Axel Kicillof está dispuesto a apretar el acelerador a partir de febrero. Ese será el punto de partida concreto para su proyecto presidencial 2027. El momento en que su armado político active, con mayor velocidad, un trabajo estratégico para construir alianzas en todos los rincones del país.
El objetivo es claro. Debe ampliar las fronteras de la provincia de Buenos Aires y federalizar el proyecto político para poder darle sustento, volumen y adhesiones. Tiene que contener a los ajenos, consolidar a los propios y convivir con los que nunca lo acompañarán. Y, sobre todo, tiene que tratar de esquivar las balas perdidas de la interna peronista.
“Queremos que florezcan mil MDF”, aseguró uno de los ministros más cercanos al gobernador bonaerense. El objetivo trazado tiene que ver con construir referencias territoriales en cada provincia para poder desembarcar con el proyecto kicillofista en forma ordenada y en búsqueda de nuevos aliados.
La idea que tienen en el espacio político es construir un esquema provincial que esté referenciado en Kicillof y que sea lo más amplio posible. Entienden que deben contener a distintos sectores sindicales, sociales y a distintos partidos políticos. Desde el radicalismo hasta la izquierda. Todos adentro para armar un esquema bajo la consigna “Axel 2027″. Es una tarea difícil y que lleva tiempo, pero en La Plata están dispuestos a llevarla adelante como un parte de un plan de acción ordenado.
Kicillof no quiere que el 2026 sea un álbum de fotos suyas con otros gobernadores y dirigentes políticos. Pero, al mismo tiempo, está convencido que, apenas arranque el año, debe expandir su proyecto político para que gane volumen y se consolide con el tiempo. Es un candidato puesto y no puede dejar que las horas se diluyan.
“En la mayoría de las provincias el peronismo es un quilombo. Internas, divisiones, enfrentamientos. Axel tiene que ser cuidadoso de no poner un pie ahí y quedar entrampado en los conflictos internos”, analizó uno de los funcionarios con más llegada al Gobernador.
Los primeros contactos con los dirigentes de base de cada provincia quedarán en manos de los principales dirigentes del Movimiento Derecho al Futuro (MDF). Gabriel Katopodis, Jorge Ferraresi, Andrés “Cuervo” Larroque, Mario Secco, Cristina Álvarez Rodríguez, Fernando Espinoza y Walter Correa son algunos de los nombres del kicillofismo que tienen capacidad, contactos y diálogo abierto con dirigentes influyentes de distintas provincias.
No hay una mesa política. No hay articuladores asignados. Todos tienen luz verde para empezar a construir lazos con las distintas provincias y generar las condiciones para que el proyecto presidencial desembarque en el territorio nacional. Esa es la misión que empezará a tomar un ritmo más veloz a partir de febrero. Kicillof se encontrará con algunos gobernadores durante el año, pero evitará quedar prisionero de cualquier interna provincial. Momentos precisos y calculados para no dar pasos en falso.
El mandatario bonaerense cree que hay que trabajar en contener dentro de un mismo proyecto político a los oficialismos provinciales, como es el caso de Gustavo Sáenz en Salta, Hugo Passalaqua en Misiones, Ignacio Torres en Chubut, Martín Llaryora en Córdoba y Alberto Weretilneck en Río Negro. Tiene en claro que no alcanza con el peronismo solo. Las fuerzas locales son imprescindibles para forjar una alianza que tenga chances reales de competir y ganarle a La Libertad Avanza (LLA).
Una de las hipótesis que se trabajan en La Plata tiene que ver con la necesidad de lograr que los que no se adhieran al proyecto político, al menos no jueguen junto a los libertarios. Que sean prescindentes en el momento que llegue la elección nacional. Si no colaboran con la causa, por lo menos que no la entorpezcan. En definitiva, de un lado de la grieta estarán todos los que jueguen en contra de Milei. “Hay que armar un espacio que tenga la suficiente amplitud para poder ganar un balotaje”, remarcaron en la gobernación.
Después de dejar los conflictos electorales atrás y haber logrado que la Legislatura le apruebe el Presupuesto, el endeudamiento y la ley fiscal impositiva, Kicillof está liberado de un sinfín de conflictos que lo atormentaron durante todo el 2025. Sin esas cargas políticas, tiene la oportunidad de, además de gestionar, empezar a mirar hacia adelante y darle forma a su plan para ser presidente de la Nación en el 2027.
En ese camino quiere evitar quedar en la primera línea de las confrontaciones permanentes que tiene el peronismo en la provincia de Buenos Aires. Por eso fue claro con sus intendentes y desistió de la posibilidad de pelear por la presidencia del PJ Bonaerense. “Tenemos que federalizar el camino de Axel, en vez de encerrarnos en la provincia”, aseguró uno de los funcionarios a los que más escucha el Gobernador.
En La Plata ven a Verónica Magario como la mejor posicionada para representar los intereses de Kicillof en la jefatura del partido. Tienen varios motivos. Es la vicegobernadora, tiene la confianza de su compañero de fórmula, representa a La Matanza, con el valor político y electoral que eso conlleva, y tiene buena relación con los intendentes, que fueron pares de ella durante su etapa al mando del municipio matancero.
Los jefes comunales del MDF quieren que la presidencia del PJ Bonaerense responda a Kicillof. Creen que hay ganarle a La Cámpora en todos los lugares de la cancha. Es parte de la consolidación del liderazgo del Gobernador en la provincia. Hay que dar todas las peleas para mantener a flote el proyecto político. Todas es todas.
La construcción nacional de Kicillof no tendrá como eje el PJ Nacional. Liderado por Cristina Kirchner, el partido no tiene en su esquema de dirigentes a ningún nombre propio vinculado al gobernador bonaerense. Es, inevitablemente, una forma de desmarcarse de la ex presidenta, a la que Kicillof también quiere contener. No quiere cumplir sus órdenes, ni las de Máximo Kirchner, pero sí que todos estén adentro.
El 2026 será el año en que Axel Kicillof intente convertir su liderazgo provincial en un liderazgo nacional. Hay otros nombres que empezarán a acoplarse a la carrera presidencial. No es el único, pero es el primero que levantó la mano y que está dispuesto a edificar un proyecto político nuevo a partir del próximo año.