El crispante tiempo que viene

La reestructuración de la deuda tuvo celebración en el estrato más alto de la sociedad, pero en la clase media la noticia no tuvo impacto

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Martín Guzmán, ministro de Economía, en la conferencia de prensa de ayer, en la que dio detalles de la reestructuración de la deuda
Martín Guzmán, ministro de Economía, en la conferencia de prensa de ayer, en la que dio detalles de la reestructuración de la deuda

Muchos quedaron satisfechos, otros compararon con las negociaciones de Ecuador que fueron más rápidas y finalmente están los que mostraron rostros y palabras de escepticismo.

El oficialismo lo vivió como un triunfo y la oposición felicitó el resultado de la negociación de la deuda. No se escucharon críticas desde ese costado de la escena política. No fue poca cosa alcanzar a reestructurar bonos 650.000 millones de dólares con los acreedores privados.

Martín Guzmán, ministro de Economía, con omnipotencia, había previsto que a fines de marzo podía tener solucionado el paquete con los acreedores. No tuvo suerte. Pero contó con la colaboración de economistas de renombre y hasta de los directivos del Fondo Monetario Internacional para que todo saliera aceitado. Y algunas figuras de la Argentina: los argentinos que están en Washington en distintas funciones en representación del país, Sergio Massa y sus contactos en Estados Unidos y el empresario petrolero Miguel Galuccio, ex presidente de YPF.

¿El gobierno irá ahora corriendo a tocar el timbre del Fondo Monetario para comenzar a negociar la devolución de los 44.000 millones que el país recibió y no está devolviendo? Es muy posible que lo haga en el corto plazo

Por supuesto, la alegría inundaba los corazones de los que intervienen en las Bolsas y mucho más los de Wall Street. Hasta bajó la cotización del dólar. Pero esto ocurrió en el estrato más alto de la sociedad argentina, tal como está estructurada ahora. Porque en la clase media en decadencia la noticia del arreglo no tuvo impacto. No siguieron las idas y vueltas en los medios de comunicación, estaban abrumados individual y colectivamente. La falta de trabajo, el cuentapropismo en bancarrota y las distintas peripecias económicas los ha vuelto sonámbulos.

Están más preocupados por la inseguridad, el aumento de la pobreza que pronto redondeará el 50 por ciento. Los 10.000 comedores comunitarios con ollas populares ya casi no dan abasto y saltó de 8 a 11 millones la cantidad de argentinos que se aferran a los planes de ayuda que otorga el Gobierno. La pandemia ha castigado a toda la sociedad pero mucho más a los desplazados.

La euforia por el arreglo tuvo sus límites. Se devoró cuatro meses, entramos en default y los empresarios pidieron a gritos salir de la encerrona porque de lo contrario se cortarían todos los contactos con el exterior. Argentina hizo ofertas, le dijeron que no. En el interín fueron de un lado para otro los rumores. Ayer muchos sabían que el arreglo estaba cerrado, pero no hubo confirmación oficial hasta las 3 de la mañana del martes 4, cuando todos dormían. Menos Guzmán, con sus teléfonos recalentados.

Carlos Rosenkrantz, presidente de la Corte Suprema de Justicia (NA)
Carlos Rosenkrantz, presidente de la Corte Suprema de Justicia (NA)

¿El gobierno irá ahora corriendo a tocar el timbre del Fondo Monetario para comenzar a negociar la devolución de los 44.000 millones que el país recibió y no está devolviendo? Es muy posible que lo haga en el corto plazo. Parece algo imprescindible para poder respirar y orientar el rumbo económico. Nadie cree posible que el organismo financiero internacional vuelva a otorgarle una mano a la Argentina en el tiempo apresurado que viene y con la pandemia que ahoga las voluntades.

Después están los movimientos políticos del Gobierno y las resistencias de la oposición. La imagen buena que tenía Alberto a comienzos de su llegada a la Casa Rosada está bajando y la inseguridad se ha convertido en el principal dilema al mismo tiempo que la ministra de Seguridad, Sabina Fréderic, considera ese fenómeno, que crea una ansiedad mayúscula, tan solo una exageración de los medios de comunicación. Como siempre pasó con los militantes del kirchnerismo y luego del cristinismo, la culpa la tiene el periodismo. Paralelamente, hay malestar contra la cuarentena. Los constitucionalistas han salido a considerar arbitrarias e ilegales muchas prohibiciones.

En el medio de todas las carencias sigue sin hablarse del plan económico. Si se habla de la reforma de la justicia y de agrandar el número de integrantes de la Corte. Históricamente la Corte Suprema tuvo dos traspiés: con el aval al golpe militar de 1930, aquel que derrumbó a Hipólito Yrigoyen, y con otro golpe cuartelero, el de 1943, en el que mantuvo silencio. A lo largo de medio Siglo XX la Corte padeció cambios: aumentó o disminuyó la cantidad de sus miembros, se puso o no a disposición del Poder Ejecutivo. Ahora la Corte es reticente a todo cambio, de la misma manera que considera inconveniente el aumento de juzgados, como es del deseo del oficialismo.

Quien diga que vamos para abajo en la institucionalidad en la Argentina no se equivoca. En el sector empresario, pese a la ayuda de la Presidencia en tiempos de pandemia, hay varias alertas

La oposición del radicalismo más la conducción del PRO, con Mauricio Macri en viaje de placer y por motivos del fútbol, está crispada y atenta, dispuesta a ir al ring más que de costumbre por la pretensión de una reforma que tiene un objetivo: salvar a Cristina Fernández en todos o en gran parte de los juicios en los que se la acusan de corrupción o de ser jefa de un grupo de corruptos.

La propuesta de modificar el esquema judicial se pudo resolver en el Consejo de la Magistratura con el voto de Graciela Camaño, supuestamente con la anuencia de Roberto Lavagna, o con la voz cantante de Sergio Massa.

Quien diga que vamos para abajo en la institucionalidad en la Argentina no se equivoca. En el sector empresario, pese a la ayuda de la Presidencia en tiempos de pandemia, hay varias alertas. Se conocen proyectos y leyes que nada tienen que tienen que ver con la realidad. Como la del teletrabajo.

Más las palabras de un directivo del Foro de la Convergencia Empresarial que planteó un tema grave: “Hay muchos indicios de que un sector del Gobierno impulsa la estatización de la economía”, aseguró. No dijo qué sector es en ese mosaico peronista.

Es el mismo vapuleado empresariado que escucha sobre la preparación de un plan oficial de 60 medidas, con la idea de dividir el país por regiones para que se administra mejor. Un paquete de disposiciones para oxigenar la economía. Mientras tanto, Fernández dijo que no cree en los “planes económicos”. “En el pasado cercano han fracasado”, agregó.

El Presupuesto diseñado por el actual Poder Ejecuto en diciembre pasado se hizo añicos. El Tesoro Nacional utilizó recursos superlativos por 845.000 millones de pesos que, convertido en dólares llegarían a más de 11.000 millones. Ya estamos en la segunda mitad del año y tenemos una producción industrial limitadísima, con casi 100 atentados vandálicos contra silobolsas, material preciado para conseguir dólares imprescindibles en los mercados externos.

La alegría de algunos convive con la preocupación de otros.

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