El pasado fin de semana largo, la familia Costantini vivió uno de los momentos más significativos y emotivos de su historia reciente: el bautismo de Kahlo Milagro, la hija de Eduardo y Elina, en el marco del Día de la Inmaculada Concepción de María—una fecha de profundo valor espiritual para la fe católica y para la familia, que considera a la pequeña como un verdadero “milagro” en sus vidas. A tan solo semanas de cumplir su primer año, Kahlo fue el centro de una ceremonia íntima, cálida y luminosa, que reunió a padres, familiares y amigos en un entorno marcado por el afecto y la devoción.
La jornada comenzó con la llegada de la familia a la iglesia, de arquitectura moderna y líneas puras, emplazada junto a un espejo de agua natural. El entorno, rodeado de vegetación y bañado por luz suave desde los grandes ventanales, sentó las bases de una atmósfera donde la naturaleza y la fe se dieron la mano para crear el marco de una celebración única. El video y las fotos que la pareja publicó en Instagram, y que pronto se viralizaron por su belleza, ofrecieron un retrato casi cinematográfico de la felicidad familiar y la solemnidad del acto.
El ingreso de Elina—radiante con una camisa de alta costura estampada y sosteniendo con ternura a su hija—y de Eduardo, elegante y visiblemente emocionado, quedó retratado en la memoria de todos los presentes. Kahlo, con un regio vestido de bautismo con volados de pétalos y una corona de flores blancas, fue recibida en brazos mientras ingresaba a la iglesia entre sonrisas y miradas cómplices. Durante la ceremonia, el padre Carlos Checo—mencionado especialmente en las palabras de agradecimiento de la familia—ofició el sacramento con calidez y humanidad, dando sentido a cada etapa del ritual.
Entre los momentos más conmovedores, las cámaras capturaron la profunda conexión entre cada integrante de la familia. Eduardo besó a Kahlo en la frente, Elina la abrazó y guio, y la beba—con sus grandes ojos azules—miró a su alrededor, curiosa, sonriente y por momentos estallando de risa, contagiando alegría a todos los que la rodeaban. Un plano en particular cobró valor simbólico: las manos de Kahlo intentando tocar el dedo de su papá, sintetizando la pureza del vínculo entre generaciones y la profundidad de la conexión familiar.
El bautismo se desarrolló bajo la luz natural, en un interior revestido de madera cálida, coronado por el momento central donde Kahlo, serena y arropada por su ropón, recibió el agua bendita en su frente, a veces dormida y otras atenta, en una entrega de confianza absoluta a los brazos amorosos y a la protección espiritual que sus padres quisieron plasmar en el acto.
Elina y Eduardo compartieron más tarde en sus redes sociales una selección de imágenes y un video con las postales más conmovedoras del día. Junto a ese material, eligieron una carta cargada de fe y gratitud que resume la dimensión especial del momento: “Hoy, en el Día de la Virgen, quien nos concedió el milagro de tener a nuestra hija, bautizamos a nuestra amada Kahlo. Un día lleno de luz, de bendición y de esa paz que solo llega cuando el cielo toca la tierra”. El texto continuó: “Kahlo, bebé del amor, fruto del amor de tus papás, hoy te entregamos a la protección de Dios, Jesús y María, para que su manto te acompañe, te guíe y te cubra siempre. Que su pureza, su ternura y su fortaleza sean tu camino”
Finalmente agradecieron: “Gracias Dios por este milagro que nos regalaste. Gracias Virgen por abrazar a nuestra hija en este día tan sagrado. Gracias familia y amigos por acompañarnos en este momento que guardaremos para toda la vida. Muchas gracias padre Carlos Checo por su cariño y espiritualidad. Kahlo Milagro Costantini. Nuestra luz, nuestro destino, nuestra bendición, el resultado del amor de nuestras vidas”.
Cada instante quedó documentado: la llegada, los gestos amorosos, la solemnidad del rito, la alegría contagiosa de la niña. El bautismo de Kahlo no fue solo un paso religioso, sino el sello de un viaje plagado de obstáculos, deseos y búsqueda, ahora transformado en fe tangible y agradecimiento. Para los Costantini, ese lunes 8 de diciembre será, sin dudas, un capítulo especial en su historia, una celebración de la vida, de la fe compartida y del amor que los une como familia.