“Nunca sentí nada”: las crudas confesiones que hizo “El Mochaorejas” a Javier Alatorre hace 27 años

Tras casi tres décadas en prisión, Arizmendi fue absuelto del delito de secuestro, pero deberá permanecer en reclusión por otros delitos

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Daniel Arizmendi, El Mochaorejas. (YouTube/Captura
Daniel Arizmendi, El Mochaorejas. (YouTube/Captura de pantalla)

La reciente absolución judicial de Daniel Arizmendi López, conocido como “El Mochaorejas”, tras 27 años en prisión, devolvió a la agenda pública una de las páginas más violentas del crimen en México.

Arizmendi, quien había sido sentenciado a 393 años de cárcel en 2003, fue absuelto del delito de secuestro por falta de pruebas concluyentes, aunque permanecerá recluido por cargos de delincuencia organizada.

El caso ha vuelto a cobrar notoriedad y trajo a la memoria colectiva la entrevista que concedió a Javier Alatorre en 1998, donde admitió sus crímenes con una frialdad que marcó un antes y un después en la historia criminal del país.

Las confesiones de El Mochaorejas

Daniel Arizmendi en entrevista con
Daniel Arizmendi en entrevista con Javier Alatorre. (YouTube/Captura de pantalla)

En la conversación registrada por las cámaras de TV Azteca, Daniel Arizmendi reconoció sin titubeos la magnitud de sus delitos. Al ser cuestionado por Javier Alatorre sobre el número total de personas secuestradas, respondió fríamente: “21″.

Detalló el método de selección de víctimas: “Por medio de que alguien lo pusiera” o bien después de haberlos investigado, revelando la existencia de informantes o “punteros” en su organización encargados de identificar a quienes tenían recursos.

El sello de la banda fue la mutilación de orejas para presionar el pago de rescates. Arizmendi respondió sin rodeos que él tomaba la decisión y realizaba el corte con tijeras de pollero.

Durante la charla, Alatorre le pidió que mostrara sus orejas ante las cámaras. Arizmendi, con el cabello un poco largo, se corrió el pelo y dejó las orejas al descubierto ante la cámara. Mantuvo la mirada fija y, tras unos segundos, volvió a cubrir meticulosamente sus orejas con el cabello.

Daniel Arizmendi enseñando sus orejas.
Daniel Arizmendi enseñando sus orejas. (YouTube/Captura de pantalla)

Cuando se le preguntó si alguna vez sintió placer por sus actos, Arizmendi respondió: “Nunca sentí nada”, y agregó que tampoco sentimientos negativos como el horror o la pena.

Cuando el comunicador le preguntó a Daniel Arizmendi si alguna vez una de sus víctimas le pidió que no lo mutilara, Arizmendi respondió: “Nunca oí que alguien me dijera que no. Tal vez porque no te daba tiempo”.

Luego agregó que si alguien lo hubiera hecho “quién sabe qué hubiera sucedido. Pero realmente nunca se daba la oportunidad. Normalmente se vendaba, se acostaba, se recortaba”, precisó.

Al referirse a la ausencia de compasión durante las mutilaciones y asesinatos, Daniel Arizmendi reconoció ante Javier Alatorre que posiblemente no estaba bien de la cabeza. “Probablemente no esté tan bien de mi cabeza como me veo”, admitió, con la misma frialdad que caracterizó toda su declaración.

Cuando la conversación giró hacia su propia familia, la postura de Arizmendi se tornó menos distante. Ante la hipótesis de que alguien privara de la libertad a su hija o a su hijo y le enviara una oreja como advertencia, reconoció que el impacto sería devastador: “Me sentiría muy mal. Pero si tuviera yo el dinero, lo daría. Lo que me estaban pidiendo, lo daría”.

Aseguró que pediría como castigo la pena de muerte para quien dañara a alguno de sus seres cercanos. Recordó que tanto su esposa como su hija le rogaban que se detuviera.

En la entrevista, Arizmendi reconoció que su motivación era personal, más allá del dinero: “Mucha gente piensa que es por dinero, pero nada más era por saber si sabía hacerlo o no podía hacerlo. Era un reto”.

¿Quién es El Mochaorejas?

El mochaorejas (Foto: Twitter@StinkerIrlandes)
El mochaorejas (Foto: Twitter@StinkerIrlandes)

Los antecedentes de Daniel Arizmendi López muestran una vida marcada por la violencia desde la infancia. Nacido en Miacatlán, Morelos, en 1958, creció en una familia afectada por el alcoholismo, los celos y los golpes. Tanto él como sus hermanos sufrieron agresiones físicas por parte de ambos padres.

Tras el divorcio, experimentó el abandono materno y una mudanza a la Ciudad de México, donde la precariedad económica lo llevó a abandonar la escuela y a trabajar desde niño en el taller familiar de tejidos.

La relación con su esposa, María de Lourdes Arias, estuvo marcada por la violencia de género y los celos. Mientras ella mantenía un empleo estable en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Arizmendi acumulaba trabajos fallidos y episodios de agresión. En 1984, ingresó a la Policía Judicial de Morelos gracias a una recomendación de su hermano, aunque permaneció solo dos meses. En ese periodo, el contacto con un detenido apodado “El Móvil” le enseñó técnicas de robo de vehículos, lo que marcó el inicio formal de su carrera delictiva.

El paso del robo de autos al secuestro se concretó tras una conversación familiar sobre un plagio en Cuernavaca. La facilidad aparente para obtener grandes sumas de dinero convenció a Arizmendi de cambiar de actividad. Formó una banda junto con su hermano Aurelio, los hermanos Paz Villegas, Raciel “El Rachi” y Joaquín Parra Zúñiga, utilizando casas de seguridad que también funcionaban como bodegas de autos robados.

Daniel Arizmendi López El Mochaorejas
Daniel Arizmendi López El Mochaorejas (Foto: Cuartoscuro)

El primer secuestro documentado por la banda fue el de Martín Gómez Robledo, dueño de una gasolinera. Arizmendi exigió un millón de pesos y aceptó negociar hasta obtener 350 mil.

A partir del séptimo secuestro, introdujo la mutilación de orejas como método de presión, una táctica que se volvió su sello. El grupo de El Mochaorejas es señalado por la comisión de aproximadamente 200 secuestros en siete estados del centro y sur del país.

El impacto social de los delitos y la brutalidad de los métodos contribuyeron a propagar el terror. El propio Arizmendi estimó en la entrevista con Alatorre que la organización recaudó entre 150 y 160 millones de pesos mexicanos, aunque otras fuentes calculan una fortuna de hasta 40 millones de dólares.

El éxito y la expansión de la banda se atribuyen en parte a la protección brindada por altos mandos de la seguridad pública. En la entrevista con Alatorre, Arizmendi negó haber recibido protección directa, aunque admitió que un policía federal, identificado como Ángel, participó en al menos un secuestro.

La caída de El Mochaorejas ocurrió el 17 de agosto de 1998, cuando un operativo conjunto del grupo antisecuestros Yaqui, la Procuraduría General de la República (PGR) y el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) lo detuvo en Naucalpan, Estado de México. El arresto de su esposa y de uno de sus hijos resultó clave para desarticular la organización.