Dayanita, cuando la visibilidad trans en la TV no basta si refuerza el discurso transfóbico

Nadie está obligado a ser activista, pero tres voces de la comunidad LGBTI consideran que la tribuna de la actriz pudo ser reivindicativa para continuar la lucha de conquistas por los derechos de la diversidad.

La TV solo abre las puertas a “la mujer trans que no cuestiona nada, que más bien se suma al sistema de la burla contra ella misma y a su propia comunidad”, dice Jorge Apolaya.

En un país que arrincona a las mujeres trans al trabajo sexual ―casi el 70% de ellas se dedica a este oficio—, Dayana Sifuentes (25), sobreviviente de la trata, obtuvo visibilidad como actriz en el prime time de los sábados.

En un país acostumbrado a ver, en ese horario, a una drag queen con programa propio ―La chola Chabuca―, devino hace cuatro años en la primera artista cómica que abrió paso a la representación de las identidades trans en la televisión.

Esa exposición pudo ser reivindicativa, salvo porque, con el tiempo, sus escenas incluyeron líneas que reforzaban el discurso transfóbico o cuestionaban los cuerpos trans, como se ha hecho históricamente desde el ámbito médico legal y religioso.

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Y con ello, quizá sin considerarlo, Dayanita derribaba el trabajo de los activismos LGBTI, que llevan años intentando conquistas por los derechos de la diversidad.

“No basta solo con ser visible —dice a Infobae Perú el comunicador Jorge Apolaya, organizador de la Marcha del Orgullo—, hay que cargar de contenido esa visibilidad. Queda claro que Dayanita no es activista, tampoco está obligada a serlo”.

Para Apolaya, la TV solo abre las puertas a “la mujer trans que no cuestiona nada, que más bien se suma al sistema de la burla contra ella misma y a su propia comunidad”.

“Esa visibilidad le conviene a un sistema que ve a la mujer trans como fantoche o alguien de quien te puedes reír sin filtro. En este punto, puede surgir una pregunta: ¿pero si ella misma se burla, ella misma lo dice? Hay una intención clara de qué cosa permiten algunos medios como visibilidad trans”, matiza.

“En un país subdesarrollado se recurre a lo más fácil para hacer reír a la gente: burlarse de las personas. Soy crítica, pero no dejo de reconocer que les molesta que alguien vulnerable, tan poco valorada en la sociedad, esté alcanzando logros”, señala la investigadora a Infobae Perú.

Leyla Huerta Castillo es investigadora y trabaja a favor de las mujeres trans.

“Coincido completamente en que su papel no ayuda a construir una agenda trans mediática, pero hay algo interesante: todos los medios la han tratado de actriz y en femenino, les guste o no. Eso visibiliza cómo se ha podido imponer en ese lugar, y sería ideal que ella reconozca que aquello es trabajo de activistas, que siempre cuestionan cuandose cometen actos transfóbicos o discriminatorios”, continúa.

Bajo la óptica de Jorge Apolaya, el panorama también impone un desafío al movimiento LGBTI: “De pronto podemos reparar en qué estamos haciendo nosotros mismos, y eso parte de una autocrítica [...] o podemos poner foco a otros personajes trans que puedan contrarrestar justamente esta lectura de la mofa, de la burla disfrazada de humor en la TV”, menciona.

Camacho reveló entonces que Féminas había intentado acercarse a la actriz, pero ella “no quiere saber nada del activismo ni de la lucha por la defensa y respeto de nuestros derechos”, solo “hacer dinero y, para conseguirlo, debe aceptar guiones y textos transfóbicos”.

Desde entonces, considera que Dayanita ha replicado “la idea de que nosotras servimos solo para hacer reír a través de la burla de la expresión de género [...] reforzando que ese es nuestro lugar, porque cuando hay una trans abogada o periodista o política que tiene algo que decir, no, para ti no hay pantalla, ese no es tu lugar”.

Gianna Camacho, primera funcionaria trans en la historia de la comuna limeña

“Personalmente, hago incidencia para que la prostitución deje de ser la principal fuente de ingresos para nosotras, por ello, no he firmado ni he motivado acciones que buscan sacarla de la tele. Eso sí, en mi mapeo de actores sociales, ella no está como aliada. Por cada dos ladrillos que colocamos, Dayanita quita uno”, siguió.

Gahela Cari, quien estuvo a punto de convertirse en la primera legisladora trans del país, ha remarcado que los obstáculos sociales, educativos y laborales acaban, en la práctica, empujando a las personas trans a la prostitución.

¿Haría mejor Dayanita si alzara su voz para hacer militancia o, específicamente, para condenar estos crímenes de odio? “Solo en las películas y novelas están definidos los roles de la buena o la villana —escribió Camacho, primera funcionaria trans en la historia de la comuna limeña―, en la vida real somos personas con matices, a veces vistas como la buena y otras veces vistas como la villana”.

Dayanita no es villana, solo es un ser humano”.

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