy está en Promoción-, Central sería el rival más cercano en la tabla, 5 arriba. Lo preocupante es que, con los números de hoy, al equipo rosarino River le lleva 20 puntos.



Algo similar ocurre con Gimnasia: iniciaría la próxima temporada 7 puntos arriba de los de Núñez, cuando hoy están 23 abajo?

A Racing, al que hoy le lleva 18 de ventaja, lo tendrá 8 unidades arriba. Y así sigue la lista.


Tan sencillo de explicar como que se borrarán los porotos del último título obtenido por el club para empezar a contar los de estas últimas humillantes campañas, desde el campeonato en que terminó en el fondo -con Diego Simeone- hasta los torneos de Leonardo Astrada.



River se desangra, mientras saca la calculadora para pensar en números que jamás hubiera imaginado.