
El ritmo del cambio tecnológico se está acelerando de una manera que no tiene precedentes. El informe The Future of Jobs del Foro Económico Mundial (2020) estimó que para 2025 la automatización desplazará aproximadamente 85 millones de empleos, pero también creará 97 millones de nuevos roles que se adaptan mejor a la nueva división del trabajo entre humanos, máquinas y algoritmos.
La “Ley de rendimientos acelerados de la tecnología”, propuesta por Ray Kurzweil en su libro La singularidad está cerca (2005), sostiene que el progreso tecnológico es exponencial, no lineal. Esto significa que cada aspecto que la tecnología toca comienza a crecer a un ritmo exponencial, impactando todas las industrias y sectores laborales.
La Ley de Moore, observada por Gordon Moore en 1965, indica que el número de transistores en un circuito integrado se duplica aproximadamente cada dos años. Este fenómeno se extiende a cualquier área influenciada por la tecnología, acelerando la transformación de tareas y habilidades requeridas en el mercado laboral.
La automatización de tareas repetitivas y el papel humano
Un aspecto crítico de esta aceleración tecnológica es la automatización de tareas repetitivas. Estudios como el de Frey y Osborne, The Future of Employment: How Susceptible are Jobs to Computerisation?”, (2013) estiman que hasta el 47% de los empleos en Estados Unidos están en riesgo de ser automatizados en las próximas décadas. Todas las tareas repetitivas están destinadas a ser automatizadas, liberando a los humanos para enfocarse en tareas que requieren creatividad, empatía y pensamiento crítico.
Sin embargo, existe una paradoja. Los humanos estamos acostumbrados y, en cierta medida, programados para realizar tareas repetitivas, ya que estas nos brindan una sensación de tranquilidad y estabilidad. Esta dependencia en la rutina puede ser una falsa seguridad en un mundo donde dichas tareas son las primeras en ser sustituidas por máquinas.
Además, un estudio reciente del Instituto Noruego de Salud Pública titulado “Menos demencia con trabajos cognitivamente exigentes” (2024) encontró que las tareas repetitivas están asociadas con mayores tasas de demencia. Las personas en empleos que requieren más actividad cognitiva muestran una menor incidencia de demencia en la vejez, lo que sugiere que la transición hacia trabajos más cognitivos no solo es una necesidad económica sino también un beneficio para la salud pública.
“Esto en Argentina no va a suceder”
Es comprensible pensar que la transformación tecnológica puede tardar en llegar a países como Argentina. Sin embargo, la realidad es que la tecnología no reconoce fronteras, y su avance está impactando a nivel global, incluida América Latina.
A medida que la tecnología avanza, el costo de las tareas repetitivas disminuye, lo que lleva a una reducción en los salarios asociados a estas tareas. Esto crea una presión en el mercado laboral donde los sueldos reales tienden a la baja en estos sectores. Eventualmente, llega un punto en que a las empresas les resulta más rentable invertir en tecnología que mantener mano de obra para tareas que pueden ser automatizadas.
Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) titulado “El futuro del trabajo en América Latina y el Caribe” (2018) señala que en Argentina y otros países de la región, la adopción de tecnología está aumentando rápidamente, especialmente en sectores como manufactura y servicios. El informe destaca que la automatización podría afectar entre el 36% y el 43% de los empleos en Argentina, indicando que el cambio ya está en marcha.
Además, según el estudio de Maloney y Molina “Are automation and trade polarizing developing country labor markets, too?” (2017), la polarización del mercado laboral debido a la automatización no es exclusiva de países desarrollados. Los países en desarrollo, incluida Argentina, también están experimentando una disminución en la demanda de trabajos de rutina y un aumento en la demanda de habilidades más avanzadas.
Empoderando al trabajador para la adaptación y el crecimiento
Es esencial que los trabajadores tomen un papel activo en su desarrollo y adaptación al nuevo panorama laboral. La educación continua y el desarrollo de habilidades cognitivas y digitales se vuelven fundamentales. En este sentido, mi libro “Sé tu propio CEO”, publicado este año por Editorial El Ateneo, propongo el Método EAT (Eliminar, Automatizar y Tercerizar) como una estrategia para que los individuos se adapten y se vuelvan más humanos en su trabajo:
- Eliminar tareas innecesarias que no aportan valor.
- Automatizar tareas repetitivas que pueden ser realizadas por tecnología.
- Tercerizar tareas que no requieren la atención directa del trabajador, permitiéndole enfocarse en actividades de mayor impacto.
Este enfoque permite a los trabajadores centrarse en tareas que aportan mayor valor y que son intrínsecamente humanas, como la resolución de problemas complejos, la innovación y la interacción social.
El papel transformador de los sindicatos y las leyes laborales
Lejos de desaparecer, los sindicatos y las leyes laborales tienen la oportunidad de reinventarse y ser protagonistas del cambio. Pueden desempeñar un papel crucial en la protección de las personas por sobre los puestos, impulsando la capacitación y la adaptación de los trabajadores a las nuevas realidades laborales.
En países nórdicos, los sindicatos han colaborado con empleadores y gobiernos para facilitar la transición de los trabajadores hacia nuevas industrias y roles más avanzados tecnológicamente. Según Andersen, en “The nordic model in a global perspective” (2008), esta colaboración ha permitido mantener altas tasas de empleo y adaptabilidad laboral.
El caso argentino: una oportunidad para liderar el cambio
Argentina enfrenta desafíos particulares en su mercado laboral, pero también tiene la oportunidad de liderar en la adaptación al cambio tecnológico. Estudios como el del Banco Mundial “Argentina: Crecimiento, productividad y políticas” (2010) indican que la productividad en Argentina se ha visto afectada por una lenta adopción tecnológica en comparación con otros países. Sin embargo, también señalan que la inversión en tecnología y capacitación puede revertir esta tendencia, mejorando la competitividad y los salarios reales a largo plazo.
Además, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en su informe “La tecnología digital y el cambio estructural en América Latina” (2018) destaca que Argentina tiene un gran potencial para aprovechar las tecnologías digitales, pero requiere políticas que fomenten la inversión en innovación y el desarrollo de habilidades.
Conclusión: abrazando el cambio para prosperar
Como decía Ortega y Gasset, “Argentinos, a las cosas”. Es hora de actuar, de discutir menos y hacer más. Los trabajadores tienen en sus manos la posibilidad de liderar el cambio, adoptando nuevas habilidades y adaptándose a las demandas de un mercado en constante evolución.
Al enfocarnos en la educación continua, la flexibilidad laboral y la promoción de habilidades cognitivas, podemos construir un futuro laboral más próspero y saludable. Los sindicatos y las leyes laborales pueden y deben ser aliados en este proceso, reinventándose para proteger y empoderar al trabajador en lugar de aferrarse a estructuras del pasado.
Es momento de mirar hacia adelante, adoptando modelos laborales que reflejen la realidad actual. Solo así se garantizará que los trabajadores no solo mantengan su relevancia, sino que lideren el camino en la nueva economía global, aprovechando plenamente las ventajas de las nuevas tecnologías y protegiendo su salud cognitiva en el proceso.
El autor es economista, ex CEO de Staples, conferencista y escritor
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