La incansable atleta que hizo 16 triatlones en 16 días: "Todo depende de la cabeza"

Oriunda de Las Condes, Chile, Valentina Carvallo se sometió a un desafío que combinó natación, ciclismo y running en las 16 regiones del país trasandino. En diálogo con Infobae, la deportista reveló los pormenores de la aventura que quedó registrada en el documental "39 Latitudes"

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En 2013, Valentina Carvallo hizo historia en el Ironman de Pucón al convertirse en la primera triatleta chilena en obtener el primer lugar. Tiempo después, a mediados de abril del año pasado, se coronó en los 21K femeninos de la Maratón de Santiago. Y más tarde, en noviembre pasado, venció en la prueba ciclista del Desafío Trek Subaru.

Con estos pergaminos (algunos de los que decoran su destacada trayectoria) la oriunda de la localidad de Las Condes se animó a mediados de febrero a un desafío de alta exigencia: realizar 16 triatlones en 16 días, recorriendo las 16 regiones del país trasandino.

Así pasó por Arica, Iquique, Antofagasta, Copiapó, Coquimbo, Valparaíso, Rancagua, Santiago, Talca, Ñuble, Concepción, Temuco, Valdivia, Puerto Varas, Coyhaique y Punta Arenas para completar el camino de una admirable gesta que quedó registrada en el documental 39 Latitudes, un material que se lanzó en los últimos días.

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Para Valentina, de 32 años, fue una experiencia nueva. Nunca se había sometido a una prueba similar en un período de tan corto tiempo. En total fueron más de mil kilómetros entre natación, bicicleta y trote que la llevaron a recorrer cada extremo del país, a pesar de que en varios pasajes creyó que no iba a lograrlo, cuenta a Infobae.

Aunque su intención era realizar la prueba con la distancia Sprint (750 metros de natación, 20 km de ciclismo y 5 km de carrera a pie), desde la organización le indicaron que no se podía, por lo que debió competir en la distancia Olímpica (1.500 m de natación, 40 km de ciclismo y 10 km de carrera a pie).

El reto no implicó una preparación especial para ella, sino más bien continuar con su rutina habitual de entrenamientos. Su cuerpo está preparado para someterse a un gran gasto energético. "El fin de semana anterior había competido en el Ironman de Pucón (terminó tercera)", recuerda la atleta durante una entrevista con este medio, y agrega que los días previos los aprovechó para descansar.

Durante todo el recorrido, Valentina estuvo acompañada por su familia, que ofició de equipo de apoyo. Viajando a bordo de una casa rodante, ellos contemplaron sus necesidades, desde masajes para favorecer la recuperación hasta encargarse de la dieta especializada basada en altos valores de proteínas y carbohidratos. Junto a ella estuvieron su esposo, sus hermanos, un cuñado y también su hijo Lucas, de un año y tres meses.

La maternidad nunca alteró sus planes. Tampoco le implicó que en su momento se aleje de la actividad. Al contrario, confiesa que nadó y corrió "hasta los nueve meses de gestación". Y luego, a los dos meses del nacimiento del bebé, retomó los entrenamientos. Lejos de complicarle la rutina, "el triatlón es un deporte que te enseña a ser disciplinado y organizado como para ser deportista y mamá", asegura.

Lucas, que por entonces tenía apenas 8 meses, acompañó a su mamá y viajó siete horas diarias. Estuvo al cuidado de su padre y "se portó muy bien", comenta Valentina. Y acota: "Fue la alegría del motorhome". Él, junto a su marido que se tomó vacaciones en esos días y fue quien la impulsó a llevar a cabo el 39 Latitudes, fueron los principales soportes para cuando la idea del abandono merodeaba por su mente.

Es que más allá de sus condiciones la travesía no le resultó sencilla. Todo lo contrario. Durante algunos tramos la pasó bastante mal. "En muchos momentos lloré, quise abandonar y pensaba que no lo lograría, pero siempre encontraba fuerza en mi cabeza y el apoyo de la gente que me acompañaba, de mi familia y de mi entorno", relata.

El viaje tuvo dos fines. Por un lado, a partir del documental "poder mostrar esta disciplina en todas las regiones y ayudar con mi granito de arena a que se masifique aún más este deporte que es maravilloso". Y por el otro, demostrar a la gente y, en especial a las mujeres, que no hay barreras cuando se trata de certámenes rudos, que demandan una gran resistencia física. "Hay que atreverse a tener sueños, a soñar diferente y a ponerse objetivos ambiciosos. Todo depende de la cabeza", sentencia.

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Ahora, de cara a futuro, Valentina tiene un objetivo que asoma en el horizonte: los Juegos Olímpicos de Tokio. Una meta que anhela con ansias para sacarse la espina de no haber estado en Río por una lesión. Pero para llegar a la tierra del sol naciente cuenta que debe mejorar: "No he tenido los mejores resultados en el agua. Tengo que hacerlo porque mi objetivo no es solo ir a participar. Yo voy a competir".

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