César Mascetti, en anécdotas: bolas de papel, un café en la noche y un insólito regalo para Mónica

Lejos del presentador formal, el histórico conductor de Telenoche era un hombre cálido querido por todos sus compañeros

César Mascetti era el periodista riguroso que entrevistó a personalidades como Salvador Allende, Arturo Umberto Illia, Juan Domingo Perón, Raúl Alfonsín, Carlos Menem, George Harrison, Atahualpa Yupanqui y Jorge Luis Borges. El profesional que cubrió sucesos que se convirtieron en históricos como la tragedia del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya en los Andes (Chile, 1972), el retorno de Perón (Argentina, 1972-1973) y la muerte del dictador Francisco Franco (España, 1975-1976). Ese conductor serio y amable que durante trece años condujo Telenoche, cuando se apagaban las cámaras era un hombre cálido, divertido, al que apodaban el Gaucho porque conservaba esa bonhomía que traía desde su amado San Pedro. Algunas anécdotas para recordar a un gran periodista pero ante todo un gran hombre.

Un café en la madrugada

Era el año 1998 y César conducía en TN (Todo Noticias) Nave César, un programa periodístico pero no de actualidad. En cada emisión se narraban distintas historias como las de los sepultureros del cementerio de Chacarita, los mecánicos de los trenes, los guardias de la cárcel y otras profesiones que en general no suelen ser muy conocidas. El conductor, con un equipo de técnicos y productores iba hasta el lugar donde trabajaban, los entrevistaba y lograba que estos hombres comunes hicieran revelaciones poco comunes. Para uno de esos programas se decidió entrevistar a los rescatistas de montaña que trabajan en Mendoza. En tiempos donde se consideraba que invertir en producción no era un gasto, César viajó junto a una productora, un director de cámaras, un camarógrafo y un ayudante a esa provincia.

Era invierno y el frío arreciaba. Se decidió que una de las mejores tomas sería de noche. Se contrataron luces -los llamados tachos- para iluminar el lugar. El equipo comenzó a trabajar pero el frío no daba tregua. Las manos se congelaban y no había ni guantes, gorros ni camperas que alcanzaran pero siguieron con su tarea. César permanecía en el refugio, como conductor no era necesaria su presencia para armar luces y colocar cámaras. El equipo técnico trabajaba y en eso ven aparecer a César con un termo con café y varias tazas. “Muchachos, tomen algo que hace mucho frío”, invitó. Y no solo eso, se quedó con el grupo amenizando la tarea con chistes y comentarios optimistas, lejos de la pose de “conductor famoso”, pero cerca del “compañero entrañable”. Cuando llegó el momento de grabar lo hizo, sin mostrar síntomas de cansancio y mucho menos de fastidio. Sus compañeros todavía recuerdan ese programa no solo como un gran programa sino porque ese café en la medianoche fue más importante que el premio “a la mejor puesta”.

Un profesional de las bolas de papel

Con la conducción de Mónica y César, Telenoche llegó a medir 20 puntos de rating. El conductor solía encargarse de las entrevistas a políticos donde se lucía por respetar una idea base del periodismo. “Adhiero al golpe en la mandíbula del entrevistado. No el golpe bajo que es otra cosa muy distinta”, sostenía. Todavía se recuerda cuando el 15 de febrero de 1999 en medio del apagón histórico de Edesur que dejó a 600 mil usuarios por 11 días sin energía, el conductor puso contra las cuerdas a los funcionarios de turno. “Allí surgió de la noche a la mañana, la revelación de que todo estaba (o está) mal hecho. Las privatizaciones, las regulaciones, los contratos, todo. Es el país del descontrol. Fue la noticia que más rabia me dio de los últimos tiempos”, afirmaba.

Otra cobertura que lo marcó a fuego fue el atentado a la AMIA. “La muerte y el horror ya estaban instalados. Un grupo de bomberos removía escombros buscando sobrevivientes. De pronto hubo un nuevo derrumbe que arrastró al equipo de rescate. Y yo grité algo así como. ¡Basta, otro más no! No pude contener la emoción, la angustia”, recordaría en una entrevista del 2003.

César Mascetti en 1965 comenzó a trabajar en el diario Clarín, en 1968 pasó a La Razón y en 1971 inició su carrera en Canal 13 -Foto NAzzzz

Uno de los momentos más graciosos lo vivió el día que debía darle paso a un informe económico de Marcelo Bonelli y lo presentó como Marcelo... Tinelli. “Toda mi seriedad, mi compostura, el ámbito sobrio de Telenoche se fueron al diablo en ese instante”.

Su experiencia, confianza y naturalidad causaba la admiración de todos los que compartían piso con él. Al presentar las noticias, apenas leía el telepronter, la pantalla donde aparecen escritas las presentaciones, y daba las noticias casi sin necesidad de recurrir a ese soporte técnico. En tiempos donde la rutina del noticiero todavía se presentaba en papel, él le pegaba una lectura inicial. Con el noticiero al aire, entre nota y nota se divertía haciendo bolas de papel con las hojas de la rutina y con certera puntería se las arrojaba a sonidistas y camarógrafos. En el estudio se contenían las carcajadas, lo que no se contenía era la admiración por alguien que realizaba su trabajo de modo tan profesional y distendido que hasta “jugaba” con el equipo.

Que la fobia no te impida hacer un gran programa

César padecía de claustrofobia, ese miedo irracional a los lugares pequeños o abarrotados. Para subir al estudio de Telenoche se podía utilizar el ascensor o las escaleras y él obviamente siempre elegía la segunda opción. En Canal 13 todos los sabían y por eso nadie se sorprendía cuando lo cruzaban en los peldaños. Para otro de los programas de “Nave César”, a Milena Zapata una de las productoras más brillantes y creativas de la emisora, se le ocurrió mostrar cómo trabajaban los recolectores de residuos que noche a noche recorren la ciudad. Con el director de cámaras idearon una puesta impactante. Comenzarían con un plano cerrado de César, para luego abrirlo y que el espectador lo descubriera metido dentro de un camión recolector.

La idea visual y televisivamente era excelente, pero se topaban con el problema de la claustrofobia. César los escuchó con atención y lejos de descartar la idea se entusiasmó con la propuesta. El día de la grabación, aunque nervioso, logró dominar su fobia y grabar en la caja del camión. Además afrontó otro problema. El vehículo que se usaría para el programa habitualmente recogía la basura. Aunque la empresa durante tres días lo sacó del recorrido y se encargó de lavarlo a fondo, el olor que emanaba era insoportable. El equipo no pudo reprimir algunas arcadas. Al momento de grabar, César no solo dominó su fobia, sino que hizo todo el programa con una sonrisa que en ningún momento dejó entrever que algo olía más que mal en ese programa.

Un regalo práctico

Con Mónica se conocieron en 1971 cuando él era un periodista debutante y ella ya había hecho carrera en Telenoche. Él comenzaba a mirarla pero ella no lo registraba. “Para mí, César era un antipático, caracúlico y él me veía como la chica bien de Barrio Norte, muy frívola”. Pero un día se acercó mientras ella editaba una nota y comenzaron a hablar era el año 1978. Para el 7 de junio, Día del Periodista, el productor Eduardo Metzger los invitó a cenar a su casa. En el tocadisco sonaba una balada de Neil Diamond, no solo se dieron el primer beso, también se dieron cuenta que querían estar juntos.

César Mascetti y Mónica condujeron Telenoche durante 13 años. Foto NAzzzz

Comenzaron un romance que prefirieron ocultar. En el verano del 79, César cubría el carnaval en Bolivia y Mónica el de Río de Janeiro. Se mandaban telegramas en clave, firmados con seudónimos para que no los descubrieran. Así acordaron encontrarse en la Isla Bella, en Brasil a prueba de curiosos. Al llegar descubrieron que el hombre que los transportó en balsa hasta la isla era ¡argentino! “Por suerte no sabía que con las fotos que nos sacó hubiera hecho felices a las revistas argentinas, recordaría Mónica. Empezaron a convivir. Primero en el departamento de él al que apodaban “el palacio” por lo pequeño, luego en la casa de Barrio Parque de ella y finalmente en una hermosa casona de San Telmo que compraron juntos.

“Me di cuenta de que Mónica es la mujer ideal, capaz de estar en la mesa más aristocrática y de ponerse las botas de goma y estar a mi lado” decía él, enamorado. “Es un tipo sensacional, de mucha pureza, sin vueltas” lo halagaba ella. En medio del éxito de Telenoche, ambos reconocían que no les gustaba ir a eventos ni a fiesta sino que lo que más les gustaba era ir a San Pedro, caminar por el campo y ver el amanecer. Quizá por eso, Mónica no se extrañó con el regalo que César le hizo para su cumpleaños número 60: un tractor.

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