Angustia: cuándo es positiva y cuándo puede enfermar

No significa tristeza ni depresión. Tampoco es una patología sino que es un elemento vital en la vida anímica de los seres humanos que puede tener consecuencias. Algunas de crucial importancia

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La angustia es uno de los grandes temas de la psicología. Y lo es porque es un afecto primordial del hombre vivido en repetidos momentos y situaciones de su vida y también es un gran tema por el misterio que encierra: a diferencia del miedo, no refiere a un objeto específico, ni es una emoción como la tristeza.
 
"La angustia siempre está", explica Any Krieger, psicóloga, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y coordinadora del Capítulo de Psicoanálisis y Patologías Actuales para esa institución.
 
"El punto es qué hacemos con ella. O la usamos como una virtud, en el empuje a la creación o la velamos con conductas destructivas, que nos someten a la pérdida anticipada de lo que no podemos adquirir", señaló.
 
Desde su punto de vista, la angustia "es un motivo de la creación: no hay obra de arte sin angustia, no hay pintura, ni música, ni poesía sin ella. La angustia habita en la plenitud y en el desencanto como virtud".
 
La parte patológica "se va a desarrollar si no es posible soportar el desasosiego que ella imprime".
 
Lo cierto es que siempre se habla de la angustia "cuando prospera la destrucción y no de aquella que va a situar al ser humano en la posibilidad del devenir que habla de la esperanza. O bien, el lado bueno de la angustia: el lado del empuje, el lado del deseo", explica la psicóloga.
 
La angustia, desde su aspecto positivo, contempla distintas funciones. Según la especialista, "es una fuerza de empuje" que sirve como "motor" en distintas situaciones. Por ejemplo:
- Para salir de situaciones perniciosas;
- Para salir del estancamiento autodestructivo;
- En situaciones de riesgo;
- Frente al deseo;
- Frente a una situación inesperada;
- En el acto sexual.
 
Consultada acerca de si es posible transformar la angustia en algo positivo e impedir que se convierta en algo destructivo, la Lic. Krieger indicó que "esa es la idea de un tratamiento psicológico: en un tratamiento se lleva al paciente a que pueda aprender eso de sí mismo, a transformarla de negativa para sí mismo a positiva para sí mismo".
 
La palabra alemana referida por Sigmund Freud fue Angst. Este autor, entre 1884 y 1925 sostuvo que la angustia neurótica es simplemente una transformación de la libido sexual que no ha sido adecuadamente descargada.
 
Pero "en 1926, abandona esta teoría a favor de la idea de que la angustia es una reacción ante una situación traumática, una experiencia de desamparo ante una acumulación de excitación que no se puede descargar", dijo Krieger.
Más allá de esta reformulación, Freud distingue entre la angustia automática -en la que el estado surge directamente como resultado de una situación traumática- y la angustia como señal -alerta ante una situación prevista de peligro-.
 
Desde el punto de vista psicoanalítico, "Jacques Lacan en sus escritos de pre-guerra relaciona primordialmente la angustia con la amenaza de fragmentación que enfrenta el sujeto en el estadio del espejo (cuando el niño se reconoce frente a la mirada de la madre)".
 
Entre las diferencias teóricas que se establecen dentro del marco psicoanalítico, puede indicarse que "mientras que Freud postula que una de las causas de la angustia es la separación respecto de la madre, Lacan sostiene que lo que induce la angustia es precisamente la falta de tal separación", explica.
 
Durante un tratamiento, la angustia es "un haz de luz" para el analista. "En cuanto el analista percibe que el paciente se quiebra en alguna palabra, es decir que ahí aflora la angustia y es por ahí que debe seguir su ruta hacia lo inconsciente, hacia lo lindero con lo pulsional, con el cuerpo, es donde uno podría decir que la palabra ya no tiene voz y aflora lo corporal", dijo Krieger.
 
Es que la angustia es un afecto principal que tiene la característica de referir a un objeto que no puede simbolizarse (entramarse en el lenguaje) del mismo modo que el resto.
 
Técnicamente, "el psicoanálisis le pone un nombre y es el de objeto 'a' que es el causante del deseo. La angustia surge cuando aparece algo en el lugar de ese objeto. La angustia, surge cuando el sujeto es confrontado con el deseo del otro", explicó.
 
Una de las definiciones quizás más poéticas de Lacan sobre la angustia es "ese punto en el que el sujeto está suspendido entre un momento en el que ya no sabe donde está y un futuro en el que nunca podrá volver a encontrarse" .