Era laica y se convirtió en líder del movimiento judío que admira Milei: por qué ese camino espiritual la hizo feliz

El Presidente electo visitó la tumba de “el Rebe de Lubavitch” en Nueva York como forma de agradecimiento. Yamila Silberman, que a sus 21 años decidió guiar su vida según la ortodoxia, describe cómo ese líder guía su vida cotidiana. Descargalo gratis a cualquier dispositivo.

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Agradecimiento. Esa fue la principal intención con la que Javier Milei, flamante Presidente electo de la Argentina, visitó este lune la tumba del rabino Menachem Mendel Schneerson, “el Rebe de Lubavitch”. Fue en Nueva York, en medio de un viaje a los Estados Unidos en el que el líder de La Libertad Avanza participó de reuniones de cara a su próxima asunción pero también se tomó un tiempo para sus objetivos personales.

De hecho, la visita a la tumba de “el Rebe”, en la zona de Queens, fue la primera actividad que Milei llevó a cabo en Estados Unidos, antes de participar en reuniones en la Gran Manzana y también en Washington, donde incluso fue recibido en la Casa Blanca.

No es la primera vez que Milei visita el monumento que homenajea a “el Rebe” desde su muerte: en julio de este año había estado en ese lugar, al que llegan constantemente miles de personas que se acercan a esa zona del cementerio de Montefiore en busca de inspiración y orientación espiritual.

Es que “El Rebe”, séptimo líder de la dinastía Jabad Lubavitch, es hasta hoy uno de los grandes referentes de la colectividad judía, incluso a pesar de su muerte, ocurrida en 1994. Hijo de un cabalista y talmudista y de una integrante de una renombrada familia rabínica, “El Rebe” nació en Ucrania y murió en Estados Unidos. Se destacó sobre todas las cosas por haberle dado un impulso inédito a un reducido grupo jasídico que había prácticamente desaparecido tras el Holocausto. El líder espiritual logró que ese movimiento se convirtiera en uno de los más influyentes del judaísmo religioso, y lo hizo a través del enfoque de la Torá que compartió con sus seguidores, a quienes guió y aún guía en sus vidas cotidianas.

Javier Milei en la tumba del Rebe de Lubavitch.
Javier Milei en la tumba del Rebe de Lubavitch.

Yamila Silberman, argentina, nacida en 1984, judía ortodoxa desde sus 21 años, es una de las tantas personas que siguen las guías de “el Rebe”. Criada en una familia de la colectividad, apenas salida de la adolescencia decidió que viviría de acuerdo a los principios de la ortodoxia religiosa, experiencia que decidió compartir en el libro ¿Muy ortodoxa? Un camino judío a una vida más feliz, publicado en 2021.

En sus páginas, Yamila cuenta cómo fue tomar esa decisión y, sobre todo, cómo fue ese cambio de vida que, en la actualidad, construye su día a día. En medio de la visita del Presidente electo a la tumba de “el Rebe” y del interés generalizado por esa figura, Silberman conversó con Infobae Leamos.

“Creo que es una señal más de que estamos viviendo momentos únicos, dónde el mundo empieza a elegir vivir con ojos más abiertos a la divinidad, abriéndose conscientemente al hecho de que D’os mismo es la realidad y todo por ende está atravesado por la misma”, sostuvo en relación a que el nombre de su líder espiritual estuviera en boca de miles de personas.

“Que el Rebe, líder del movimiento de Jabad Lubavitch y líder de am Israel hoy este en el centro de atención para el mundo entero es símbolo de redención, de GUEULA. Y con ello, de mayor consciencia divina, mayor amor, expansión, conexión de almas. Es momento de ser conscientes también que todos somos parte esencial de este proceso donde cada uno es responsable de iluminar con esa luz única y propia que D’os inviste en él. Siempre la expansión de luz es positiva”, sumó la autora de ¿Muy ortodoxa?.

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“Trasciende incluso al pueblo judío. El Rebe nos da las herramientas de conectar con el mundo a través de los ojos del alma, el pensamiento, corazón y acción unificados a la voluntad divina”, explicó Silberman. A continuación, Infobae Leamos comparte un fragmento de ¿Muy ortodoxa? Un camino judío a una vida más feliz.

El Rebe de Lubavitch, una forma de ver el mundo

La vida y la filosofía

Antes de bajar a este mundo el alma no quiere hacerlo, se encuentra en las esferas celestiales tranquila, cómoda, y sin embargo al bajar ya no se quiere ir. ¿Por qué es eso? Porque tiene una misión, generar una morada para D’os en este mundo, ésa y otras tantas que le corresponden a este viaje del alma. Vincularse con este mundo material para santificarlo y así ser socios de D’os en la creación.

La palabra hebrea “Olam”, mundo, comparte la raíz con la palabra “elem”, ocultamiento, D’os se oculta para que podamos ser, no es que desaparece y queda todo librado a nuestro accionar, sino que su presencia atraviesa toda la creación a cada instante dándole vida pero a través de contracciones de su luz, lo que hace posible que podamos existir.

Hay un ejemplo muy gráfico al respecto, imagínense el Sol: un rayo de luz dentro de él no es perceptible, ahora cuando ese rayo produce un efecto a la distancia sí puede verse su luz, cuando se separa sin realmente desligarse de su raíz, ahí puede aparecer. Así nosotros, si D’os no se ocultase, si no tomara cierta distancia, nos anularíamos en él; de seguro que este distanciamiento produce que la oscuridad sea por momentos insostenible, pero es parte del juego del mismo vivir.

La tumba del "rebe de Lubavitch" en Queens, Nueva York.
La tumba del "rebe de Lubavitch" en Queens, Nueva York.

La Cábala, la filosofía jasídica, el estudio profundo de la Torá, de lo oculto, explican que esas contracciones de luz que mencioné anteriormente son llamadas sefirot, que a su vez existen en todo ser y cosa creada. Dentro de nosotros funcionan como una estructura que ordena el pensamiento y las emociones, dividiéndose en tres aspectos intelectuales y siete emocionales.

El objetivo de tomar conciencia y conectarse con estos aspectos es aprender a generar una guía de la emoción a través del pensamiento y así generar una acción en concordancia, donde haya coherencia en todo nuestro ser. No es suprimir la emoción sino guiar, darle un enfoque y un camino por el cual transitar.

El primer Rebe de Jabad, el Alter Rebe, explica en el Tania -el libro donde sienta las bases de la filosofía jasídica- que el primer pensamiento proviene de la emoción, pero que uno puede guiar a partir del segundo segundo de pensamiento; entonces puedo elegir qué pensar, qué decirme y hacia dónde dirigir mis pensamientos. No es tarea fácil, pero es posible.

Las primeras tres sefirot, las intelectuales, son Jojma, Binah y Dahat, cuyas siglas forman JABAD: ellas representan sabiduría, entendimiento y comprensión respectivamente. Las siete emocionales son Jesed, Guevurá, Tiferet, Netzaj, Hod, Iesod y Maljut, bondad-amor, disciplina-límites, armonía-equilibrio, perseverancia, humildad-esplendor, fundamento-vinculación y nobleza-reinado, generando un ciclo donde la energía fluye desde Jojma hacia Maljut para luego volver a comenzar.

Para que puedan ir adentrándose en lo que es la filosofía jasídica, se la voy a presentar, o por lo menos eso voy a intentar. El fundador del movimiento jasífico es Rabí Israel Baal Shem Tov (que significa ”el portador del buen nombre”), que por el siglo XVIII dio comienzo a una nueva visión de la Torá donde además de su cumplimiento en acción invoca al trabajo y conexión interior con la premisa de que el estudio de lo profundo de la Torá es para todo el pueblo de Israel por igual, letrados e iletrados, grandes y chicos, adultos mayores y mujeres, cada uno con su bajada particular, y conectaba a las personas con D’os desde el amor, el optimismo y la alegría y no desde el miedo al castigo. Recorría pueblo tras pueblo impartiendo las enseñanzas de la Torá, unificando el misticismo de ésta y los valores milenarios, así fueron creciendo sus seguidores a los que apodó “jasidim”, piadosos.

Una reunión en el cementerio de Montefiore para solidarizarse con Israel tras los ataques terroristas de Hamas.  REUTERS/Shannon Stapleton
Una reunión en el cementerio de Montefiore para solidarizarse con Israel tras los ataques terroristas de Hamas. REUTERS/Shannon Stapleton

Se cuenta que el Baal Shem Tov tuvo una visión en la que se encontró con el alma del Mashiaj (el mesías, salvador) y le preguntó: “¿Cuándo vas a venir?”. Y él le respondió: “Cuando tus manantiales se expandan hacia afuera”. El agua, que es vital para la vida, es comparada con la sabiduría de la Torá, que es vital para el alma, por lo tanto el Baal Shem Tov interpretó que cuando la sabiduría de la Torá se expandiera al mundo entero llegaría el Mashiaj.

Tras su partida física, su sucesor fue el Maguid (relator) de la ciudad de Mezrich y tras él vino Rabí Shneur Zalman de Liadi, quien fue conocido como el Alter Rebe y dio comienzo a la dinastía de Jabad Lubavitch hace más de doscientos cincuenta años.

A través de su libro de cabecera, el Tania, introdujo las bases para lo que sería el movimiento, preguntas y respuestas a la composición de nuestra alma, el propósito en este mundo, cómo gestionar la fe, la seguridad en D’os.

Hoy, aun sin estar físicamente presente, el líder del movimiento es el Rabí Menajem Mendel Schneerson, conocido como “El Rebe”, quien, junto a su suegro, el Rebe Anterior, tras la Segunda Guerra Mundial se instaló en los Estados Unidos, más exactamente en Crown Height, Nueva York. Así le dieron al movimiento un nuevo curso, donde ya no sólo habría que luchar contra un enemigo exterior sino contra uno que se gestaba en nuestro interior: la asimilación y pérdida de la conexión con nuestra esencia.

El Rebe, ya el séptimo y último -él mismo declaró que ya es inminente la llegada del Mashiaj-, instauró campañas para incentivar al pueblo judío a retornar a sí mismo, a reconectarse con D’os, enviando cientos de jóvenes y matrimonios a ciudades en los diferentes puntos cardinales a ocuparse de los judíos que allí se encontraban.

Se paraba horas y horas y recibía a cientos de personas que venían de lugares remotos a pedirle una bendición. El Rebe conectaba con cada uno, escuchaba sus pedidos, contestaba miles de cartas que le escribían a diario, no sólo personas de la colectividad judía. Aún hoy, que no está físicamente, sigue presente en nosotros, en las acciones que llevamos a cabo, en las enseñanzas que hacemos propias cada día y transmitimos para lograr de este mundo un lugar mejor.

Hay diversas líneas en el ámbito del judaísmo observante; todas cumplen por supuesto los mismos preceptos pero sus costumbres son diferentes. Me miro hoy y estoy convencida de que pude llegar a ser esta que estoy siendo porque llegué a una institución con la mirada del Rebe, una mirada de amor al prójimo, de pertenencia, una mirada desde el dar, desde la apertura a otro para ayudarlo a encontrarse.

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