La ilusión del BRICS

Llama la atención creer que la incorporación al BRICS brindará la oportunidad para instalar una agenda propia

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Reuters
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La próxima incorporación de la Argentina al BRICS ha generado muchas expectativas. El Embajador en los Estados Unidos, Jorge Arguello, Sherpa en el G20 y viajero frecuente, planteó en una nota que potenciará los vínculos diplomáticos y las oportunidades de desarrollo.

El acrónimo BRICS fue un reconocimiento al avance de los países emergentes como consecuencia de la globalización. Según el Banco Mundial, los emergentes representaban el 37% del PBI mundial en 1990; 43 en el 2000, 54 en el 2010 y 59 en 2022. El “orden neoliberal” generó tasas de crecimiento más altas en el sur que en el norte apoyadas en inversiones y en la expansión del comercio internacional.

El BRICS no se constituyó como una alternativa a los organismos tradicionales. La primera declaración conjunta en Yekaterinburg, Rusia, 2009, convocaba a fortalecer el G20, mayor transparencia en los organismos financieros, la conclusión de la Ronda de Doha y el apoyo a la incorporación de India y Brasil al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. La declaración agregaba “apoyo a un mundo más democrático y multipolar basado en las reglas del derecho internacional” y “reiteraba el apoyo a los esfuerzos políticos y diplomáticos para resolver en forma pacífica las disputas en las relaciones internacionales”.

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Las dificultades para promover una agenda común, evitar duplicaciones y el fracaso de las negociaciones en la OMC, generaron un impasse que recién pudo revertirse con el ascenso de Xi Jinping en 2013, que generó las iniciativas de la Ruta de la Seda, el Banco de Infraestructura Asiático (AIIB) y el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) con sedes en Beijing y Shanghai. Esta estructura financiera integrada con aportes mayoritarios de China cumple funciones similares a las instituciones multilaterales como Banco Mundial y organismos financieros regionales como el BID y la CAF en América Latina muy diferentes al FMI que solo interviene a pedido de los países para financiar los desequilibrios de balanza de pagos.

Una pantalla emite un programa del presidente chino Xi Jinping en Pekín, China, 23 de junio del 2022.  REUTERS/Thomas Peter
Una pantalla emite un programa del presidente chino Xi Jinping en Pekín, China, 23 de junio del 2022. REUTERS/Thomas Peter

Las cifras indican que durante las últimas tres décadas se quebró el “tradicional vínculo Norte-Sur de países en desarrollo exportadores de commodities y países avanzados exportadores de industria”. Las exportaciones de India y China son un claro ejemplo de la transformación del Sur como exportador de industria hacia Europa y Estados Unidos, dando lugar al proceso de “desindustrialización” que produjo el fenómeno antiglobalización y la paralización de las negociaciones comerciales en la OMC.

El nuevo paradigma es la relación Norte-Sur entre los países emergentes. China se ha transformado en la fábrica del mundo y exporta tanto productos mano de obra intensiva como de alta tecnología o proyectos de infraestructura llave en mano, apoyado en su estructura financiera que le permite ofrecer condiciones difíciles de emular para eliminar competidores. La política china consiste en importar recursos naturales o commodities para procesarlas o ensamblarlas en su territorio porque a pesar de su progreso todavía tiene 600 millones de campesinos bajo la línea de pobreza.

Llama la atención creer que la incorporación al BRICS brindará la oportunidad para instalar una agenda propia centrada en la promoción del desarrollo sostenible sin mencionar sus implicancias políticas ante las reiteradas declaraciones de Rusia y China para dividir al mundo y enfrentar la “hegemonía occidental” sumado a la cruel invasión a Ucrania. La Argentina firmó con China en 2004 el Acuerdo de Asociación Estratégica que en 2014 se convirtió en una Asociación Estratégica Integral; el Presidente Fernández a su vez rubricó en ocasión de la incorporación a la Ruta de la Seda convenios para el financiamiento de obras por 23.700 millones, más 13 documentos de cooperación en diferentes áreas que de llevarse a cabo implicarán una transformación de cualitativa en la relación entre ambos países.

Pero llama la atención insistir que el BRICS es “el camino para profundizar las relaciones con países y bloques regionales” mientras que en el MERCOSUR se rechazaron todos los intentos de iniciativas individuales ensalzado la consigna “todos juntos somos más”. La falta de coherencia solo confirma que tanto la Argentina como Brasil han optado por buscar alternativas dejando el MERCOSUR para tiempos mejores.

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