Las quejas y broncas que genera el triangular

El orden de los partidos, la definición, el tiempo de descanso, la oposición a ceder un estadio: varios fueron los motivos que hicieron polémico al mini campeonato que definirá al ganador del Apertura

Guardar
 Télam 162
Télam 162
Nunca se sabrá a ciencia cierta cómo se decidió el orden de los partidos del triangular que define el Apertura.

Deberán admitirlo los que estuvieron en esa reunión, el resultado fue a contranatura y, de allí en adelante y sin explicaciones claras de lo que pasó, quedaron abiertas las puertas a las especulaciones y -lo más irritante- a las quejas.



Del fixture contrahecho ya se pasó a pegarle al árbitro, de allí al papel de Tigre en el último partido, y de la comodidad de Boca esperando sentado a San Lorenzo, a que todo fue arreglado por la TV.

Hay mucho de pasión, algo de bronca, una dosis de razón y poco de sentido común en el catálogo de protestas.



En la cuestionada reunión del sorteo no estuvo la TV, es cierto.

Ni un testigo independiente (como reclama el periodismo).

Pero sí los representantes de los tres finalistas

más otras personas que terminaron certificando el fixture.



Los que primero debieron quejarse son los representantes de los clubes si es que se sintieron perjudicados.

Si algo se hizo mal, debieron poner el grito en el cielo en ese momento. No lo hicieron, aceptaron las reglas del juego y, en este punto, es tiempo entonces de callarse.



Más problemas

Llora la prensa porque no vio in situ el sorteo de partidos.

Se lamenta Vélez porque tiene que prestarle la cancha a San Lorenzo. Es fácil, hubieran armado un recital.



Acusan los hinchas y jugadores de Tigre a Laverni porque les cobró "todo en contra".

En realidad deberían reclamarle a su equipo que no estuvo a la altura de una final y que fue largamente superado por el rival que, además, debió ganar por más goles.



Arremete San Lorenzo contra Laverni por un penal claro y otro discutido que no sancionó.

Es probable que tenga razón, pero tal vez habría que recordarle a los quejosos los goles cantados que se comieron los azulgranas y el regalito que hizo la defensa en el gol de Tigre.



Ahora la novedad es que el Ciclón duda de la actitud de Tigre

en el último partido si es que el Matador del norte llega sin chances de ser campeón.



Falta oír el llanto de Boca y la TV si el sábado sale campeón San Lorenzo y el último partido no sirve ni para la foto

. U otro llanto por alguna razón asociada a un resultado, por supuesto negativo.



La industria de la queja es un clásico del fútbol argentino. Y el triangular armado a contramano terminó disparando, una vez más, ese lamento endémico de que la culpa es del otro.