El regreso de Gabriela Sabatini a Argentina reavivó chispas en una familia marcada por la distancia y la ausencia. ¿Hasta cuándo duelen los silencios? Mientras son muchos los que celebran el aterrizaje de la extenista a su tierra natal, el eco de un vínculo fracturado volvió a crecer: la distancia entre Gabriela y su hermano Ova Sabatini se hizo visible, otra vez, para todos.
No es una grieta nueva. Desde hace años, el distanciamiento de Gaby con su entorno más próximo es tema recurrente. El episodio más notorio de esta particular historia: su ausencia en el casamiento de Oriana Sabatini con Paulo Dybala. La postal del enlace, sin la tía célebre, resonó en redes y programas durante semanas. Nadie pudo ignorar la relación fracturada que dejó a la vista.
Dicen que todo comenzó tras el fallecimiento de la madre de Ova y Gabriela, Beatriz Garofalo, en abril de 2021. Adentro de la familia Sabatini, el duelo devino en desacuerdos que jamás llegaron a resolverse, o al menos no del todo. Aquella herida, lejos de cerrarse, parecería haberse profundizado con el tiempo.
Un cronista de Infama se cruzó con Gaby en la calle, mientras ella circulaba en bicicleta. Luego de responder brevemente sobre su pasión por el ciclismo y su emprendimiento de perfumes, la extenista se fue cuando le preguntaron por el bebé que espera su sobrina Oriana. “Te dejo” fue su respuesta antes de seguir su camino por las calles de Buenos Aires.
Frente a ese murmullo permanente, una voz se alzó para dar contexto, si es que alguna vez las palabras alcanzan. Catherine Fulop, esposa de Ova Sabatini, dialogó con Teleshow y, como quien teme perturbar aun más las aguas, eligió la cautela. Pero a veces, la prudencia también pesa: “Ya he hablado de Gaby. A veces hago comentarios. La verdad que últimamente no quiero hacer ningún comentario porque, ¿sabes qué? Ova se me pone demasiado triste”, declaró Fulop.
La actriz venezolana prefirió evitar dar detalles concretos, aunque su presencia mediática bastó para reactivar versiones y alimentar la tensión. “A veces la gente actúa y uno no sabe por qué. Nosotros, mucha parte de lo que fue la vida de Gaby no sabemos porque ella no está. Pero, bueno, cada uno hace lo que puede con su vida, con sus emociones y está bien. La queremos. Ella va a ser siempre mi cuñada”, se sinceró Fulop, como si buscara protegerse, protegerlos.
¿Puede una familia superar la sensación de orfandad cuando alguien decide alejarse? Fulop no tuvo respuestas. “Ya es un duelo que ya está, ya pasaron como dos años. Mira, no sabemos nada de ella, pero está todo bien. La verdad es que Ova es el más afectado, por supuesto. A mí me entristece, pero, bueno… Ya no duele como al principio. No sabemos nada de ella, eso es lo único que te puedo decir”, remarcó.
No hubo certezas, solo el paso del tiempo. Un duelo, un silencio, y un vínculo que se mantiene roto, aunque la familia insista en el cariño. En paralelo, Fulop deslizó un adelanto sobre sus próximos movimientos: “Me voy a estar yendo para Roma para el 17 de febrero para estar allá con Oriana”. El viaje tiende un puente sobre el océano, como si pudiera conectar ausencias, cerrar distancias, reparar lo que todavía arde.
Mientras todo esto sucede, el silencio de Gabriela Sabatini se erige como el gran protagonista. En contraste con las palabras de Ova, de Oriana, de Catherine, queda sola, escapando del ruido, refugiándose –o perdiéndose– en su propio mundo. ¿Habrá retorno? ¿Habrá una nueva foto juntos, una charla reparadora, un perdón? Por ahora, la respuesta parece perdida. El dolor ya no lastima como antes, aseguran. Pero aun persiste, agazapado, entre cada encuentro que no fue y en cada llamada que no llegó.