¿Vaca Muerta al banquillo?: la lucha por la justicia climática en los tribunales

Si queremos alcanzar los objetivos climáticos globales consagrados en el Acuerdo de París, no podemos desarrollar nuevos yacimientos de petróleo y gas como el de la Patagonia argentina

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REUTERS/Agustin Marcarian
REUTERS/Agustin Marcarian

Abordar el cambio climático significa hacer que el petróleo y el gas sean combustibles del pasado. Si queremos alcanzar los objetivos climáticos globales consagrados en el Acuerdo de París, no podemos desarrollar nuevos yacimientos de petróleo y gas. El uso de los combustibles fósiles existentes también debe disminuir rápidamente, de manera que las emisiones de gases de efecto invernadero se eliminen en todo el mundo en los próximos 30 años.

Sin embargo, la carrera por explotar las vastas reservas de petróleo y de gas no convencionales en la formación Vaca Muerta, en Patagonia, amenaza a Argentina y a los objetivos climáticos mundiales, además de acarrear graves riesgos de contaminación del agua local, fugas de gas e incendios. No en vano, la fracturación hidráulica (fracking), técnica utilizada para extraer petróleo y gas de Vaca Muerta, ha sido prohibida en 70 municipios de la propia Argentina.

La plena explotación del petróleo y el gas de Vaca Muerta produciría enormes emisiones de carbono, suficientes para agotar el 15% de las emisiones restantes compatibles con el cumplimiento del objetivo del Acuerdo de París sobre el clima de limitar el calentamiento global a 1,5 °C por encima de las temperaturas preindustriales. Los impactos de esas emisiones se sentirían en todo el mundo. El aumento de las temperaturas globales intensifica las olas de calor, las tormentas y las sequías y acelera la subida del nivel del mar y el retroceso de los glaciares, amenazando a comunidades de todo el mundo.

Es urgente reducir las emisiones de gases de efecto invernadero e impedir el desarrollo de nuevos proyectos de combustibles fósiles. Es por ello por lo que los abogados han comenzado a preguntarse: ¿pueden los tribunales obligar a los países, e incluso a las empresas, a establecer y cumplir objetivos climáticos alineados con el Acuerdo de París?

Cada vez más, la respuesta a esa pregunta es sí. En las últimas semanas, se han conseguido importantes éxitos jurídicos en los tribunales de todo el mundo.

A finales de abril, los jueces del máximo tribunal de Alemania condenaron la Ley de Protección del Clima del país como inadecuada por no proteger a las generaciones futuras de los impactos del cambio climático y exigieron que el gobierno la reforzara. Una semana más tarde, el gobierno alemán anunció importantes cambios en sus objetivos climáticos, como la reducción de las emisiones en un 65% para 2030 y la eliminación de las emisiones netas para 2045.

Un mes después de la decisión alemana, un tribunal holandés estuvo de acuerdo con los argumentos de un grupo activista, Milleudefensie (Amigos de la Tierra Holanda), y ordenó a Shell alinear su negocio con el Acuerdo de París. Al hacerlo, Shell tendrá que reducir sus emisiones de dióxido de carbono en un 45% para 2030 en relación con las emisiones de 2019. Esto incluye las emisiones asociadas a todo el petróleo y el gas que produce (incluido el de la Patagonia), aunque lo quemen otras empresas o los consumidores.

Justo un día después, un tribunal australiano dictaminó que el gobierno debe tener un cuidado razonable para garantizar que las nuevas minas de carbón no perjudiquen a los niños. Dadas las importantes emisiones asociadas a la quema de carbón, y la vulnerabilidad de los niños a los impactos del cambio climático, esto podría suponer un nuevo e importante obstáculo para la aprobación de nuevos proyectos de carbón en Australia.

Los tribunales están tomando medidas enérgicas contra las emisiones de carbono de los países y las empresas, pero con el cambio climático que ya está costando vidas y medios de subsistencia en todo el mundo, no basta con prevenir el calentamiento futuro. Los recientes avances en los tribunales sugieren que ahora existe una perspectiva realista de que los grandes emisores de gases de efecto invernadero presenten demandas de indemnización a las comunidades afectadas.

Extraer y quemar petróleo y gas es rentable siempre que sean otros quienes paguen las consecuencias. Pero el éxito de las demandas podría cambiar esta ecuación: el desarrollo de nuevos proyectos de combustibles fósiles podría obligar a las empresas a pagar por los impactos del cambio climático que se produzcan como resultado.

Esto no ocurrirá sin pruebas científicas rigurosas, especialmente en casos que buscan reducciones de emisiones y compensación por impactos climáticos. Los estudios de atribución han avanzado tanto, que ya pueden ser utilizados como elemento de prueba en juicios por resarcimiento de daños presentados por comunidades afectadas.

Desgraciadamente, hasta ahora esto no ha ocurrido de una forma efectiva. En una nueva investigación publicada en la revista Nature Climate Change, estudiamos 73 casos presentados en 14 países y descubrimos que las limitaciones de las pruebas científicas aportadas a muchos de estos casos ponen en peligro su éxito, especialmente en los casos que buscan una compensación por daños climáticos.

La mayoría de los casos presentados ante los tribunales hasta la fecha no han tenido éxito, en algunos casos, debido a que las pruebas aportadas son inadecuadas. Proporcionar la ciencia adecuada y presentar casos para los que existen pruebas sólidas y de alta calidad podría superar los obstáculos para el éxito de los litigios y liberar el verdadero potencial de la ley como herramienta para la justicia climática.

La ciencia del clima permite mostrar las consecuencias de los nuevos proyectos de combustibles fósiles, como los yacimientos de petróleo y gas de lutita en Vaca Muerta. Pruebas de este tipo han sido utilizadas por los tribunales para bloquear proyectos de extracción de combustibles fósiles y podrían utilizarse en juicios en Argentina o en cualquier otro lugar, incluso contra las empresas internacionales que operan la infraestructura de combustibles fósiles, los bancos que financian su desarrollo o los enormes subsidios pagados por el gobierno argentino para acelerar el crecimiento del desarrollo de petróleo y gas.

Los recientes éxitos en los tribunales han impulsado el litigio climático como parte de la nueva normalidad. Considerados hasta hace poco como un intento especulativo de conseguir que los tribunales impusiesen acción climática, las demandas están obligando a los gobiernos y a las empresas a aumentar su ambición climática. Y ya no parece descabellado sugerir que futuros casos obliguen a las empresas a pagar indemnizaciones a las comunidades afectadas por el cambio climático.

Los litigios suponen ahora una amenaza real para la industria de los combustibles fósiles y otros grandes emisores de gases de efecto invernadero y están acelerando la transición hacia un mundo libre de emisiones. Gracias a los avances en la ciencia del clima y a los esfuerzos de abogados pioneros de todo el mundo, la lucha por la justicia climática está teniendo cada vez más éxito en los tribunales. Los juicios sobre el clima están cambiando el curso de la historia y, si están armados con las pruebas científicas adecuadas, es de esperar que estos éxitos sigan llegando.

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