Pasó un mes intentando ayudar a un perro callejero cuya cabeza estaba atascada en una jarra

Luego de un lapso de 30 días, la perseverante Teri Goodnight logró liberar a un canino de su angustia en el Condado de Montgomery

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Las técnicas de trampeo y paciencia de Goodnight permitieron que 'Jughead', ahora 'Buck', recuperara su libertad. (Teri Goodnight)
Las técnicas de trampeo y paciencia de Goodnight permitieron que 'Jughead', ahora 'Buck', recuperara su libertad. (Teri Goodnight)

Teri Goodnight recogió docenas de perros callejeros y los ha llevado a casas de acogida y rescates locales, pero cuando supo de Jughead, fue la primera vez: que vio algo similar: él vagaba por las calles del condado de Montgomery, Texas, con una gran jarra de plástico atascada en la cabeza. Nadie podía acercarse a él para ayudarle.

“Me sentí tan mal por él”, dijo Goodnight, de 45 años, que es una trampera de perros voluntaria y tiene dos perros propios, así como dos perros de acogida.

La mujer, quien bautizó al perro con el nombre de Jughead, se enteró por primera vez de la insólita situación a través de una publicación en Facebook. Se enteró de que el can se vio en esta situación cuando buscaba comida y tropezó con un comedero automático para gatos en el porche de la casa de alguien. Al comer con avidez, se le quedó la cabeza dentro.

Durante varios días, el perro anduvo por las calles con el recipiente -que desde ciertos ángulos parecía una jarra de agua- en la cabeza. La gente de la zona intentaba ayudarle, pero él tenía miedo y salía corriendo cada vez que alguien se acercaba. Afortunadamente, el comedero para gatos tenía un agujero en el lateral, que permitía al perro respirar.

Cuando Goodnight fue alertada sobre Jughead el 26 de octubre, supo que tenía que ayudar. “Soy una amante de los animales, pero sobre todo de los perros”, afirmó la mujer, que dedica sus días y noches a atraparlos.

Cada vez que se veía a Jughead, estaba con otro perro, al que la rescatista llamaba Red. Los perros estaban en la comunidad de Porter, a unos 30 minutos de donde ella vive en Willis. Goodnight planeaba capturarlos a los dos.

El primer día que los vio, “estaba muy asustado por todo”, dijo Goodnight sobre Jughead. “Sólo podía ver por un lado del contenedor”. Se dio cuenta de que era capaz de comer a pesar del contenedor, utilizando su abertura lateral para recoger comida. “Tenía tanta hambre que tuvo que ingeniárselas para comer con el recipiente puesto, y lo consiguió”, dijo Goodnight.

Atrapar a Jughead resultó ser el caso más difícil de Goodnight, quien utilizó comida caliente para atraerlo y un visor térmico para monitorear la trampa en la oscuridad. (Teri Goodnight)
Atrapar a Jughead resultó ser el caso más difícil de Goodnight, quien utilizó comida caliente para atraerlo y un visor térmico para monitorear la trampa en la oscuridad. (Teri Goodnight)

El proceso de captura, explica, puede ser difícil, sobre todo con perros que no confían en las personas. Suele colocar una trampa para animales vivos -una jaula grande que encierra a los animales que entran- en una zona cercana al perro objetivo. La llena de hamburguesas, pollo o beicon para atraer al animal.

Goodnight suele acampar en su coche durante horas, esperando a que lleguen los cachorros. Permanece a la vista de la trampa para poder vigilarla y utiliza un disparador remoto para cerrarla cuando los animales entran en ella.

Según la mujer, atrapar a Jughead ha sido su caso más difícil hasta la fecha. En 30 días hizo 25 viajes para atraparlo. Se negó a rendirse. En cada salida, llenaba la trampa con comida caliente, que preparaba con un quemador para crear el olor más fuerte.

Mientras que algunos perros callejeros no dudan en entrar en la trampa, otros -incluido Jughead- parecían aterrorizados. En varias ocasiones, Red entró en la trampa, pero Goodnight decidió que si solo lo atrapaba a él y no a Jughead, este sería más vulnerable. Poco a poco consiguió que Jughead se sintiera más cómodo con la trampa, dejándole comida cerca.

“Hubo tres días diferentes en los que estuve allí 24 horas seguidas. El resto de los días estuve más de 10 horas”, explicó, y añadió que tiene un visor térmico que le permite ver en la oscuridad. “Me pasaba allí toda la noche”.

“Quería asegurarme de que estaba allí intentando coger a Jughead”, añadió. Un perro con un recipiente de plástico en la cabeza era un espectáculo tan inusual que vecinos bienintencionados se involucraron e intentaron atrapar al perro por su cuenta, lo que provocaría la huida de Jughead.

“Salía corriendo y se largaba, y no volvía a aparecer hasta pasados dos o tres días”, explica Goodnight. “Es difícil hacer que la gente entienda que lo que están haciendo no está ayudando”.

A pesar de los contratiempos, Goodnight estaba decidida a salvar a Jughead y Red, que, según supo por alguien del vecindario, al parecer llevaban extraviados desde julio. Una vez que se ocupa de un caso, dice, “me comprometo al cien por cien a ayudar a ese perro a salir de la calle, tarde lo que tarde”.

Ella sabía que si no atrapaba a Jughead, en particular, estaría en peligro. “Era súper vulnerable a ser atacado por otros perros”, dijo Goodnight. “Ni siquiera sería capaz de defenderse. Aunque podía comer y beber, no estaba a salvo”.

Tras un mes de intentos casi diarios de atrapar a Jughead y Red, Goodnight lo consiguió el 24 de noviembre, que casualmente era su cumpleaños. Finalmente, Jughead se sintió lo suficientemente cómodo con la trampa como para entrar en ella.

“Me arrodillé y empecé a llorar”, dice Goodnight. “Literalmente lloré durante 10 minutos; sólo sollozaba”.

Tras ser nombrados 'Buck' y 'Archie', los dos perros ahora esperan ser adoptados y encontrar un hogar definitivo lejos de las calles. (Teri Goodnight)
Tras ser nombrados 'Buck' y 'Archie', los dos perros ahora esperan ser adoptados y encontrar un hogar definitivo lejos de las calles. (Teri Goodnight)

Una vez que Jughead estuvo seguro en la jaula, Goodnight llamó a otro trampero para que la ayudara a retirar el contenedor. Utilizaron unas tenazas para hacer palanca. “Tenía la cara muy hinchada”, dijo Goodnight.

Aun así, el perro parecía agradecido de haberse librado del contenedor. “No se asustó ni entró en pánico”, dijo Goodnight, señalando que el perro fue amable y dejó que ella lo acariciara. “Se notaba que estaba aliviado”.

Red también parecía contento. “Se dio cuenta de que el contenedor estaba vacío y se puso a lamer a su amigo canino y a mover el rabo”, dijo Goodnight, que llevó a los dos perros a un hogar de acogida, un acuerdo facilitado por East Texas Hoof and Paw Animal Rescue.

“Es una gran ayuda para los perros que no confían en la gente”, afirma Alyson Krumbholz, fundadora de la organización de rescate. “Requiere mucho trabajo”.

Se cree que Jughead -que ha sido rebautizado como Buck- tiene unos cuantos años y probablemente sea una mezcla de mastín o bóxer. Se cree que Red -ahora Archie- tiene la misma edad que su compañero y probablemente sea una mezcla de pastor australiano y border collie. Ambos perros están en la misma casa de acogida y, una vez esterilizados y aprobados por un veterinario, podrán ser adoptados.

“Se están abriendo y se están volviendo cariñosos y quieren atención”, dijo Krumbholz. Goodnight ha atrapado a otros dos perros desde que salvó a Buck y Archie, y no tiene planes de ralentizar sus esfuerzos de rescate.

“Es muy gratificante saber que un animal menos tiene que vivir en la calle”, afirmó.

(*) The Washington Post

(*) Sydney Page es periodista y escribe para la sección Inspired Life de The Washington Post, una colección de historias sobre la humanidad. Es colaboradora de The Post desde 2018.