Los protagonistas de la puja política se apegan al añejo "el que quiera oír que oiga"

Federico Baraldo

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Mauricio Macri y Cristina Kirchner (NA)
Mauricio Macri y Cristina Kirchner (NA)

Fiel a su estilo, Cristina Fernández clama por difundir mensajes maquillados mientras el Presidente administra sus silencios.

La primera omite o niega los errores del pasado y le reclama a Macri que hable sobre el presente, mientras éste toma al futuro como protagonista de la campaña. La ex inquilina de Olivos exalta sus tiempos en el poder y transmite críticas a la realidad cotidiana. Su adversario trabaja sobre la esperanza de una sociedad que necesita salir de la crisis.

El cristicamporismo apela a las herramientas de agitación política tradicionales. Satisface la vocación movimientista de su clientela y acude a la agitación sistemática. Su contraparte exhibe y hasta sobreactúa en la denuncia de actitudes que provocan la molestia del ciudadano común. Conflictos sin sustento, como el de las escuelas secundarias, alteran a la mayoría silenciosa.

Los integrantes del denominado núcleo duro del kirchnerismo necesitan aferrar a su clientela y seducir a disconformes. Provocar la crisis y montarse sobre ella. El penoso caso Maldonado se encauza en el cuestionamiento de las estructuras del Estado, sin tomar en cuenta origen ni actuaciones de sus integrantes. En acciones de manual, amplían las denuncias y procuran involucrar a grupos que no pretenden protagonismo. Los militantes sediciosos del RAM no representan ni gozan del apoyo de los denominados mapuches. No obstante, deben ser seguidos con particular atención, pues actúan en línea con sus pares de Chile, bajo el amparo de organizaciones internacionales.

Los ciudadanos comunes ignoran la magnitud y raíz de este problema. Habitantes de las ciudades y pueblos de la pampa húmeda, el litoral y los grandes conglomerados urbanos viven ajenos a las tomas de tierras y cortes de ruta de supuestos descendientes de indígenas. A éstos se les deben reconocer los mismos derechos y ofrecerles las mismas garantías que amparan a todos los argentinos. No son diferentes, salvo por su eventual origen, lo que no les otorga privilegios y los obliga a respetar y atenerse al imperio de la Ley.

La ex presidente, sus seguidores y compañeros de ruta eluden estas consideraciones. Por medio de la dialéctica procuran captar simpatías entre sectores paralelos y críticos de la administración macrista. Esta, por su parte, responde con la munición gruesa de otro caso. La comprobación del asesinato de Alberto Nisman porta una carga emocional y política considerable. Ocurrió bajo el gobierno de Cristina Fernández, que defendió la hipótesis del suicidio. Ahora trata de despegarse. Tarea ímproba.

Así como la desaparición de Maldonado despierta reacciones, el crimen del Fiscal provoca el reclamo. Vida contra vida y escándalo versus escándalo. Maniobras que asombran a la gente de a pie, aunque no lleguen a conmoverla.

Se impone la satisfacción de necesidades y las demandas sociales se asocian a la economía. La especulación política es patrimonio de especialistas o sectores interesados. Los participantes del juego electoral apuestan al "timbreo". Parece paradojal que en la era de las comunicaciones masivas y disponibles para todo tipo de audiencias, recobre protagonismo el contacto personal. Los viejos transeúntes de este juego, hace ya un siglo, visitaban ranchos y poblaciones para empacharse con empanadas y vino barato y era usual que dejaran algo a sus visitados. Hoy el Presidente y sus candidatos, tanto como sus contrincantes, recorren barrios y asentamientos para que los vean y dejan promesas. Van, escuchan, atienden y disponen acciones de respuesta. Después viene la difusión mediática.

Los asesores y especialistas gubernamentales pulsan y exprimen la expectativa social ante las campañas. Comprobaron el hartazgo mayoritario ante la prepotencia piquetera y el desinterés por los actos masivos. Uno a uno, cuadra por cuadra y barrio por barrio. La consigna es persuadir y captar adhesiones.

La diferencia de votos en el conurbano se mueve en márgenes muy estrechos y volubles. Hacen falta evangelizadores.

Hay un mes agitado por delante.