La escena navideña en Chiclayo ingresó a la agenda pública por razones ajenas a la celebración. Un árbol instalado en el parque principal desató burlas, comentarios irónicos y reclamos que circularon con rapidez en redes sociales. Las imágenes y los videos colocaron a la ciudad en una conversación nacional marcada por la crítica ciudadana y la exigencia de respuestas inmediatas.
El intercambio virtual pronto se trasladó al espacio físico. Vecinos, visitantes y comerciantes comentaron el tema en calles y plazas, mientras la municipalidad evaluó una salida frente al descontento. La expectativa creció con el anuncio de un cambio, una decisión que prometía cerrar la polémica inicial y recuperar el ambiente propio de diciembre.
El nuevo montaje abrió otra etapa de discusión ciudadana. Las opiniones recogidas reflejaron respaldo parcial, pero también cuestionamientos que siguen presentes en la conversación local.
Del árbol cuestionado al reemplazo municipal
El primer árbol colocado en el parque principal recibió críticas inmediatas. Vecinos expresaron su malestar y calificaron la instalación como una “vergüenza”. La presión pública empujó a la municipalidad a optar por un reemplazo con mejor presentación, una decisión que buscó responder al reclamo generalizado.
El nuevo árbol se presentó como una oportunidad para dejar atrás el episodio inicial. La expectativa ciudadana se centró entonces en el evento de encendido. La municipalidad organizó un espectáculo con escenario, música y convocatoria masiva. El parque se llenó de asistentes, muchos de ellos atraídos por la presencia de una agrupación conocida en el norte del país. El ambiente recordó a un concierto popular más que a un acto protocolar.
La organización del encendido generó nuevas observaciones. Durante el evento, surgieron cuestionamientos sobre el rol de las autoridades municipales. Según informó Latina Noticias, en el evento no hubo representación edil.
El encendido oficial quedó a cargo del artista Fernando Armas, una decisión que llamó la atención de los asistentes y del público que seguía la cobertura. Mientras tanto, gran parte de la atención se concentró en el escenario musical, ubicado en diagonal al árbol, lo que desvió el foco del símbolo navideño.
El público presente respondió con entusiasmo al espectáculo, aunque muchos llegaron después del encendido de luces. La concentración de personas dificultó el tránsito por el parque, según el relato desde el lugar. La celebración cumplió con atraer multitudes, pero también reforzó la sensación de un evento pensado más para el show que para el acto institucional.
Vallas, fotos y percepción ciudadana
Otro punto de debate surgió alrededor de las vallas de seguridad instaladas cerca del árbol. Para varios asistentes, estas estructuras resultaron innecesarias y afectaron la experiencia visual.
La crítica se enfocó en el impacto de las vallas sobre las fotografías familiares, una práctica habitual durante las fiestas. El reclamo no apuntó solo a la estética, sino a la lógica de mantener barreras en un espacio pensado para el encuentro ciudadano.
La conversación también incluyó expectativas no cumplidas. Algunos ciudadanos esperaban un diseño con referencias más cercanas a la identidad local o a figuras vinculadas a la ciudad. Esa ausencia alimentó comentarios que, sin descartar la mejora visual, señalaron una oportunidad perdida para reforzar símbolos propios.
El nuevo árbol logró dividir opiniones. Para unos, representó una corrección necesaria frente al rechazo previo. Para otros, el gasto y la logística resultaron desproporcionados para un adorno que permanecerá pocos días en exhibición. El intercambio de puntos de vista continúa tanto en espacios digitales como en conversaciones cotidianas.