Por qué es clave la asociación público-privada en la ciencia, según la bioquímica que revolucionó la agrobiotecnología

La Dra Raquel Chan recibirá esta tarde el premio Fundación Bunge y Born por su trabajo pionero en semillas tolerantes a la sequía. En diálogo con Infobae, repasó cómo se logró el avance científico que lideró, explicó por qué es amigable con el medio ambiente y contó su nuevo proyecto

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La doctora Raquel Chan fue galardonada con el premio Bunge y Born por su labor en agrobiotecnología
La doctora Raquel Chan fue galardonada con el premio Bunge y Born por su labor en agrobiotecnología

¿Cómo se forman las galaxias? ¿Cómo se comunican las células entre sí? ¿Por qué algunos animales pueden regenerar partes de su cuerpo y otros no? ¿Cómo funciona el cerebro humano? Y dos preguntas fundacionales: ¿Cómo se originó la vida en la Tierra y cómo evolucionan las especies?

Las preguntas fundamentales de la naturaleza o la realidad son el punta pie de la ciencia básica, la que permite el conocimiento y comprender los principios subyacentes del mundo. Si se lo lleva al extremo: la ciencia básica por sí sola no sirve para nada. Pero... sin ciencia básica no hay ciencia aplicada.

Es sencillo: sin los estudios de la matemática y la física — ambas ciencias básicas— no existiría la ingeniería. Es decir, no habría máquinas, edificios, elementos de la vida cotidiana. Sin biología, química —y otras muchas— no existiría la medicina y las ciencias de la salud. Sin biología, química, física, matemática, botánica, zoología no existiría la agricultura.

La pregunta de la doctora Chan

La tecnología HB4 es una respuesta argentina a los desafíos climáticos en la agricultura (NA)
La tecnología HB4 es una respuesta argentina a los desafíos climáticos en la agricultura (NA)

La doctora en bioquímica Raquel Chan, especialista en biología molecular y celular de plantas y en ingeniería genética, no es famosa para el gran público, pero merecería serlo. Aplica su investigación en ciencias básicas a la agrobiotecnología y la creadora de productos que hoy Argentina vende al mundo, como la tecnología HB4 de tolerancia a estrés por déficit hídrico en girasol, y luego incorporado a la soja, el trigo y el maíz para sostener rendimientos en climas adversos y durante sequías.

A inicio de los años ‘90, Chan se embarcó en un viaje de descubrimiento que comenzó con una simple observación de la naturaleza. En un diálogo con Infobae, contó que el gran logro de las semillas HB4 surgió de una pregunta simple: ¿por qué algunas plantas pueden tolerar la falta de agua durante más tiempo que otras? “Esto es algo evidente, cuando uno se olvida de regar las plantas que tiene en su casa, algunas sobreviven y otras se marchitan. Entonces dijimos, ‘obviamente, alguna plantas tienen cosas que las otras no tienen que les permiten sobrevivir más tiempo’”. Ese fue el punto de partida.

Sin embargo, identificar esas características de las plantas más resistentes a la falta de agua no era tarea fácil, especialmente hace 30 años, cuando la tecnología y el conocimiento eran más limitados que en la actualidad. Por otro lado, la investigación científica requiere financiamiento y, se sabe, en Argentina esto es particularmente difícil. La científica y su equipo podrían haber seguido adelante trabajando con plantas no comestibles, como los cactus, por ejemplo, pero esto ¿a quién le serviría? Los cactus no se comen. Entonces, Chan y su equipo decidieron estudiar el girasol, un cultivo de gran importancia económica para el país.

El girasol, con su complejo genoma, que fue revelado recién en 2017, presentó numerosos desafíos. Las plantas —explicó la bioquímica— poseen entre 20.000 y 50.000 genes, y entre ellos, hay genes “maestros” que controlan otros genes en cadenas metabólicas, es decir que actúan como interruptores que activan o desactivan rutas metabólicas. El equipo de Chan trabajó sin descanso, incluso sin tener acceso a la secuencia genómica completa del girasol.

La doctora Chan junto a su equipo del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (IAL, CONICET-UNL)
La doctora Chan junto a su equipo del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (IAL, CONICET-UNL)

Para entender la función de cada gen, lo insertaban en un vegetal llamado Arabidopsis thaliana. Esta “es una planta modelo, no sirve para nada, o sea sirve para estudiar, no tiene uso, ni es un cultivo, no es ornamental, no es nada”, describió, pero fue elegida por la comunidad científica mundial debido a su pequeño genoma, conocido desde el año 2000.

El descubrimiento clave de la doctora Chan y su equipo llegó con el gen HaHB4 del girasol. “H a” representa el nombre científico del girasol, “HB” significa un tipo particular de gen, y “4″ es un número de orden del laboratorio. Al insertar este gen en Arabidopsis, la planta mostró una tolerancia extrema a la sequía. En lugar de cerrar los estomas (pequeños orificios en las hojas) como respuesta común al estrés hídrico, el gen HaHB4 “engañaba” a la planta haciéndole creer que había agua disponible, permitiéndole crecer por más tiempo.

“Lo que hace ese gen es enceguecer la planta a la sequía. Le dice a la planta ‘acá hay agua’, entonces, como la planta se cree que hay agua, sigue creciendo. Después se va a morir porque cuando no hay agua, no hay agua, y las plantas necesitan agua. Lo que hace la planta es seguir creciendo como si tuviera agua porque está ciega, no puede ver. Entonces cuando llueve de nuevo la planta revive y sigue para adelante. Si no llueve nunca más, se muere igual”, explicó.

Es una forma de “tolerancia”, no de “resistencia” porque resiste sin agua más tiempo, pero no de manera indefinida. “No sé si es el único gen con esta funcióin porque el 80% no están estudiados, seleccionamos uno que servía para esto. Falta mucho por saber”.

El primer paso fue investigar la tolerancia natural de las plantas, luego se produjo el desarrollo de semillas que desafían la sequía (Imagen Ilustrativa Infobae)
El primer paso fue investigar la tolerancia natural de las plantas, luego se produjo el desarrollo de semillas que desafían la sequía (Imagen Ilustrativa Infobae)

Premio Fundación Bunge y Born 2023

Este es un simple pantallazo del logro más representativo de la carrera de esta científica que esta tarde se hará acreedora de un nuevo reconocimiento por su labor. En la 60º entrega de este galardón a científicos argentinos fue elegida Premio Fundación Bunge y Born 2023 en Agrobiotecnología por un destacado jurado.

Además, se otorgará el Premio Estímulo 2023 en forma compartida a los doctores en Ciencias Biológicas Gabriela Soto y Federico Ariel. El acto de entrega, será en el Centro Cultural Kirchner (CCK), desde las 18.30 de hoy.

Se trata de tres profesionales que se destacan a nivel internacional en agrobiotecnología, disciplina que aplica métodos y conceptos de la biología molecular al mejoramiento de alimentos como cereales, verduras y frutas.

Todos los años la Fundación Bunge y Born conforma un Comité de Selección y un Jurado, integrado por destacados científicos nacionales e internacionales, para definir los premiados de cada categoría. Este año estuvo conformado por el doctor Néstor Carrillo (Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario-IBR) como presidente, y por la doctora Edith Taleisnik (CONICET, Universidad Católica de Córdoba), como vicepresidenta. Los vocales fueron: la doctora Gabriela Amodeo (DBBE, FCEN, Instituto de Biodiversidad y Biología Experimental -IBBEA - UBA - CONICET); el doctor José Manuel Estévez (Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Buenos Aires - IIBBA y Fundación Instituto Leloir - FIL); y la doctora Mirtha Flawiá y el doctor Jorge Muschietti, ambos del FCEN, UBA, Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular “Dr. Héctor N Torres” - INGEBI.

La doctora Chan en su laboratorio del IAL
La doctora Chan en su laboratorio del IAL

De la ciencia básica a la ciencia aplicada

Luego de descubrir el gen del girasol que convence a las plantas de que la sequía no existe, la idea de la doctora Chan era ponerlo en un cultivo comercial, en un alimento: “Y ahí ya hacíamos agua porque requeríamos muchísimo más dinero, mucho más plata de la que usamos normalmente, y un know how que no teníamos que era transformar plantas de interés agronómico y necesitábamos campos e invernaderos. Nosotros estamos en una facultad en un laboratorio del 10 por 5 metros, con todo el equipamiento adentro, era imposible hacer esto”.

Entonces, llegó lo que la doctora Chan llama “el hito” que fue “clave” en lo que hoy son las semillas HB4: “Fue conocer a la gente de Bioceres”. Cuenta que por entonces, a comienzos de este siglo, esa compañía estaba “en pañales, recién se había formado, no tenían ni oficinas”.

Estos productores agrícolas estaban dispuestos a invertir en biotecnología. No era un grupo convencional de hombres de campo, sino que ya habían mostrado su iniciativa al desarrollar técnicas como la siembra directa. Chan comenzó a explicarles su descubrimiento del gen HaHB4. “Tuve varias reuniones y me creyeron”, recordó. A pesar de la confianza depositada en ella, reconoció que ambas partes eran algo ingenuas en ese momento. Los productores no estaban completamente familiarizados con los desafíos de la biotecnología, y Chan enfrentaba el reto de llevar su descubrimiento a tres cultivos principales: maíz, trigo y soja.

El desarrollo posterior del acuerdo con la compañía se llevó a cabo a través de instituciones académicas y científicas, ya que Chan es investigadora del CONICET y tiene un cargo en la Universidad Nacional del Litoral. Ambas instituciones supervisan su trabajo, “son las rectoras de lo que yo hago”, afirmó.

La asociación público privada que se dio entonces “creo que es uno de mis mayores logros, en una época en la cual no había mucha experiencia en esto de hacer un convenio con una empresa. Ahora hay mucha más experiencia”, contó. En aquel entonces, había una desconfianza mutua entre el sector privado y el Estado. “La empresa desconfiaba de lo que el Estado era capaz, pensaba que no iba a poder hacer nada, y el Estado quería ganar y no darle nada a la empresa, así que costó muchísimo llegar a un arreglo”, relató.

El gen HaHB4 fue una solución que permite a las plantas crecer incluso en condiciones de sequía extrema (REUTERS/Valentyn Ogirenko)
El gen HaHB4 fue una solución que permite a las plantas crecer incluso en condiciones de sequía extrema (REUTERS/Valentyn Ogirenko)

Pero finalmente, ese aporte de la ciencia básica financiada por el Estado y la ciencia aplicada financiada por los privados dio lugar a un enorme logro en el campo de la agrobiotecnología. Actualmente Bioceres cotiza en la Bolsa de Nueva York a partir del éxito de las semillas HB4.

La asociación público privada en ciencia

—Infobae: ¿Cómo está actualmente esa relación público privada entre el CONICET y sus investigadores y empresas privadas que financian los proyectos, como ocurrió en su caso?

—Chan: Ahora está muchísimo más aceitado, se aprendió muchísimo con los años. Es más, CONICET promueve mucho la transferencia de tecnología al sector privado y sabemos que un montón de cosas no se pueden hacer sin esa asociación.

Desde el Estado podemos hacer toda la ciencia básica y la empresa jamás invertiría en ciencia básica porque la mayoría de las cosas después no van a servir. Sirve una investigación cada tanto. Las empresas quieren algo más maduro, no totalmente desarrollado pero más maduro. El CONICET y las universidades nacionales financian lo que es la ciencia básica, de la cual saben que muchas investigaciones no van a terminar en un producto.

Es como el arte, el país tiene ciencia, no todo sirve, no todo es súper útil, pero si no hay una masa crítica de ciencia, no salen tampoco las cosas útiles, se tiene que tener muchos trabajos científicos para que algo sea bueno.

Semillas de trigo transgénico HB4, modificadas para tolerar mejor la escasez de agua, en un laboratorio en Bioceres Crop Solutions en Rosario (REUTERS/Agustin Marcarian)
Semillas de trigo transgénico HB4, modificadas para tolerar mejor la escasez de agua, en un laboratorio en Bioceres Crop Solutions en Rosario (REUTERS/Agustin Marcarian)

—¿Cómo ve en este momento de la Argentina el financiamiento de esa ciencia básica, corre peligro?

Sí, depende quién gane las elecciones. Igual vienen épocas más duras de las que estamos viviendo. Hay una deuda grande que hay que pagar al FMI, que dictamina ciertas cosas, como ajustes. Hay escenarios peores y escenarios menos peores.

El peor de todos, por las declaraciones de uno de los candidatos que son públicas, que son terribles. Ese señor no sé si peca de ignorante, si es a propósito, si es un acting, me cuesta entender a una persona que dice las cosas semejantes. Sobre todo cuando dice que va a borrar del mapa al CONICET, que somos unos vagos, que tenemos que ganarnos el pan con el sudor de la frente, no tiene la menor idea.

Yo trabajo mucho, trabajo muchísimas horas y creo que me gano el pan, tanto dando clase, formando recursos humanos, ya sea a nivel de grado como de posgrado, que también es necesario. Esos son recursos humanos que nutren a las empresas y hay ejemplos como el mío que es paradigmático, pero no solo el mío, hay otros, que han demostrado que solo este tipo de tecnología nos va a enriquecer, son empresas que exportan. Tenemos varias empresas, ahora hizo Gabriel Rabinovich (doctor en Ciencias Químicas) su empresa de Galtec, todas esas cosas no surgen si no hay más gente. Uno no puede seleccionar a cinco o diez personas y decir pongo todo el esfuerzo en ellas. Explicarle que la ciencia es necesaria, es obvio.

—A partir de los avances en agrobiotecnología, ¿usted cree que Argentina tiene un papel de liderazgo en esta materia?

—Yo creo que nosotros tenemos posibilidad de ser líderes. Bioceres cotiza en Nueva York, no es algo menor, y está exportando a todo el mundo y tiene acuerdos joint venture en otros lados. Con más inversión podríamos tener más proyectos.

La doctora Chan aseguró que los cultivos transgénicos son amigables con el medio ambiente (Gettyimages)
La doctora Chan aseguró que los cultivos transgénicos son amigables con el medio ambiente (Gettyimages)

Argentina ya tiene la siembra directa, ya tiene unos desarrollos que son absolutamente de punta, pero mucha de la tecnología la hemos comprado a multinacionales durante mucho tiempo. Esta [las semillas HB4] es la primera que nosotros vendemos afuera dentro de lo que son los cultivos extensivos.

Creo que esto nos posiciona en los lugares predominantes en el mundo, tanto como los satélites y los radares. Estuve hace poco en una charla en que me invitaron de la embajada argentina en la Organización Mundial del Comercio donde estaba una persona de INVAP, el ingeniero [Guillermo] Salvatierra, y la verdad que es pionero lo que hace INVAP.

Creo que Argentina tiene muchas chances de montar más de lo que tiene. Obviamente si elige el camino político correcto. También tienen chances de retroceder 20 casilleros y volver a exportar granos crudos sin nada y sin ninguna tecnología.

—¿Cuál es el papel que juegan las semillas tolerantes a la sequía en el contexto del cambio climático y de La Niña?

—Como hablamos de un transgénico, un organismo genéticamente modificado, lleva todo un mecanismo regulatorio. Los organismos genéticamente modificados están muy regulados. Hay que demostrar que no hay un daño ambiental, que no hay un daño para la salud animal que no hay daño para la salud humana todo eso no son trámites, son experimentos durante años a campo para demostrar eso. Esto se logró el año 2015, sin embargo, el expediente del HB4 para trigo y soja estuvo cajoneado durante mucho tiempo, hasta 2020.

El gen del girasol descubiertos por la doctora Chan y su equipo "engaña" a las plantas haciéndoles creer que tienen agua, describió
(REUTERS/Agustin Marcarian)
El gen del girasol descubiertos por la doctora Chan y su equipo "engaña" a las plantas haciéndoles creer que tienen agua, describió (REUTERS/Agustin Marcarian)

Como todo lo que se puede hacer auditado se hace en pequeños campos experimentales no se pudo multiplicar suficiente semillas, porque las plantas son las que dan semillas y esas semillas son las que se vuelven otras semillas. Entonces durante el invierno de 2021 se sembraron creo que 50.000 hectáreas de trigo, más o menos, y eso nos dio suficiente para que en 2022 con las sequía terrible que tuvimos en el año de La Niña, hubiera suficiente [producción] en las hectáreas donde se sembró. En las áreas sembradas el rendimiento fue excelente.

Es bárbaro lo que pasa, pero que ahora hay que esperar una multiplicación gradual del número de semillas para poder afrontar de nuevo año de La Niña. Las semillas no es un material que se fabrica, el trigo solo crece en invierno, entonces una sola vez al año se puede multiplicar.

—¿Las semillas transgénicas serán el camino en este marco de falta de alimentos global por la reiteración de las sequías?

Se aspira a eso y nosotros por otro lado estamos desarrollando otras tecnologías. Esa [las semillas resistentes a la sequías] ya está recontra probada, los productores la probaron. Por ejemplo en el sureste de la provincia de Buenos Aires están maravillado con eso, quieren solo ese trigo, pero no hay suficiente para proveerlos. Cuando ven que la planta no se les muere por mucho tiempo y que van a poder cosechar, obviamente que están encantados, pero hay que esperar un poco la multiplicación de semillas, eso lo hace la empresa.

La sequía es el peor de todos los males, y esos son datos a nivel mundial de la FAO, peor que las inundaciones. Si bien hay muchos más eventos de inundación, como catástrofes, sin embargo, la que produce mayores pérdidas son las sequías.

Lo nuestro es una contribución que hicimos, esto no va a salvar el hambre en el mundo, uno hace una pequeña contribución y hay que ser más contribuciones porque hay mucha demanda.

Los cultivos genéticamente modificados consumen menos agua y no dejan huella de carbono (Ministerio de Ambiente/página web)
Los cultivos genéticamente modificados consumen menos agua y no dejan huella de carbono (Ministerio de Ambiente/página web)

—¿En qué proyectos está trabajando ahora en el área de la agrobiotecnología?

—Nosotros lo que estamos haciendo es desarrollando otras tecnologías que superen a esta, si es posible. Lo que ya está muy avanzado no tiene que ver con sequía, sino con inundaciones, es una tecnología que se llama HaHB11, que también se la transferimos a Bioceres para maíz, que da muy alto rendimiento y tolerancia, no sólo a inundación, sino también a defoliación que es lo que se produce cuando hay vientos fuertes.

La empresa está trabajando en obtener el híbrido comercial. Y nosotros, por nuestro lado, volvemos a las etapas más inferiores, tratar de desarrollar cosas mejores, combinarlas, hacer distintas tecnologías con combinación de genes.

—¿También este avance será para soja, trigo y maíz?

—Si, porque nuestro país necesitas eso para la exportación, entonces son los cultivos extensivos de esta naturaleza los que dan riqueza en nuestro país, o pobreza, pero seríamos más pobres todavía si no pudiéramos exportar.

—¿Cuál es su mensaje para las personas que aún desconfían de los cultivos transgénicos por un supuesto perjuicio para la salud humana?

—El mensaje siempre es el mismo. Primero que desconfiar de los transgénicos es como decir ‘yo desconfío de las personas de cabello rubio’. Los transgénicos son una multiplicidad de cosas. Transgénicos, solo quiere decir que uno puso un gen que no le era propio a una planta. ¿Para qué se sirve ese gen? Hay que verlo, hay muchos distintos.

En segundo lugar, hay dos ejemplos que son fundamentales, uno es el de la insulina. La insulina se produce en forma transgénica en bacterias a la cual se le pone un gen humano, porque si no habría que usar insulina porcina. Sabemos que la insulina es necesaria para los pacientes diabéticos.

La tecnología HB4 son un avance científico de impacto global (EFE/Ronald Wittek)
La tecnología HB4 son un avance científico de impacto global (EFE/Ronald Wittek)

En el caso nuestro, mucha gente lo critica porque dice que las plantas tienen resistencia a un herbicida y eso es verdad, pero esta tecnología no fue desarrollada para el herbicida. El gen [introducido] es de otra planta que comemos, que es el girasol. No pongamos todo lo que es transgénico en la misma balanza y tratemos de entender qué es cada cosa.

La semilla de trigo HB4 tiene una enorme vigilancia para la cual hubo que alimentar animales durante no sé cuántos años para ver que no les pasara nada, hubo que hacer ensayos a campo en un montón de lugares del país, demostrar que no cambiaba la flora ni la fauna circundante.

—¿Por qué dicen que estas semillas son amigables con el medio ambiente?

Por un lado porque usa menos agua, eso reduce la huella de carbono. Muchas de las personas que están en contra de los transgénicos, es gente preocupada por el ambiente, como lo estoy yo también, una tranquilidad para llevarles es que estudios independientes, de grupos de Estados Unidos que los hicieron con imágenes satelitales y big data, de inteligencia artificial, demuestran que el uso del trigo HB4 disminuye la huella de carbono o sea se fija mucho más carbono por metro cuadrado y eso ambientalmente es una ganancia enorme.

El futuro de la agrobiotecnología: Raquel Chan y su equipo continúan explorando los misterios del genoma vegetal (Getty Images)
El futuro de la agrobiotecnología: Raquel Chan y su equipo continúan explorando los misterios del genoma vegetal (Getty Images)

Hay que desarrollar tecnología que sea sustentable con el medio ambiente y cuidar el medio ambiente y nosotros, los que hacemos este tipo de cosas, lo cuidamos, porque estamos protegiendo el uso del agua y no hay un recurso más valioso que el agua.

El cuidado del agua quiere decir usar menos agua para producir igual o más alimento y la tecnología HB4 permite eso, usar menos agua, fijar más carbono, o sea que ambientalmente es súper amigable.

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