El final de la noche de Cha Cha Cha en el Movistar Arena, que ya prometía ser inolvidable, terminó de hacerse histórico con un giro completamente imprevisto. Cuando el show parecía haber alcanzado su clímax y la ovación se preparaba para despedir a los artistas, Fabio Alberti tomó el micrófono y rompió el protocolo con un gesto que nadie esperaba: le pidió matrimonio a su novia, Leyla, en pleno escenario y ante un estadio repleto.
La secuencia fue tan sorpresiva como genuina. Una trompeta sonó como anuncio majestuoso y, en el bullicio del público y el elenco, el clima cambió de inmediato. No era un sketch ni parte del guion. El silencio expectante duró apenas medio segundo: los fans, los compañeros del elenco y hasta los técnicos procesaban lo que ocurría. El shock se vio en las miradas cruzadas, la pregunta flotando en el aire: ¿esto es real? Sí, lo era. Alfredo Casero tomó el micrófono y avisó: “Les mando un beso. Muchas gracias. Uno. (aplausos)” y enseguida, entre risas y con complicidad, anunció: “Pará un momento, tengo una sorpresa.”
El público vibraba y la sorpresa se desató cuando Fabio Alberti, con total espontaneidad, preguntó: “¿Cuánta gente hay acá? ¿Son todos testigos?” El estadio estalló en gritos y el sonido de una corneta, preparando el ambiente para una escena fuera de libreto. Alberti se dirigió a su novia presente y, delante de miles de personas, lanzó: “Leyla, ¿te querés casar conmigo delante de toda esta gente?”
La respuesta fue una ovación inmediata. Entre risas, ruidos de corneta y aplausos, Casero intervino con su característico humor: “Muchas gracias” y bromeó: “No me voy a bancar a algo así en tu cara, Santos.” Tomando el liderazgo de la ceremonia improvisada, insistió: “Silencio. Decí sí o no.” Desde el público, llegó al fin el grito esperado: “¡Sí!” seguido por gritos, ovaciones y la atmósfera eufórica de una noche que nadie olvidará.
Fabio Alberti, visiblemente conmovido, agradeció a todos los presentes: “Gracias por acompañarnos en esto. Llevamos como diez años acá... a todos los invito, un saludo a los que nos acompañan estos treinta años y que estuvieron atrás. Luego vamos al casamiento. Seguimos trabajando. Gracias, muchas gracias. Muchas gracias. En el peor, los peores momentos he estado siempre.”
El pedido de casamiento, genuino y espontáneo, sorprendió hasta al propio elenco y se vivió con una intensidad que solo el vivo puede generar, transformando el final de Cha Cha Cha no solo en una despedida magistral del humor argentino, sino también en una verdadera fiesta donde la emoción y la vida real se fundieron con el delirio sobre el escenario.
La respuesta fue una ovación inmediata. Gritos, aplausos y emoción auténtica. Convertido en protagonista absoluto, Alberti se jugó a corazón abierto, sin red y en el cierre de un espectáculo que había oscilado entre la genialidad y el absurdo. Lejos de cualquier remate humorístico o ironía, el pedido fue directo, frontal y sincero, y se vivió como uno de esos momentos que la memoria colectiva atesora para siempre.
El dato más sorprendente fue que ni el público ni el elenco tenían idea. No hubo guiños previos ni filtraciones típicas de shows tan grandes; fue una sorpresa total, que en tiempos de spoilers y reclamos de espontaneidad, alcanzó un valor incalculable.
Tras el sí esperado y celebrado, llegó el broche de oro: el público, de pie, coreó “Pizza Conmigo” y el Movistar Arena se convirtió ahora, ya definitivamente, en una fiesta atravesada por el ADN Casero: el absurdo, la emoción, lo popular y lo inesperado fusionándose en una despedida que quedará marcada en el recuerdo de todas las personas que estuvieron presentes en el estadio.