Del amor platónico y adolescente en un crucero a la decisión que les cambió la vida para siempre

Ella de Argentina, él de Venezuela, comenzaron una relación de amistad que se sostuvo en el tiempo. A ella le había gustado, pero él no daba señales aunque estaba fascinado. Luego de esos días soñados sumergidos en un jacuzzi sostuvieron su vínculo gracias a las redes sociales. La coincidencia que propició el primero de los encuentros y el sello de una historia de amor

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Paula Font y Alejandro Pacífico a poco tiempo de conocerse
Paula Font y Alejandro Pacífico a poco tiempo de conocerse

El mismo enero de 2013 que Barack Obama asumía su segunda presidencia, Paula Font y Alejandro Pacífico de 16 y 17 años, llegaban al puerto de Miami sobre la Bahía Biscayne para embarcarse junto a sus respectivas familias y vivir unas vacaciones all-inclusive en un crucero de lujo por el Mar Caribe. Los Font viajaron desde la ciudad de Buenos Aires con sus cuatro hijas y, sin conocerse, los Pacífico volaron desde Caracas, Venezuela, junto a sus dos hijos. Ninguno sabía de la existencia del otro hasta el momento, sólo tenían claro que eran adolescentes, estaban en un barco de ensueño y lo iban a disfrutar al máximo. “Típica, los latinos viste que tenemos eso de ponernos a hablar. Había un jacuzzi en el que éramos todos jóvenes mexicanos, venezolanos, argentinos, chilenos, y nos pusimos a charlar, pegamos muy buena onda, y a mí me gustaba, yo le gustaba pero nunca pasó nada”, resume ella el comienzo de su historia de amor con Alejandro. Paula recuerda que mientras hablaba con sus dos nuevas amigas caraqueñas, “alguien” miraba atento. “La primera vez que lo vi, yo estaba hablando con la hermana y con la prima, y llega él desde la otra punta y se sienta todo tímido, y me acuerdo que me costaba sacarle charla”, evoca risueña mientras se le hunden más que nunca los hoyuelos que delatan una nostalgia feliz.

Los padres Font y Pacífico entendían poco por qué, de todas las increíbles instalaciones de semejante embarcación, sus hijos elegían día y noche pasársela remojados en el jacuzzi, “andábamos todos los días para arriba y para abajo”, cuenta él con su característica expresión caribeña. Aunque Florencia, la hermana de ella, fue la primera en descubrirlo, “ese chico no te saca los ojos de encima, es re lindo, ¿no estarías con él?”, advirtió. “Sí, pero es difícil llegar a él -decía Paula-, no tiene charla, es muy tímido”. Tal vez la mudez de Alejandro era pura fascinación, “me acuerdo la primera vez que la vi me llamó mucho la atención su pelo”, revela él, mientras ella desliza, seductora, su mano por la larga melena castaña. Cuestión: sólo cinco días de crucero bastaron para que el “hilo rojo” que unía a Paula y Alejandro se anudara fuertemente.

Lo cierto es que en el verano de 2013 no se concretó ningún arrime íntimo, “buena onda nada más”, aporta él, “ni beso, ni mano, nada”, suma ella. Pero, una vez más, la magia de Zuckerberg y Tomlinson -creadores de Facebook y el correo electrónico- hicieron que el amor siga su curso, “intercambiamos mail y Facebook, -cuenta ella y, con la mirada en el pasado, agrega apuntándolo-. Me acuerdo que apenas bajamos del crucero me había llegado tu solicitud de amistad”.

A partir de ahí mantuvieron el contacto esporádicamente, hasta que una nueva red social les dio un empujoncito: “En diciembre de 2013, para Año Nuevo, posteo una foto en Instagram, él me la comenta, yo le escribo por WhatsApp y ahí empezamos a hablar -enfatiza Paula-, empezamos a hablar literalmente por videollamada todos los días”. Ahora el vínculo ya no era más Venezuela-Buenos Aires, como cuenta Alejandro, “Ya en ese tiempo yo me había mudado a los Estados Unidos para estudiar en University of Wisconsin-Milwaukee por una beca de fútbol”.

Paula y Alejandro comenzaron a hablar todos los días por videollamada
Paula y Alejandro comenzaron a hablar todos los días por videollamada

Como si sus destinos estuvieran guionados, en febrero de 2014 la suerte hizo que al casamiento de Lucía -la hermana mayor de Paula-, viajara desde norteamérica Erin, una estudiante de intercambio de Rotary que habían alojado los Font en el 2001, con quien siempre mantuvieron la amistad. La diferencia es que la Paulita de 5 años que había conocido Erin, ahora era una reciente egresada del Espíritu Santo, de Floresta. Sus amigos extranjeros le ofrecieron que fuera a estudiar a una universidad en USA y esta vez ellos serían sus anfitriones. “Siempre había sido mi sueño hacer un intercambio, entonces obviamente dije ‘sí, voy’, y empecé a averiguar”, relata Paula. Por esas casualidades (o no), Milwaukee apareció enseguida en su radar. “Como Wisconsin no es muy conocido, yo le decía que se fijara en universidades de Chicago, que estaban cerca de donde yo vivía”, aporta Alejandro. Cuando ella les contó a los amigos yankees que tenía un amigo estudiando por Chicago, ellos le pidieron la ubicación del “amigo” y, ¡bingo! La futura casa de Paula en Estados Unidos quedaba a sólo 20 minutos del chico que le había robado los suspiros en el crucero del 2013. “Esa fue la coincidencia -o no- que, de todo lo grande que es Estados Unidos, justo Ale vivía tan cerca de la casa de Erin y Andy”, recuerda ella con el mismo entusiasmo de hace diez años.

“Viste cuando te tiemblan las manos porque le vas a contar algo a alguien que es muy ‘wow’ -dice ella tipeando a gran velocidad en un celular imaginario-, no lo podía creer. Y en ese mismo momento le mandé un mensaje a Ale que decía, ‘Literalmente estamos a nada, ¿lo podés creer?’”. Si bien había mucho cariño en sus conversaciones, jamás se hubieran imaginado que iban a terminar siendo vecinos. “Nunca creímos siquiera que nos íbamos a volver a cruzar”, explican a dúo. Entonces el “me re gustás”, “como me gustaría estar con vos”, y otras tantas propuestas hipotéticas que descaradamente se tiran en un chat, ahora estaban a días de poder concretarse. Y lejos de “achicarse”, los amigos de verano se motivaron con lo que venía y apretaron el acelerador a fondo, “ya de por sí hablábamos bastante y a partir de que supimos que íbamos a estar tan cerca empezamos a hablar mucho más todavía”, define Paula. La conversación iba más por el lado de la excitación que genera la probabilidad de que se formalice lo imposible, “che, nos vamos a terminar viendo, se va a dar”, con la entonación propia de quien anuncia que se ganó la lotería.

El 17 de enero de 2015, dos años después de embarcarse rumbo a Miami, Paula se aventuró con destino a Milwaukee, “¿Y nos vimos ese mismo día, no?”, pregunta ella a quien hoy es su marido, “Sí -sonríe él-, a la noche”. Después de tanto chat, videollamada y noches sin dormir, por fin llegó el reencuentro inolvidable, “Me acuerdo que no le podía ni abrir la puerta -dice Paula, mientras Alejandro asiente jocoso, y sigue-, si me tomaban las pulsaciones las tenía a mil”. El venezolano hace hincapié en ese momento único de la segunda primera vez: “Tenía muchos nervios de volver a verla. A pesar del buen feeling que teníamos, una cosa era verla a través de la pantalla pero ahora la vería en persona. Y creo que a partir de ahí estas emociones que uno sentía a través de la pantalla -dice él indicando un movimiento intermitente con la mano- terminaron de explotar”, y finalmente se suelta, “Hay un contacto físico que realmente hace falta porque a través del teléfono alguien te gusta, te cae bien pero no es lo mismo en el día a día. Si te gusta una persona pero sabés que nunca la vas a ver tus objetivos terminan siendo otros, puede ser un gran amigo, pero apuntás a otra cosa en tu vida. Pero cuando nos encontramos el feeling y la química -repite y a medida que va formando la frase su sonrisa se va estirando al máximo- fue mucho más de lo esperado”. Aunque no fue tan así para ella, “Milwaukee, 30 grados bajo cero, y me acuerdo que el primer beso fue más un pico que otra cosa”, dice con un dejo de decepción, recordando lo que le disparó la mañana siguiente apenas lo vio, “Si de verdad besás así, besás horrible, le dije, ‘¡Dame un beso de verdad!’. Y me acuerdo que yo tuve que encarar ‘el beso de verdad’, vos estabas todo tímido”, le echa en cara con humor. Al parecer, el segundo beso surtió efecto, y así pasaron los días, luego los meses, mientras que Paula de Floresta y Alejandro de Caracas se hicieron más inseparables que nunca. Pero nuevamente llegó la hora de separarse: a los seis meses exactos terminó el intercambio universitario y ella tuvo que volver a casa con mamá y papá. “Ese último mes fue muy duro”, sostiene Alejandro.

Las despedidas en los aeropuertos comenzaron a pesar mucho entre ambos, quienes se habían enamorado
Las despedidas en los aeropuertos comenzaron a pesar mucho entre ambos, quienes se habían enamorado

El 17 de julio Paula volvió a pisar suelo argentino, pero dicen que cuando un “hilo rojo” une a dos personas, este se puede estirar, contraer o enredar pero nunca romper, entonces el próximo encuentro ya estaba planeado, incluso antes de despedirse en el Milwaukee Mitchell International Airport. Entonces el típico viaje de diciembre para visitar a su familia por las fiestas en Venezuela, terminó siendo la excusa perfecta para darse una escapada sorpresa a ver a su amada en Buenos Aires. “Viniste de sorpresa porque me dijiste que llegabas a mitad de enero y llegaste el 8″, detalla ella. En resumen, la pareja durante 2016 compartió 13 días en enero en Buenos Aires, otros 92 días entre mayo y julio en la city porteña, con escapada a Caracas para conocer a los suegros de la novia, más 7 días en Wisconsin y, sobre todo, 253 largos días de estar pegados a las pantallas de sus celulares sosteniendo “el hilo” entre los continentes americanos Sur y Norte. “El tema era saber cuándo mierda se iba a terminar la distancia”, dice categórica Paula que, aunque se nota que no es de decir malas palabras, se toma una licencia para describir la impotencia del momento pasado.

La pareja enfrentó el mayor obstáculo que fue la distancia y continuó adelante con sus planes
La pareja enfrentó el mayor obstáculo que fue la distancia y continuó adelante con sus planes

Finalmente, el mismo enero de 2017 que Barack se iba para dejarle el mando a Donald, Alejandro Pacífico cruzó el Atlántico para desembarcar en Buenos Aires y unirse definitivamente con su novia. Los chicos, todavía de 22 y 21 años, ese primer año y medio vivieron en la casa de los Font, “Siempre agradecido a mis suegros”, reconoce él. En el 2019 llegó la convivencia real: se mudaron juntos a un departamento por la zona. Fueron pasando todas las “pruebas”, tanto, que ese mismo año decidieron abrir su propio emprendimiento de decoración y comprometerse. “Él siempre dijo que iba a hacer alta propuesta, bla, bla, bla, y nunca la hizo”, rezonga divertida Paula. “Me vine a vivir hasta acá”, responde él con cariño.

El 2 de marzo de 2022 dieron el “sí, quiero” en el civil de Recoleta, enlace que vino con la más maravillosa de las sorpresas: “Salgo del civil, estaba yendo a buscar la torta y me empecé a descomponer mal, me tuve que sacar el vestido, le decía ‘Ale, voy a vomitar’. Yo culpaba al sándwich de queso y salame que me había comido antes de la ceremonia… y en realidad estaba embarazada”.

El 2 de marzo de 2022 dieron el “sí, quiero” en el civil de Recoleta, enlace que vino con la más maravillosa de las sorpresas: Paula estaba embarazada
El 2 de marzo de 2022 dieron el “sí, quiero” en el civil de Recoleta, enlace que vino con la más maravillosa de las sorpresas: Paula estaba embarazada

Benjamín nació el 12 de octubre de 2022 y justo un año más tarde, tal vez a modo de sellar esta hermosa historia de amor, el 14 de octubre de 2023 se casaron por iglesia en la Basílica San Antonio de Padua, de Villa Devoto. “Aprovechamos e hicimos un 3 x 1: lo bautizamos a Benja, festejamos el año y nos casamos”, dice Paula.

Benjamín nació el 12 de octubre de 2022
Benjamín nació el 12 de octubre de 2022

Además de una familia y un hermoso hijo, su amor les dejó una lección de por vida: “Es muy fuerte la relación a distancia, más cuando son muchos kilómetros, había tres horas de diferencia horaria y hay que tener paciencia porque nunca sabés bien cuándo te vas a volver a conectar”, dice ella, a lo que Alejandro reflexiona: “Hay que ser bastante fuerte de mente y confiar en la otra persona porque tu no ves lo que hace, no estás en el día a día; hay que estar distraído con otras cosas. Es muy importante aprender a confiar en la otra persona, porque te puedes llevar muy bien como te puedes llevar muy mal, y tener un objetivo claro de lo que quieres”. Según ambos, lo que sigue es seguir aumentando la familia, “Nos gustaría tener uno o dos más”.

El 14 de octubre de 2023 se casaron por iglesia en la Basílica San Antonio de Padua, de Villa Devoto para sellar la historia de amor
El 14 de octubre de 2023 se casaron por iglesia en la Basílica San Antonio de Padua, de Villa Devoto para sellar la historia de amor

Una nueva muestra de la antigua leyenda china: existe un hilo rojo invisible que conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, a pesar del tiempo, el lugar, y las circunstancias.