Julieta Poggio, la joven que trasciende los límites impuestos a su generación, volvió a acaparar la atención de miles. La finalista de Gran Hermano, quien después del reality logró construir una carrera multifacética como modelo, actriz, bailarina e influencer, se detuvo a recordar —casi a confesarse— ante su audiencia virtual.
¿Qué puede provocar que una figura pública, expuesta diariamente a cientos de rostros y saludos fugaces, tropiece con el olvido de un rostro? ¿Y qué ocurre cuando ese olvido termina en una anécdota que brota entre risas y asombro ante miles de seguidores?
Fue en el ciclo de streaming Rumis donde Julieta ventiló la historia. Frente al micrófono y la complicidad de sus compañeros, la joven soltó: “Esto que me pasó, literalmente, solamente me puede pasar a mí, chicos. Soy una persona que tengo mucha memoria, por ejemplo, para acordarme un chivo, leo algo, me lo acuerdo, me queda un dato en la cabeza, algo que me dijeron, pero con las caras soy muy mala”. La frase retumbó en los estudios. Juli desde el comienzo dejaba en claro que tiene la memoria afilada para nombres, datos y anécdotas, pero cuando el tema son las caras, la cosa cambia.
De este modo, la exGran Hermano relató con gestos y carcajadas cómo, en un reciente evento de lentes en el que acompañó a Fabrizio Maida —su pareja—, se cruzó con una chica que le resultaba conocida. El desconcierto le ganó la partida. ¿Quién no experimentó esa inquietud alguna vez? Observó cómo la joven, fija y algo incómoda, parecía esquivar el saludo, pero la educación pudo más. Julieta fue derecho a buscarla, la abordó, casi con la naturalidad de quien tiende la mano a una vieja amiga: “Voy, la saludo y le agarro así el brazo y le digo: ¿De dónde te conozco a vos?”.
Por un instante se instaló el silencio. Esa cara era realmente conocida. La muchacha respondió, apurada: “¿Del colegio?”. Julieta, aferrándose a esa tabla de salvación, le siguió el juego: “Te conozco del colegio”. A su lado, otra persona también le resultaba familiar, y en ese cruce de miradas y dudas, la conversación se volvió un derrotero de reminiscencias, ya que también interpretó que se conocían de épocas escolares.
La escena se transformó entonces en un vaivén de bromas y cercanía impostada: “Bueno, entonces le empecé a preguntar a la chica, le digo: ¿Qué gafas te gustan más? ¿Estas o estas? Yo copada, hablándole, amigas”, comentó. El trato, de improviso, se volvió de personas cercanas; charlaron, rieron. Todo parecía simple, salvo por una pieza suelta que no encajaba.
Al salir del lugar, Fabri se detuvo, serio, y le lanzó una pregunta cortante: “¿Ju, sabés quién es esa chica, no?”. El desconcierto se apoderó de la exparticipante de Gran Hermano, que confesó: “No, ¿quién es?”. La respuesta fue un dardo: su novio le recordó que aquella joven “es la chica con la que me cagó mi ex, que salió públicamente. Y no me acordaba, chicos, no me acordaba”.
“Y ustedes entienden que Juli fue la amiga. Vos haciéndote la amiga”, remató Tía Sebi, otro de los integrantes del panel del ciclo, en medio de las risas. La escena cerró con la incredulidad de Poggio, quien aun se mantuvo en su postura: “No, pero ella me confundió también porque me dijo del colegio”, lo que derivó en que todos traten de hacerle entender a la invitada que esa respuesta de la joven había sido solo para salir del paso.
Así, entre risas y equívocos, la influencer volvió a mostrar la humanidad detrás del personaje, el vértigo de una vida expuesta y la paradoja de una memoria infalible, pero selectiva.