(DyN) El presidente Néstor Kirchner y el ministro del Interior, Aníbal Fernández, se reunieron anoche con el padre del chico, Víctor Ivarrola, y comprometieron la ayuda oficial. Fernández calificó como "verdaderas bestias" a los asesinos.
El crimen de Lucas Ivarrola, un chico de 15 años secuestrado en un Ford Falcon, torturado y asesinado presuntamente por tres hermanos -dos de ellos miembros de la Armada- que lo acusaban de robarles un televisor, sacudió hoy a la población, al Gobierno y a la Justicia..
Los sospechosos -Carlos Romero, cabo principal de la Armada; Jorge Romero, suboficial primero de esa fuerza, y Ramón Romero, que sería custodio de seguridad-, fueron detenidos acusados de "homicidio con ensañamiento y alevosía" y afrontan la posibilidad de recibir reclusión perpetua.
Mientras, amigos de la víctima quemaron la casa del padre de los acusados. Cinco de los incendiarios terminaron detenidos.
Además, el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, advirtió que este crimen produce mayor "repulsa" que otros porque están involucrados dos marinos y se trata de "un calco del accionar del terrorismo de Estado" en la dictadura. Y llamó "a la reflexión a aquellos que creen que debe echarse un manto de olvido sobre el pasado dictatorial".
Pero la jueza de menores del caso, Mirta Guarino, alertó de que el país "está lleno de Lucas" y le exigió al Estado "proteger a la infancia" porque -en un claro mensaje hacia el presidente Néstor Kirchner- "no basta con descolgar cuadros de la ESMA" para que algunos dejen de delinquir. El ministro Fernández replicó y le aconsejó que "no hable más".
Ivarrola no tenía antecedentes penales, pero tanto él como sus amigos fueron señalados por vecinos como los "ladrones" del barrio, según dijeron varios de ellos a la prensa.
La historia del crimen comenzó en la mañana de ayer martes, a las 9, cuando Lucas, de 15 años, estaba en su casa de la calle 12 de Octubre del barrio Las Catonas, en Moreno.
Tres personas llegaron hasta allí y, en medio de golpes, se llevaron al chico por la fuerza en un Ford Falcon verde, con vidrios polarizados. La madre los reconoció: dijo que eran los hermanos Romero, unos vecinos que acusaban al chico de haberle robado al padre de ellos un televisor y otros electrodomésticos y le exigían saber dónde los había vendido.
Con la denuncia, la policía arrestó a Carlos Romero, un cabo primero de 34 años, en su casa ubicada a solo dos cuadras de la de la víctima, en la misma calle, donde se secuestró un revólver calibre 32, un toallón blanco de la Armada con quemaduras y el Falcon, donde había un bidón con combustible.
Poco después el cadáver del chico fue hallado en un baldío situado en Berches y Del Pilar de la ciudad de Luján: lo habían golpeado violentamente con una barreta, le habían pegado tres tiros en la cabeza y le prendieron fuego cuando todavía estaba agonizante.
La fiscal María Gabriela Urrutia desmintió que le hubieran arrancado la lengua, la nariz, las orejas y las manos, como había trascendido inicialmente, pero hizo hincapié en la "saña inimaginable" y "brutalidad" de los asesinos.
La policía también detuvo a Ramón Oscar Romero (41), vecino de la zona, en un domicilio donde se secuestraron municiones calibre 22, bidones con querosén y nafta y una soga; y por la noche arrestó en la sede de la Armada, el Edificio Libertad (en el barrio porteño de Retiro), al tercer hermano, Ernesto Romero, suboficial primero de la Marina, a quien le encontraron balas 9 milímetros, una chapa patente y más recipientes con querosén.
Esta mañana, amigos y familiares de Lucas quemaron la casa del padre de los Romero donde, supuestamente, se habría producido el robo inicial. Por ello terminaron detenidos cinco jóvenes -dos de 16, 17, 19 y 21 años- señalados por los vecinos de ser parte de la "bandita" de la víctima, según trascendió. Más tarde, se supo que fue quemada también al menos la casa de uno de los acusados.
La jueza Guarino lamentó que algunos vecinos hayan aplaudido a los asesinos como diciendo "'bien muerto está'" y denunció el discurso de la "venganza pública".
"Acá está lleno de Lucas, todo el conurbano, Tucumán y Córdoba", dijo la jueza, que instó al Estado a preocuparse por la infancia porque "no basta con descolgar cuadros de la ESMA". Y llamó a "dejar este discurso oficial o ultraprogresista que dice 'a los chicos no hay que hacerles nada'" cuando delinquen.
En tanto, Duhalde dijo que el crimen causa "más repulsa" que otros pues están "imputados dos agentes de las Fuerzas Armadas".
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