Dijo Francisco: “La democracia es un tesoro”

¿Tendremos los argentinos la suficiente fuerza espiritual y moral para preservar el tesoro de la democracia y ponernos de pie?

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El papa Francisco
El papa Francisco

Germania anno zero es una obra maestra de Roberto Rossellini premiada en el Festival de Locarno del año 1948. El film relata la desolación de una Europa en escombros. Edmund, un adolescente de trece años, vive con su padre que padece una grave enfermedad en la miseria. El niño angustiado deambula por Berlín y encuentra al que fue su maestro, un docente, quien, al escucharlo, le refresca la doctrina nazi que enseña que hay vidas que no merecen ser vividas; los débiles deben sucumbir para dejar lugar a los fuertes. Edmund regresa a su casa y envenena a su padre. Mientras el féretro es conducido al cementerio entre los escombros Edmund sube al campanario de una iglesia y se suicida arrojándose al vacío. Es el suicidio de una Europa hundida en la miseria moral. Para reconstruirla hubo que hacer muchos sacrificios, pero en especial, hubo que hacer una reconstrucción política y esta debió apoyarse en una extraordinaria fuerza moral y espiritual que le sirviera de fundamento. Contaron con un grupo de hombres portadores de esa condición humana que hay que tener.

Dijo Francisco: “La democracia es un tesoro”. El 6 de diciembre pasado en ocasión de su regreso de Chipre ante una pregunta de la periodista griega Iliana Magra (Kathimerini).

Y prosiguió diciendo: “Hoy tal vez veo dos peligros para la democracia: uno es el del populismo… Pienso en un gran populismo del siglo pasado, el nazismo, que fue un populismo que defendiendo los valores nacionales, así lo decía, logró aniquilar la vida democrática, incluso la vida misma con la muerte de las personas…tengamos cuidado de que los gobiernos no resbalen por este camino del populismo…”.

1.-Los populismos

Al abordar este tema Francisco hizo una distinción necesaria: “…los populismos no tienen nada que ver con el popularismo, este último es la libre expresión de los pueblos, que se manifiesta con su identidad, su folklore, sus valores, su arte.... " Y tiene su propia historia que en breves palabras explicamos.

1.a.- El “popolarismo”

Este movimiento nació en Italia a principios del siglo pasado y sus raíces son del pensamiento cristiano, impresas por sus fundadores Luigi Sturzo y el político Alcides De Gásperi quienes a su vez recibieron la influencia del gran filósofo Jacques Maritain, a la sazón embajador de Francia ante el Vaticano. De Gásperi fue un gran estadista, varias veces primer ministro de la Italia de la posguerra y tuvo a su cargo el exitoso resurgimiento italiano. Soñó, proyectó y dio los primeros pasos encaminados a la unión europea. El popolarismo se basa en el diálogo, el respeto a la libertad, la amistad social, la cooperación y colaboración entre los diferentes segmentos sociales, respeto a la propiedad privada y el bien común, el estado de bienestar y la economía social de mercado, según la D. Social de la Iglesia. Pero por sobre todas las cosas tuvo, en aquellos años aciagos y por varias décadas una enorme fuerza espiritual y moral y esto fue lo que impulsó la reconstrucción.

1.b.- El populismo

En cambio, el populismo es una forma de ejercer el poder político; concentración de este en un líder o caudillo; portador de ideologías de izquierda o de derecha; una relación política de imperante-súbdito de fuerte tendencia schmitiana. En la mayoría de los casos un discurso demagógico, excluyente, de rechazo al extranjero que a veces va acompañado de un ánimo imperial. Le Pen en Francia, Hofer en Austria, Grillo en Italia, Amanecer dorado en Grecia, el Partido de la Independencia en Gran Bretaña, Jobbik en Hungría, el Partido de la Libertad en Holanda, Maduro en Venezuela, Noriega en Nicaragua y Donald Trump en Estados Unidos entre otros.

1.c. Un término polisémico y un problema espiritual y moral

Es necesario aclarar que también es frecuente que se emplee este término con un tono peyorativo para descalificar democracias insubordinadas al poder económico o financiero internacional. Sin embargo, lo que encontramos en común en las diversas formas de populismo es el padecimiento de un problema moral donde después de haber hecho profesión de fe de la democracia hacen una formulación de la negación del ciudadano o del prójimo, inmigrante o caído, como en la parábola de Rosellini. Como si se tratara de la expresión política del fariseo y el levita del relato evangélico del buen samaritano.

Tentaciones imperiales

Entre las amenazas a las cuales se encuentra sometido “el tesoro de la democracia” -aludió, en su respuesta a la periodista griega el Santo Padre -se encuentran los regímenes que resbalan hacia tentaciones imperiales -tentaciones propias de algunos populismos -tendencias que apuntan a una gobernanza supranacional -o donde el poder se concentre en dictadores que dicen gobernar para el pueblo pero que gobiernan sin el pueblo, constituyendo una dictadura de “nosotros y no los otros”. Nosotros tenemos el poder, los otros deben tener el poder “mínimo” o ningún poder. Concentración del poder mundial con exclusión de los otros. Tentaciones que están latentes en superpotencias.

Tres palabras para el fortalecimiento de la democracia: pueblo, identidad y participación

Del discurso de Bergoglio surgen estas tres palabras como fundamentales para entender esta terapéutica de sostenimiento del régimen democrático.

1.- Pueblo (“palabra maltratada” JB)

Francisco en el año 2016, reiterando lo que venía diciendo como Arzobispo, dijo como Pontífice: “Hay una palabra muy maltratada, “pueblo” que no es una categoría lógica ni una categoría mística, “El pueblo se hace en un proceso, mediante un compromiso en vista de un objetivo viviente concreto o proyecto común. La historia está construida por este proceso de generaciones que se suceden dentro de un pueblo” (Papa Francisco en Le orme de un pastore. Una conversación con el papa Francisco, de Antonio Spadaro).

En nuestra ciudad había dicho: “(la palabra) pueblo no puede explicarse solamente de manera lógica. Cuenta con un plus de sentido que se nos escapa si no acudimos a otros modos de comprensión, a otras lógicas y hermenéuticas” (discurso por el bicentenario del entonces Arzobispo de Buenos Aires).

2.- Identidad nacional

Un pueblo construye una nación. Esto se produce en un proceso histórico y en esa construcción los pueblos adquieren una identidad. Identidad que vemos manifestada en la historia, en la lengua, en los festivales populares, en cada una de las domas en el interior, en la destreza de la jineteada, la rebeldía de las caballadas, el canto y la guitarra, el asado y el vino y también en las celebraciones de nuestras fiestas patrias, en las obras de arte, en el cine. Claro que la tradición no se agota con el arte ni en la mera repetición.

A las identidades se accede a través de “la reencarnación de valores de generación en generación, en un hacerse cotidiano.” Se encuentra en el sí mismo, como ciudadano y como parte del todo y se completa con el reconocimiento del otro. Los viejos criollos decían “nunca digas que sos gaucho, esperá que los otros te lo digan”.

El pensamiento único (o la cultura de la cancelación JB)

Pero si el tesoro de la democracia, necesita para ser sana una identidad nacional fuerte e inmunizada de los populismos, exige evitar el contagio de un virus más peligroso todavía: el del pensamiento único.

“…Es un pensamiento que reniega los fundamentos naturales de la humanidad y las raíces culturales que constituyen la identidad de muchos pueblos…se trata de una forma de colonización ideológica, que no deja espacio a la libertad de expresión y que hoy asume cada vez más la forma de esa cultura de la cancelación, que invade muchos ámbitos e instituciones públicas. En nombre de la protección de las diversidades, se termina por borrar el sentido de cada identidad… Se está elaborando un pensamiento único —peligroso— obligado a renegar la historia o, peor aún, a reescribirla en base a categorías contemporáneas, mientras que toda situación histórica debe interpretarse según la hermenéutica de la época, no según la hermenéutica de hoy.” (Discurso al Cuerpo diplomático, 6/12/21).

3.- Participación en las decisiones

La otra pata de un buen sistema democrático es la “participación” popular. Una democracia moderna, tiene que tener pasión por la verdad. No puede ser una democracia mentirosa. Hoy son necesarios nuevos canales de participación de todos, pobres y ricos, ciertos, genuinos, veraces, periódicos y directos.

Enseña el Papa Francisco que “el desprecio de los débiles puede esconderse en formas populistas, que los utilizan demagógicamente para sus fines, o en formas liberales al servicio de los intereses económicos de los poderosos. En ambos casos se advierte la dificultad para pensar un mundo abierto que tenga lugar para todos, que incorpore a los más débiles y que respete las diversas culturas”. (Enc. Fratelli Tutti, Nro. 155 Populismos y liberalismos – La mejor política cap. 5).

La gran crisis de representatividad

El Papa Francisco en la Encíclica Fratelli Tutti afirma que así como en las decisiones políticas el Estado concertaba con los trabajadores sindicalizados, hoy debe hacerlo (también) con “…los trabajadores de la economía informal”.

Los partidos se redujeron a “aparatos del estado” y tiendas “de temporada”. Perdimos casi 40 años, se licuó “la participación política”. Como en la desesperanza de la posguerra estamos rodeados del veneno con el que Edmund asesinó a su padre. Acaso ¿no deberíamos hacer un proceso de arrepentimiento colectivo como el que Maritain llamó “sanación espiritual”? Digo después del genocidio de la dictadura dejando tantos muertos y la corrupción de los que ocuparon el poder durante la democracia dejando tantos pobres?

¿Tendremos los argentinos la suficiente fuerza espiritual y moral para preservar el tesoro de la democracia y ponernos de pie?

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