Las quejas y broncas que genera el triangular

El orden de los partidos, la definición, el tiempo de descanso, la oposición a ceder un estadio: varios fueron los motivos que hicieron polémico al mini campeonato que definirá al ganador del Apertura

Télam 162

Deberán admitirlo los que estuvieron en esa reunión, el resultado fue a contranatura y, de allí en adelante y sin explicaciones claras de lo que pasó, quedaron abiertas las puertas a las especulaciones y -lo más irritante- a las quejas.

Hay mucho de pasión, algo de bronca, una dosis de razón y poco de sentido común en el catálogo de protestas.

Ni un testigo independiente (como reclama el periodismo).

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más otras personas que terminaron certificando el fixture.

Si algo se hizo mal, debieron poner el grito en el cielo en ese momento. No lo hicieron, aceptaron las reglas del juego y, en este punto, es tiempo entonces de callarse.

Se lamenta Vélez porque tiene que prestarle la cancha a San Lorenzo. Es fácil, hubieran armado un recital.

En realidad deberían reclamarle a su equipo que no estuvo a la altura de una final y que fue largamente superado por el rival que, además, debió ganar por más goles.

Es probable que tenga razón, pero tal vez habría que recordarle a los quejosos los goles cantados que se comieron los azulgranas y el regalito que hizo la defensa en el gol de Tigre.

en el último partido si es que el Matador del norte llega sin chances de ser campeón.

. U otro llanto por alguna razón asociada a un resultado, por supuesto negativo.

La industria de la queja es un clásico del fútbol argentino. Y el triangular armado a contramano terminó disparando, una vez más, ese lamento endémico de que la culpa es del otro.

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