La construcción del laberinto de 12.000 arbustos diseñado y plantado hace tres años en homenaje al escritor Jorge Luis Borges en la finca Los Alamos, una antigua estancia de 1830 ubicada en San Rafael, quedará finalizado en un lapso que oscila entre los tres y los cinco años.
Según adelantó Camilo Aldao Bombal, padre de Camilo Aldao -quien fuera el precursor del proyecto junto a María Kodama- el laberinto tomará la altura adecuada para comenzar a ser recorrido "en unos tres a cinco años".
Unos 12.000 arbustos tipo Boj fueron plantados a mediados del 2003 y ya lograron unos sesenta centímetros de altura, lo cual permite vislumbrar el dibujo y las letras del diseñador inglés Randoll Coate, quien trazó las palabras Luis Borges al derecho y al revés en un gran rectángulo de 90 por 65 metros, como si fuera un gran libro abierto.
"Las dos partes serán un reflejo de la otra como si fuera un espejo, otro símbolo borgeano, y las dos caras de Borges: el poeta y el filósofo; el erudito y el irónico; el ciego y el visionario", explicó Coate en una entrevista.
Además, el dibujo de dos relojes de arena marcará la edad de la muerte del autor de "Ficciones" y la noción del tiempo, y un gran signo de interrogación representará el enigma del escritor, su misterio y su mística.
"Por ahora, -mientras los arbustos crecen-, nos dedicamos al riego por goteo, la fertilización y la poda, para que las plantas vayan tomando forma y alcancen la altura deseada de 1.80 metros para que nadie pueda ver más allá del verde mientras camina", comentó a Télam Sofía Aldao Bombal, una de las integrantes de la familia que sigue de cerca este gran proyecto cultural y turístico.
La estancia Los Alamos se ubica a unos 20 kilómetros del centro de San Rafael, ciudad ubicada a 230 kilómetros al sur de la capital mendocina, y era un sitio que el célebre escritor solía visitar en el siglo pasado junto a su dueña, Susana Bombal.
La casona fue construida como vivienda fortificada contra los indios y es pionera en el turismo de estancias mendocinas, con confortables habitaciones que conjugan el refinamiento de lo artístico con los últimos detalles de confort y la gastronomía cuyana.
Como un testimonio del cuento de Borges "El jardín de senderos que se bifurcan" (1941), el laberinto concreta una idea que estaba guardada en un cajón desde hacía varios años, con sueños y coincidencias de distinta gente por la obsesión y el fanatismo que el gran escritor argentino poseía por las figuras laberínticas.