Florencia Raggi: su amor por el teatro, el mito del alcoholismo y la reacción de Nico Repetto por el rumor de Ricardo Darín

La actriz repasa su trayectoria, su actualidad y su matrimonio con Nicolás Repetto: el mes que hicieron “como si se hubieran separado”, la vez que lo llevó a terapia de pareja, la chance de encontrar un video hot de ambos y qué pasa con el sexo después de 30 años de relación

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Florencia Raggi: su amor por el teatro, el mito del alcoholismo y la reacción de Nico Repetto por el rumor de Ricardo Darín

“Porque me integra. Porque me desarrolla. Porque crezco”, explica Florencia Raggi al definir como una “necesidad” lo que siente por la actuación. “Porque si no lo hiciera, sería muy infeliz”, agrega. Y como si los porqué enumerados ya no fueran suficientes, concluye: “Porque es inevitable”.

No quedan dudas: su lugar es el teatro. Como hace muchos años avizoró Julio Chávez, quien le aconsejó dejar el modelaje que la había consagrado para ser una actriz a tiempo completo. El maestro de actores no falló en el presagio, ni la alumna en su valentía: no era poca cosa bajarse de la ola en plena cúspide.

Por entonces -promediando los 90- Florencia era una chica de tapa, convocada una y otra vez por las revistas de moda y actualidad para sus producciones. Si había un desfile importante, ella estaba. Y además era muy requerida por las marcas; solía firmar contratos suculentos. De esa manera logró comprar su primer departamento con apenas 18 años. Pero... “No era feliz”, advierte. Y cuando la felicidad está rondando, los porqué son innecesarios.

—Amo hacer teatro-, subraya Florencia, quien construyó un recorrido sólido: se inició en televisión, continuó en el cine, recién después subió a un escenario.

Florencia Raggi comparte escenario con María Rosa Fugazot e Inés Estévez en "Matar a mamá"
Florencia Raggi comparte escenario con María Rosa Fugazot e Inés Estévez en "Matar a mamá"

—¿Lo disfrutás tanto como al principio?

—Mucho más... Porque cada vez me siento más confiada, con más recursos. Y le encuentro más la vuelta.

Los viernes, sábados y domingos por la noche ocurre esa magia sobre las tablas del Politeama, Raggi protagoniza -junto a María Rosa Fugazot e Inés Estévez- la comedia dramática Matar a mamá, con libro de Laura Oliva y dirección de Paula Ransenberg. “Tiene un poco de humor, de ternura, de profundidad”, detalla Flor, quien conforma con el conductor Nicolás Repetto una de las parejas más longevas del medio.

—¿De qué va la obra?

—Con Inés somos dos hermanas muy diferentes entre sí, que se reencuentran a partir de que mi personaje descubre que nuestra madre, que es muy muy muy tradicional, tiene un blog, un canal de YouTube. Y se dan cuenta de que está hablando de ellas, y contando intimidades y diciendo barbaridades. Y encima, en público. Horrible. Esto desencadena qué pasa en las familias cuando hablamos, cuando no hablamos, lo que decimos frente a otros, lo que nos guardamos...

—¿Cómo manejan en tu familia la comunicación entre ustedes?

—Por suerte vengo de una familia en la que se hablaba mucho. Tal vez de más: en pos de decir las cosas, nos decíamos barbaridades. No sé si es lo más beneficioso, pero prefiero eso a no hablar. Están quienes esperan, con paciencia, el tiempo (indicado). Pero, ¿y si no sucede? Me agarra ansiedad. Así que cuando siento algo, lo tengo que decir. Con mis hijos lo mismo.

—¿Quién es el más picante en tu casa a la hora de hablar?

—Yo.

—Y en ese momento, ¿Nico qué hace?

—Nico viene de otra familia muy distinta. Habla cuando hay que hablar, obvio, pero es más de esperar el momento. Conmigo no le queda otra porque yo hablo, así que me tiene que responder. Pero a veces, con otros vínculos, yo empujo para que hable más. Y que hable pronto. No sé si es lo mejor, pero bueno... Así soy.

Florencia Raggi recuerda la única separación que tuvo la pareja: "Creo que ni mis hijos lo saben".
Florencia Raggi recuerda la única separación que tuvo la pareja: "Creo que ni mis hijos lo saben".

—¿30 años juntos?

—Casi... 29.

—En todo este tiempo, ¿en qué momento lo quisiste echar? ¿O lo echaste? ¿Se separaron alguna vez?

—No, no. A ver, hemos tenido crisis, pero no. Hubo una que creo que ni mis hijos lo saben: “Hagamos como que estamos separados. Probemos y nos separamos” (dijimos). Creo que nos duró un mes. Él justo estaba de viaje, lo fui a buscar y se terminó. No duró mucho.

—¿Extrañaste?

—Por suerte. O sea, hemos tenido alguna que otra crisis.

—¿Hicieron terapia de pareja?

—Sí. Nico no es muy de la terapia; yo sí, toda la vida. Así que lo llevaba un poco a regañadientes, pero funcionó. Eso sí: dos o tres sesiones.

—¿Quién de los dos podría venir hoy a decir: “Probemos tener una pareja abierta”?

—Creo que los dos. No lo elegimos porque es un bleff eso de la pareja abierta. No. Bueno, son otros; respeto. Pero me parece que son otros códigos, que también tienen sus cosas buenas y malas, otros celos. Si fuera genial, todos compraríamos.

—Llegás esta noche a tu casa y le decís: “Estuve pensando. Así como hicimos en aquel momento, hagamos de cuenta, probemos tres meses de pareja abierta”. ¿Qué te dice?

—Yo valoro mucho que nuestra pareja fue cambiando acuerdos, fue moviéndose, y tal vez un poco por eso estamos desde hace tantos años. Entonces, no lo descartaría. Tampoco es algo en lo que yo crea. Bueno, de hecho, ahora estamos pululando y mucho tiempo separados. Siempre tuvimos nuestros momentos separados, pero ahora más. Yo pensé que no iba a funcionar, él tenía más fe. Y recontra funciona.

—¿Hablan todos los días?

—Sí, sí.

—Contemos: vos estás instalada en Argentina, trabajando un montón, y Nico ahora está en España, con los chicos.

—Sí. Somos medio así: itinerantes. Pero me costó el nido vacío. Disfrutaba un montón de la familia así, apelotonada, y que los chicos volaran... fue muy de golpe. No me avisaron que iba a ser tan difícil. Me costó un montón.

—Aparte, se fueron del país.

—Sí, sí. Y muy rápido. Y los dos... Me costó mucho, mucho. Ahora, después de dos años, me la paso bien sola: me costó, pero está bueno.

Florencia Raggi se alejó de la carrera de modelo para concentrarse en su recorrido como actriz por consejo de Julio Chávez
Florencia Raggi se alejó de la carrera de modelo para concentrarse en su recorrido como actriz por consejo de Julio Chávez

—¿Es cierto que Julio Chávez fue quien te dijo que dejaras de modelar?

—Julio fue mi primer maestro. En un momento yo trabajaba mucho de modelo, y me pareció que podía integrar las dos cosas, más allá de que el modelaje no me estaba haciendo tan feliz. Y sí, fue él.

—Era un momento muy interesante del modelaje.

—Total. Yo tenía 22, 23 años; podría haber seguido un montón. No lo dejé por Julio, pero fue él quien me despertó eso. “Si no me está gustando, tal vez tenga que dejarlo”, dije. Y la valentía de hacerlo, porque ganaba muy bien... Igual, sabía que tenía un vuelo corto, que en algún momento se iba a terminar. Tal vez me sorprendió que yo lo terminara antes. Pero había otra cosa (la actuación) que me gustaba mucho. Quería cambiar el foco.

—Estar conectada con el deseo propio, ¿siempre te salió, a lo largo de la vida?

—Ojalá...

—Es un laburazo.

—Sí. A veces es todo un trabajo. Y tampoco las aguas se abren así, tan fácilmente.

Florencia Raggi: "Desde muy chiquitita sabía que quería ser madre, formar una familia. Y cuando lo pude construir, no me desilusionó"
Florencia Raggi: "Desde muy chiquitita sabía que quería ser madre, formar una familia. Y cuando lo pude construir, no me desilusionó"

—¿La maternidad siempre fue un lugar de placer?

—Sí. Eso sí. Sin dudas. Desde muy chiquitita sabía que quería ser madre, formar una familia. Y cuando lo pude construir, no me desilusionó.

—Habrás tenido tus momentos con la maternidad. ¿No los quisiste regalar nunca? ¿O irte un rato? En algún momento, todas queremos escapar...

—No, pero voy a compartir algo. La primera vez que me quedo sola con Renata, bebé, ella lloraba y lloraba y lloraba. Y yo no la podía calmar. Después me di cuenta de que no tenía un buen alimento para ella: no me bajaba leche. Yo solamente le quería dar de mamar, y ella lloraba y lloraba. No la podía calmar, y en un momento sentí una desesperación que dije: “¿Qué es esto? La tiro por la ventana”. Era la indefensión total, la impotencia de no saber cómo resolver una situación tan extrema.

—Pudiste compatibilizar la maternidad con el trabajo.

—Sí. También por tener una madre (la actriz y directora Nilda Raggi) que me mostró, desde jovencita, que era muy importante tener una vocación o un trabajo al margen de la familia. A ella le costó mucho esfuerzo hacerlo de grande. Empecé a trabajar a los 15 años y vivencié que estaba buenísimo tener tu trabajo. Es eso que decía antes: es inevitable. Una vez hice teatro en Buenos Aires con ellos (por sus hijos) en Uruguay, y amigas mías me decían: “Florencia, estás acá, frente al mar, con tus hijitos...”.

—Me acuerdo que hace poquito, con la obra Ella en mi cabeza, ibas y venías. Era muy sacrificado.

—Sí, sí. Bueno, he intentado. Y no soy feliz.

—¿Si no estás actuando, no sos feliz?

—Y... no. La verdad que no. Me gustan mis momentos de ocio y dispersión, por supuesto. Pero lo necesito.

—¿Cómo te llevás con el dinero?

—Bien. O sea, tengo muy buen pasar. Entonces lo agradezco, lo disfruto. Pero no estoy buscando que crezca, crezca, crezca, crezca... Tuve una enseñanza de mi padre, apenas empecé a trabajar: “Florencia, ahorrá. La casa propia es lo más importante”. Y tuve la dicha de comprarme mi departamento a los 18 años. O sea, ¿cómo me manejo con la plata? Soy súper ahorrativa; a veces, un poco pijotera. Pero me gusta la liquidación, sí.

—El “Sale” te puede. Te voy a encontrar en los racks, buscando ofertas.

—Sí, sí, sí. Me encanta. Soy muy cuidadosa, y también me gusta ganar plata. Y lo mismo se lo transmito a mis hijos: Renata ya está súper encaminada, Francisco también. O sea: su plata, su creación. Me parece súper digno que nadie te regale nada.

—¿Y eso, como mamá, te sale? Porque una también quiere salir a ayudar un poco en lo que pueda resolverles.

—Es que, para mí, la mejor ayuda es darle confianza. La necesidad de que salgan a buscar su propio sustento. Obviamente, ayudo en la medida que se puede, por supuesto.

—Aprovechemos el momento para acalarar, ¿Hay gente que cree que sos alcohólica?

—Para mucha gente sí. Y no lo soy. Y a veces para Google también.

—Aclaremos. En Google aparece: “Florencia Raggi confesó su problema con el alcohol y que una vez casi se le ahoga un hijo en una pileta”. Y en verdad, todo eso formó parte de una ficción con Gaston Pauls que parecía una entrevista real.

—Claro. Era un ciclo de entrevistas con una improvisación actoral, entonces a alguien le tocaba que era adoptado; a otro, que era violento. A mí me tocó el alcoholismo. Y después eso se salió de contexto: hicieron notas, pero no quedó la parte en la que decía que era una actuación. Pequé un poco de inocente: como el objetivo era hacerlo lo más verdadero posible, mezclé cosas de mi propia historia. Y cuando se sale de contexto, queda como que es real. Y no lo es. Es ficción.

—¿Alguna vez te preguntaron en serio si eras alcohólica?

—Muchas veces, durante mucho tiempo. No tengo nada que aclarar porque no tengo prejuicio con eso, con que podría serlo. Pero no me gustaba que mucha gente me escribiera diciendo: “Ahora te quiero mucho más”. Quereme o no me quieras, pero por algo que sea real. Me tomo mi copa de alcohol de vino cuando voy a comer, lo disfruto muchísimo, pero a veces pienso: “Tal vez alguien de la mesa de al lado dice ‘¡Ay, recayó!’”. De hecho, filmé una película en Uruguay y después me enteré de que todos los técnicos creían que yo era alcohólica, y cuando me veían tomando un poquitito, se preocupaban.

—Pero vos solo habías hecho una performance, un trabajo actoral.

—Sí. Y no sé si hoy lo haría. Me di cuenta de cómo las cosas se sacan de contexto y el costo que después tiene, cómo se tergiversa todo. Ahora ponés “Florencia Raggi” y el señor Google dice: “Confesó su problema con la bebida y que un chico casi se le ahoga en la pileta”. No está bueno. Y hasta se manosea el tema, que es muy profundo.

El rumor de alcoholismo sobre Florencia Raggi se originó por un trabajo actoral que fue sacado de contexto.
El rumor de alcoholismo sobre Florencia Raggi se originó por un trabajo actoral que fue sacado de contexto.

—Hablando de Google, una vez Juana Repetto me contó, acá mismo, que en las búsquedas su nombre siempre aparece el mito de Ricardo Darín. Ella me decía que nunca fue un problema, pero que Nico sí se preocupó por cómo le podía impactar a ella. En la familia, ¿nunca fue un tema?

—No. Nos enteramos mucho tiempo después de que se supiera. Nos dimos cuenta de que ese rumor corría desde hacía mucho tiempo. Para Nico no era un tema si fuera (así), pero sí era un tema para Juana. Le dijo: “Juana, si querés hacete el estudio que sea. Vos vas a seguir siendo mi hija, si importar lo genético. Pero si necesitás saberlo, estamos todos a disposición”. Y con Ricardo se ríen. Ricardo es amigo, está todo más que bien.

—¿Son amigos?.

—Si.

—Yo le preguntaba a Juana, ¿trabajarías con Ricardo? Me dice obvio. ¿Cómo no voy a trabajar con Ricardo? ¿Tiene que ver con esto que decíamos recién, no? Con lo del alcoholismo. Cosas que se van instalando y que debe haber gente todavía a la que andá a sacarle eso de la cabeza.

—Una vez, hace como 30 años, fui a visitar a mi abuela. Ella tenía una revista que decía algo de mí, una cosa inocente, pero no era verdad. Y yo le decía: “No abuela, no...”. ¡Pero ella le creía más a la revista que a mí! Y me adoraba. Eso demuestra el poder que tiene. Y también es el deseo de que cada uno: si yo te veo morocha, te veo morocha... La construcción de la realidad siempre es personal, la hace cada uno. Hay que relajarse: el que quiere creer lo que quiera creer... tampoco pasa nada. No es lo más valioso, lo más importante. Hay cosas peores en la vida. Sería mejor que no sucediera, pero tampoco es tan grave.

Florencia Raggi junto a Tatiana Schapiro en los estudios de Infobae (Diego Barbatto)
Florencia Raggi junto a Tatiana Schapiro en los estudios de Infobae (Diego Barbatto)

—¿Qué cosas te preocupan de lo que estamos viviendo como sociedad?

—De todo. Que estemos así, tan mal. Que el sueldo no alcance para nada. ¡Qué difícil! Hablamos del alcoholismo...

—Hablemos de sexo. ¿Puede aparecer el video hot de Flor Raggi?

—Sería muy creativo quien lo filmó... porque no me dejo filmar.

—¿No te dejas filmar?

—Y... a veces. Qué sé yo. No sé.

—Es recontra válido si uno quiere filmarse con su pareja, o para su pareja.

—Obvio. Pero estás asumiendo ese riesgo. O sea, después bancatelá.

—¿Cómo es el reencuentro con Nico después de un tiempo sin verse? ¿Hay una Florencia con salto mortal hacia adelante, entangada?

—Tampoco tanto... Lo que puedo decir, lo lindo después de 30 años, es cómo los ciclos van y vienen, y no es que algo se pierde. Se va transformando.

—¿Te sigue gustando?

—Obvio.

—No el sexo. Él.

—Él también. Sí. Sí.

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