La despenalización del aborto es pro vida

Olga Rista

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Quienes estamos a favor de la despenalización del aborto no somos asesinos. "Estamos a favor de la vida", repiten quienes argumentan en contra. Todos estamos a favor de la vida. Lo que se discute por estos días en el Congreso no es aborto, sí, aborto, no. El aborto sucede todos los días, hace décadas. Lo que estamos discutiendo es si vamos a permitir que esto siga ocurriendo en la clandestinidad, en condiciones insalubres.

La escritora Claudia Piñeiro, una de las expositoras de este debate histórico, lo puso muy bien en palabras: "Cuando dicen que están a favor de la vida para oponerse a la despenalización, ¿están diciendo que en los países que despenalizaron el aborto son todos asesinos? ¿Los europeos y los uruguayos son asesinos? Es una manipulación del lenguaje".

No podría estar más de acuerdo. Se manipula el lenguaje y se desvía el foco de la discusión con argumentos morales y religiosos. Los legisladores no podemos anteponer nuestras creencias personales, no hemos sido votados para legislar según nuestros pensamientos personalísimos. Se trata de garantizar derechos y de proteger a quienes se encuentran en condiciones más vulnerables.

También debemos desterrar la creencia de que, en caso de legalizarse, aumentaría la cantidad de abortos. ¿Alguien realmente puede creer que una mujer se hace un aborto alegremente? Es una situación difícil y muchas veces se llega allí por desamparo, por desesperación, por falta de educación sexual, por marginación.

Yo no estoy a favor del aborto. Nunca recomendaría a nadie llegar a esa situación. Pero es importante cuidar a las mujeres que han tomado la decisión y que lo harán de todas maneras, sea legal o no. Se trata de evitar muertes.

Vale recalcar que las mujeres que pueden pagar una importante suma de dinero son las que pueden hacerse un aborto en condiciones seguras. Eso lo sabemos todos. Son las mujeres de bajos recursos quienes quedan a merced de métodos anacrónicos.

Numerosos países ya llevaron adelante procesos de despenalización acompañados de políticas de prevención del embarazo no deseado. Podemos servirnos de sus experiencias para desarrollar una alternativa al sistema que tenemos; ya sabemos que este fracasó.

Si quitamos el peso de la penalización, podemos tener estadísticas oficiales, podemos desarrollar mecanismos de contención y apoyo para las mujeres en esta situación, podemos incluso, con el tiempo, reducir el número de abortos mediante mejores políticas de prevención y acompañamiento. Y, a corto plazo, evitar la muerte de muchísimas mujeres.

No seamos hipócritas. Apelo a la capacidad de empatía de mis colegas legisladores. Dejemos de lado pensamientos dogmáticos e inflexibles. Lo único que hace la penalización es llenar los bolsillos de personas que operan en la clandestinidad. Legislemos con responsabilidad y honestidad. Se lo debemos a toda la sociedad.

La autora es diputada UCR-Córdoba.