Dos sistemas en pugna

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El kirchnerismo fue tan entusiasta en difundir que ganaría ampliamente en las PASO que, a medida que se acerca la fecha y todo indica que ello no va a ocurrir, entró en pánico.

Es comprensible: si no obtiene una diferencia importante en las primarias –que actúan, en los hechos, como una primera vuelta-, le será muy difícil ganar las elecciones generales. Su piso electoral está muy cercano a su techo. Fuera de su núcleo duro, le cuesta encontrar aguas donde pescar votos prestados. La desesperación no los ha empujado al centro, sino a reforzar la fidelidad de los propios con consignas que agitan fantasmas de un pasado que la mayoría de la sociedad no quiere que regrese.

Claramente, una reedición del kirchnerismo no sería más racional, sino más autoritaria y vengativa. Les cabe la misma frase que el político, diplomático y sacerdote francés, Talleyrand, pronunció cuando los Borbones volvieron fugazmente al poder, tras la caída de Napoleón Bonaparte: "¡Ils n´ont rien appris…ni rien oublié!" (Nada aprendieron…nada olvidaron).

Un claro ejemplo fue la torpe señalización por parte de Alberto Fernández de una científica, Sandra Pitta, que cometió la imprudencia de manifestar su respaldo a la reelección de Mauricio Macri en una solicitada suscripta por destacados intelectuales y personas de la cultura. Ese ejercicio de la libertad de expresión y del compromiso ciudadano le valió duras críticas en las redes sociales, muchas de ellas de sus pares. Fernández, en un acto con científicos kirchneristas, la mencionó con nombre y apellido, para decir que no se preocupara porque él, de ser electo presidente, la cuidaría.

El tono falsamente amigable de Fernández escondía una advertencia para ella y para todos los que quisieran sacar los pies del plato K: los conocemos, los estamos vigilando, metan violín en bolsa. En una república democrática los ciudadanos no esperamos que el presidente nos cuide. ¿De qué debería cuidarla Fernández a Sandra Pitta? ¿De que la maltraten esos mismos que estaban ahí sentados, aplaudiéndolo y riéndose de sus ocurrencias?

Cuesta vincular a estos investigadores regimentados y obsecuentes con el espíritu de la ciencia, naturalmente refractario a todo dogmatismo. Y en particular a las autoridades de la Facultad de Ciencias Exactas, que han convertido a esa casa de estudios en una unidad básica del kirchnerismo. Es curioso que los mayores expertos en números avalen a quienes deliberadamente manipularon las estadísticas para mentirnos en la cara respecto de la inflación.

En ese marco de radicalización, el intendente de Esteban Echeverría y presidente del PJ bonaerense, Fernando Gray, minimizó las amenazas sufridas por la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, al señalar que es común que los intendentes como él reciban amenazas. Esta naturalización de la violencia es llamativa y muy peligrosa.
Y si de violencia hablamos, no podemos dejar de mencionar las pintadas que una vez más sufrió el Cabildo porteño, con motivo de una marcha relativa a Santiago Maldonado. En las paredes de ese sitio histórico podía leerse: "Basta de democracia", "Fuego al Estado" o "Paredón para Bullrich". 

Todas consignas provenientes de quienes se identifican a sí mismos, por alguna paradoja de nuestro devenir colectivo, como defensores de los derechos humanos.

Este es el país que la gran mayoría de los argentinos no quiere más, el de la intolerancia, la prepotencia, el desprecio del Estado de derecho. Para que no regrese, no basta con desearlo. Hay que actuar en consecuencia. Los ciudadanos honestos y pacíficos disponemos de una herramienta poderosa, el voto. Usémosla ya desde las PASO del 11 de agosto. Somos muchos más que los violentos. Que lo sepan.

El autor es diputado nacional por CABA (Cambiemos- PRO)