El cartero llama dos veces

El texto publicado por Cristina Kirchner pone al descubierto sus prioridades políticas y deja en un lugar incómodo a Alberto Fernández

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Cristina Kirchner y Alberto Fernández en la ex ESMA
Cristina Kirchner y Alberto Fernández en la ex ESMA

Cristina está enojada. Quiere impunidad y no la está obteniendo. La corrosiva literatura que levantó este miércoles deja a la intemperie su encono e impotencia. Lejos de ser una demostración de poder, la carta oficializa las urgencias que la apremian y pone de manifiesto que su agenda está absolutamente escindida de la realidad de las mayorías.

Mientras el común de los mortales vive desvelos por la pobreza, el desempleo, la inseguridad y el virus, los sobresaltos de quien preside el Senado de la Nación hacen eje en el “lawfare” y la supuesta vulneración de los derechos de quienes están siendo juzgados y/o condenados por actos de corrupción en el ejercicio de funciones políticas.

Los desbordes epistolares de la Vicepresidenta van perdiendo eficacia. Si bien marcan la cancha y tienen un efecto de pretendido amedrentamiento sobre aquellos que le temen de manera reverencial, también dejan al descubierto que las cosas se le están yendo de las manos.

La decisión de la Corte Suprema de Justicia de dejar firme la condena de Amado Boudou es señalada por los más próximos al Instituto Patria como el detonante de su incendiaria misiva.

El sorprendente empeño que funcionarios y referentes del Frente de Todos pusieron en defender a Amado Boudou pone en la pista del terrible enojo que la decisión del Supremo Tribunal generó en la jefa del kirchnerismo.

Resultan conmovedores los denodados esfuerzos discursivos que el mismísimo Presidente de la Nación se ve obligado a hacer para disimular las diferencias de criterio que lo separan de su mentora política y aplacar la ira que inspiran sus reacciones.

La feroz avanzada de CFK sobre la Corte Suprema deja en muy mala situación a un Jefe de Estado que se pretende dialoguista y republicano.

Le costó mucho, esta vez, a Alberto Fernández alinearse a favor de los dichos de la carta. Se limitó a decir que coincide “en lo conceptual” con CFK y se preguntó por qué “el traslado de tres ignotos jueces es una cuestión de gravedad y la condena a un Vicepresidente no”.

El agotador ejercicio de equilibrista al que Alberto Fernández se ve sometido incluyó la irrupción de Santiago Cafiero en modo defensor mediático de Boudou. Cualquier argumento del Presidente en favor del condenado en la causa Ciccone lo expondría de manera dramática a sus propias contradicciones. El archivo le juega muy en contra en casos como este. En tiempos no tan lejanos supo ser lapidario con el entonces niño mimado de su progenitora política.

Las frustraciones cristinistas en relación a su propia situación judicial se traducen en una suerte de implacable y recurrente golpiza contra Alberto Fernández.

En las vísperas del día en que se cumple un año de la llegada al Gobierno la diatriba contra los supremos se leyó también como una advertencia para Alberto y los “funcionarios que no funcionan”. Sin nombrarlos se los expone por su inactividad o desidia para frenar el supuesto “lawfare” que complica la vida de quienes pasaron por el poder y ahora se ven obligados a caminar los pasillos de Comodoro Py.

La crónica de “una relación tormentosa” incluyó para el aniversario un breve encuentro en el acto en el Día Internacional de los Derechos Humanos en la ESMA. Una escena que quedó plasmada en la foto que los muestra juntos respetando esta vez a rajatabla el distanciamiento social.

La actitud corporal de ambos, él, con un discurso breve y barbijo ajustado, y ella, locuaz y a cara descubierta durante todo el acto, han dado lugar a todo tipo de interpretaciones.

El análisis de la inesperada escena incluye un cerrado aplauso de la dupla en cuestión cuando Lita Boitano, referente de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas dijo que todos los que pasaron por la ESMA fueron “peronistas y montoneros”.

Las imágenes remitieron al 24 de marzo de 2004 cuando Nestor Kichner dio por recuperado el predio donde funcionó el emblemático centro clandestino de detención en la Escuela de Mecánica de la Armada.

Al crear el Espacio para la Memoria el entonces Presidente pidió perdón en nombre del Estado Nacional por haber callado durante los veinte años de democracia.

Ese día Kirchner ignoró de manera absoluta no solo el trabajo de la CONADEP y el “Nunca más” sino el histórico Juicio a las Juntas ordenado por Raúl Alfonsín, un hecho sin precedentes en la historia reciente, de cuya sentencia condenatoria se cumplieron este miércoles treinta y cinco años. Tampoco Alberto Fernández pareció recordar este jueves los servicios prestados a la causa de los DDHH de Raúl Alfonsín.

Cansados ya del vodevil de la tempestuosa cuestión del vínculo entre los miembros de la fórmula que encarna el Poder Ejecutivo de la Nación, algunos “albertistas” sostienen que si se hablara un poco menos de estas banalidades, CFK perdería centralidad. Cuestionan lo que consideran una mirada muy " cristinocéntrica” de la política para sostener que esto la empodera, la agranda e incentiva a mantenerse activa en ese andarivel.

Este asunto un tanto “pimpinelezco” de si se hablan o no, de si ella le atiende el teléfono o lo ningunea, sería absolutamente irrelevante, de no ser que en el medio están las decisiones políticas que el Ejecutivo debe tomar y ejecutar y que a diario se ven interferidas por los reposicionamientos, desplantes y distanciamientos de quien conduce el Senado.

Lejos de ser un asunto banal, de atractivo mediático, la cuestión de los complejos vaivenes de la extravagante fórmula que nos gobierna tienen un fuerte impacto en la agenda política y desde ya en la vida de todos y cada uno de nosotros.

La intensidad aplicada a la tarea en el Senado de los últimos días da prueba de ello.

A la reforma de la mayoría necesaria para la elección del Procurador en las últimas horas se sumó la votación en la Cámara alta que convirtió en ley la quita de fondos a la Ciudad de Buenos Aires por la transferencia de la policía. La medida da una estocada final a la pretendida relación de amistad y entendimiento entre el Presidente y el Jefe de Gobierno porteño.

El Senado también dio este jueves media sanción al cambio de la fórmula jubilatoria. Los cambios introducidos por sugerencia de Cristina, modifican lo propuesto por el Poder Ejecutivo, anulando el carácter de pago a cuenta del 5% previsto para diciembre e introducen impuestos trimestrales. Esto favorece levemente a los jubilados pero complica mucho los cálculos del Ministro Martín Guzmán para el presupuesto 2021.

En el entorno del Patria y entre los más altos referentes de La Cámpora la carta es interpretada como ordenadora de los vínculos. Lejos de la tensión que generó el primer envío dicen que esta vez el escrito fortalece a Alberto Fernández y que tiene como objetivo un señalamiento más político que instrumental. No están viendo venir, al menos en lo inmediato, un cambio en la estructura de la Corte o el temido fantasma de una Reforma Constitucional.

También muchos de los que rodean a CFK se perciben empeñados en absorber y moderar la interpretación del estilo directo, siempre confrontativo y visceral con el que se despacha la jefa política.

Haciendo gala del sacrosanto oficio de la empatía política, consideran que ella quedó instalada en una función que le resulta naturalmente incómoda considerando que ejerció el poder en la más alta magistratura del Estado durante ocho años. No le gusta enterarse por los medios de las decisiones del Ejecutivo. Eso la enoja, aseguran.

En el kirchnerismo camporista entienden que mientras la primera carta fue rupturista nunca dejaron de compartir el espíritu y la dirección del proyecto aunque de modos y maneras opuestas. “A los dos hay cosas del otro que molestan”, aseguran, pero todos los consultados desalientan cualquier idea de ruptura o distanciamiento definitivo. Ambos se necesitan mutuamente para sobrevivir en el poder.

Cristina se siente la gestora y garante de la coalición. Su gente más próxima admite, como ocurre en la mesa chica de Alberto, que la relación entre ambos es en extremo compleja y que sufre permanentes oscilaciones. De un lado y del otro hay gente trabajando para gestionar el desencuentro.

Máximo Kirchner estaría funcionando como una suerte de mediador. Reconocen que el cisne negro de la pandemia restó espacios lógicos de encuentro y negociación a una coalición de tan amplio espectro y eso pesa.

Nadie apuesta en estos días, no obstante, a una ruptura del vínculo. A pesar del mayor peso específico de que dispone el kirchnerismo en el equilibrio frentista es inviable pensar en un quiebre al interior de la fuerza gobernante.

Gobernadores e intendentes del PJ permanecen atentos a estos vaivenes. No quieren que el armado de listas para 2021 los deje afuera. El avance de los referentes de La Cámpora en la provincia de Buenos Aires los mantiene en estado de alerta, prefieren respaldarse en la figura presidencial, más afín a acuerdos y consensos que lidiar con el estilo avasallante de los K.

La suspensión o no de las PASO y la eventual reelección de los intendentes que cursan su segundo mandato mediante un atajo en la interpretación de la ley que limita esa posibilidad son tema permanente en la conversación.

Ni de un lado ni del otro pretenden reeditar las experiencia de división del peronismo que es bien sabido terminan siempre de manera trágica.

Con 131 votos a favor, 117 en contra y seis abstenciones la Cámara Baja dio este viernes media sanción al proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. El tema que produce una fuerte confrontación transversal en la sociedad debe ser ahora tratado por el Senado.

La Secretaria de Legal y Técnica de la Presidencia, autora de la iniciativa y referente del círculo más íntimo de Alberto Fernández, estuvo en el recinto.

De la premura con la que se trate en el Senado de la Nación será posible extraer también algunas conclusiones. Vilma Ibarra fue indirectamente ubicada en la primera movida epistolar entre los santos que no cuentan con la devoción de CFK.

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