Jubilaciones: una suma de contradicciones

Cuando la ola se le estaba viniendo encima, el presidente Macri apoyó la idea de Mario Quintana, mano derecha de Peña, de apelar a los fondos de la Administración Nacional de la Seguridad Social

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Toda la sociedad espera que la sesión parlamentaria para tratar el tema jubilatorio en estas horas sea más civilizada en el Parlamento. También se espera que cesen o se serenen las manifestaciones que no logran sino generar más volumen al clima de violencia y aturdimiento que vive el país. Lo único pendiente es la decisión de la CGT de lanzar la huelga general este mismo lunes, con un trasfondo de intereses —aseguran algunos suspicaces— que queda como una incógnita.

Vayamos a los personajes y luego a los antecedentes. Mauricio Macri entiende que tiene todo abrochado con los gobernadores y así pensaba antes de los desmadres de la semana pasada. Los acuerdos con las provincias fueron desbordados. Todavía subyace el arma secreta de cierto sector del Gobierno de sacar la ley por decreto de necesidad y urgencia, lo cual crearía más crispación. La oposición cristinista, aliada con la izquierda y el massismo, hizo un planteo inquietante, parecido a una asamblea universitaria y con falta de equilibrio ante el presidente de la Asamblea, Emilio Monzó.

Después de que el ex radical hoy mutado en un extraño resorte cristinista Leopoldo Moreau le gritara "pelotudo" a Monzó en el momento en que todo ya estaba fuera de control, la oposición se abrazó, llena de felicidad, porque la sesión se había levantado. Tenía parecidos con una fiesta de fin de año con amigos del alma. Llenó de asombro a los informados porque exactamente lo mismo ocurrió en el Parlamento provincial en La Plata, como si toda la movida hubiera sido coordinada.

Lo más asombroso: el peronismo no cristinista miraba todo desde la tribuna y se negaba a entrar a la cancha a jugar como se debía.

Desde el punto de vista institucional lo más grave fue que los opositores trabaron al oficialismo en una sesión que tenía suficiente quórum para funcionar. Y ahora hay quienes señalan a Monzó como un presidente débil que se dejó hacer. Claro que lo dicen sin ponerse en la piel de Monzó, solitario, acorralado, acosado por los gritos y los reclamos, sin tiempo de contestar a todos.

El origen

Ahora bien, ¿dónde está el origen de esta tormenta? En primer lugar, en una falta de comunicación didáctica a la población de lo que estaba ocurriendo. No es un tema de ahora. Desde diciembre de 2015 Marcos Peña, jefe de gabinete, y su equipo marginan esta metodología quizás porque huelen a demagogia cuando se trata de algo elementalísimo en cualquier medio social y en cualquier criterio de convivencia entre más de 40 millones de habitantes.

O quizás porque intentaban ocultar el verdadero motivo por el cual los jubilados fueron víctimas de un proceso profundo de racionalización frente al déficit fiscal. Cuando la ola se le estaba viniendo encima, el presidente Macri apoyó la idea de Mario Quintana, mano derecha de Peña, de apelar a los fondos de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses).

En esto no se diferenciaban mucho del cristinismo, ese momento de instancia populista en que por cualquier motivo la Casa Rosada apelaba a la Anses, el Banco Nación y el Banco Provincia a que giraran fondos para tapar los agujeros de la administración. El cristinismo se valió de ellos a su antojo. Y hasta hizo populismo barato cuando ofreció moratorias que permitieron que gente que jamás había trabajado en su vida recibiera una jubilación.

El especialista Aldo Guadagni lo explica de manera didáctica: "Con algunas de las moratorias del cristinismo pasaron al sector pasivo señoras 'bien' para salir con sus amigas o ahorrar para viajar al exterior". Es una contradicción fragante que una integrante del 10% del sector más rico de la población, que jamás estuvo en relación de dependencia o trabajó, cobre hoy entre seis y siete mil pesos para gastos de cualquier naturaleza o capricho.

Otra contradicción: la Anses es un agujero negro. Lo viene siendo desde hace años. Nadie ha podido verificar como corresponde su contabilidad. Macri basó todo su universo fiscal para 2018 pensando en las promesas a las provincias y los acuerdos políticos de todo tipo que conminan a la Anses a la entrega de cien mil millones de pesos. Como escribió el colega Marcelo Bonelli: "De no aprobarse el proyecto jubilatorio, se afectaría gravemente la gobernabilidad de los habitantes de la Casa Rosada".

¿Pero por qué se tocó el dinero de los jubilados y no el de sectores más poderosos? ¿Por qué no se buscó la manera de aumentar las cargas patronales? ¿Por qué no se encargó una reforma tributaria que evitara que muchos retoques se hicieran para los empresarios y no para los que menos tienen? ¿Por qué no se hacen las cosas como se deben, evitando los privilegios de los jueces que no pagan ganancias? ¿Por qué no se apeló a parte de las dietas de los legisladores? El ingreso fiscal que eso representaría resultaría interesantísimo.

El traspié con los jubilados tiene un trasfondo de ahorro fiscal que le pega en los bolsillos a 17,4 millones de personas. Según cálculos de los especialistas, si la Anses no trastabilla, recién en diciembre de 2019 los haberes reales de los jubilados recuperarían el nivel de fines del 2015.

Así como el Gobierno no se ocupa de una comunicación convincente y humanizada, de la misma manera la sociedad percibe como una cachetada que un fallo judicial (del magistrado Enrique Lavié Pico) le concedió a Daniel Angelici, presidente del club Boca Juniors y, según coincidencias informativas, operador del presidente Macri en Tribunales, una medida cautelar. Con ese paso Angelici ya no tributará un piso de 14 millones de pesos anuales por sus bingos en la provincia de Buenos Aires. En los hechos, beneficia a tres propiedades que pertenecen a Angelici. Por supuesto, los abogados de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) apelaron la medida cautelar.