“Gritando por dentro”, o por qué la maternidad es insostenible (si no cambian las cosas)

En su nuevo libro, la escritora y periodista Jessica Grose expone las dificultades a las que se enfrentan las mujeres que deciden maternar. Por qué hay que dejar de intentar estar a la altura de una norma fantasiosa y qué soluciones prácticas plantea.

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Después de publicar dos novelas, la escritora y periodista estadounidense Jessica Grose optó por el ensayo para plasmar las injusticias a las que se enfrentan las mujeres que deciden ser madres, en especial aquellas que pertenecen a minorías.
Después de publicar dos novelas, la escritora y periodista estadounidense Jessica Grose optó por el ensayo para plasmar las injusticias a las que se enfrentan las mujeres que deciden ser madres, en especial aquellas que pertenecen a minorías.

En su segundo día de trabajo, la periodista y escritora estadounidense Jessica Grose descubrió que estaba embarazada. Al cabo de una semana, vomitaba sin control. Como había dejado de tomar antidepresivos para concebir, enseguida se vio consumida por oscuros pensamientos. Su condición de nueva empleada le impedía disfrutar de un permiso parental no retribuido. Había gozado de muchos privilegios -blanca, con un matrimonio estable, sin deudas-, pero dada su salud, ¿cómo iba a trabajar? ¿Cómo podía trabajar?

Respuesta corta: Grose lo dejó. Pero retomó su carrera después del parto y, una década más tarde, escribe una columna y el boletín Parenting para The New York Times. Grose, que escribió dos novelas antes de tener a sus dos hijas, es ahora autora de un nuevo libro, Screaming on the Inside: The Unsustainability of American Motherhood (Gritando por dentro: La insostenibilidad de la maternidad americana).

Si hay un hilo conductor en el boletín y en el último libro de Grose, es que a las madres estadounidenses se les exige demasiado. “En nuestra época, la madre perfecta es una mujer que combina a la perfección el trabajo, el bienestar y el hogar”, escribe. “Suele ser rubia y delgada. Nunca se le ven las raíces, y ella misma instaló ese reluciente salpicadero de la cocina”. Mantiene contentos a su jefe y a sus hijos en todo momento y está al tanto de todo. Además, se levanta a las 5 de la mañana para meditar.

Sin dudas es una vara demasiado alta, aunque también muy específica. Grose trata de ampliar su lente para captar las experiencias de muchos tipos diferentes de madres. Intenta desentrañar ideales de maternidad desmesurados en diversas circunstancias y examinar cómo se afianzaron. El libro es en parte memorias, en parte lección de historia, en parte estudio sociológico, en parte guía de consejos para padres y en parte llamada a la acción. En otras palabras, como la mayoría de las madres, Grose intenta hacer más de lo que es humanamente posible.

Portada de "Screaming on the inside: the unsustainability of american motherhood" ("Gritando por dentro: la insostenibilidad de la maternidad americana"), de Jessica Grose.
Portada de "Screaming on the inside: the unsustainability of american motherhood" ("Gritando por dentro: la insostenibilidad de la maternidad americana"), de Jessica Grose.

El material más atractivo procede de las entrevistas de Grose con docenas de mujeres en el momento álgido de la pandemia de coronavirus. Aunque estas historias están ligadas a circunstancias inusuales, ilustran problemas más profundos a los que se enfrentan las madres en Estados Unidos. Grose cuenta, por ejemplo, la historia de una mujer que tuvo un “bebé secreto” del que nunca habló con su jefe porque le preocupaba que la echaran de un gran proyecto. Una trabajadora de un restaurante de comida rápida de Georgia relata la saga de tener que pedir permiso para que su hijo de 11 años pudiera ir a la escuela a distancia desde el vestíbulo del restaurante. Y está la madre soltera que esperó un año para matricular a su hijo en una guardería, que cerró permanentemente durante la pandemia, obligándola a buscar un sitio en otra parte.

Grose demuestra que, incluso antes de la pandemia, las madres -sobre todo las pertenecientes a minorías- se movían en un mundo sin servicios ni salvaguardias adecuados. Señala prácticas laborales habituales como los turnos de “apertura”, en los que un empleado debe cerrar un negocio a altas horas de la noche y volver a abrirlo a primera hora de la mañana siguiente, y los horarios “justo a tiempo”, que implican que los empleados no tienen horarios fijos y predecibles. Esto no es compatible con las escasas opciones de cuidado de niños que existen. Si añadimos una pandemia a la mezcla, “Todo se viene abajo” (título del capítulo 6).

Es una lástima, pues, que Grose socave esta valiosa investigación con anécdotas de su propia vida que distraen la atención. Por ejemplo, sobre su comprensible decisión de renunciar a la lactancia materna, explica: “Recordé los muchos libros que había leído sobre la reina Victoria y su caprichoso hijo, el futuro rey Eduardo, que insinuaban que su relación estaba dañada desde el principio, en parte porque amamantarlo le hacía sentir un ‘asco insuperable’”. Supongo que es un bagaje con el que la mayoría de las madres no están luchando. Al menos es un poco más comprensible que sus quejas por sentirse “menos que empoderada” como redactora jefe de un boletín feminista en ciernes mientras estaba embarazada de su segunda hija.

Grose también tiende a hacer largas digresiones. Un capítulo sobre las redes sociales se sumerge en una detallada historia de los blogs de madres que se obsesionan con la enorme influencia de los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y el “sponcon” (también conocido como contenido patrocinado). Al parecer, no es fácil ganar dinero con los posts a menos que tengas un look perfecto y pestañas postizas. Por supuesto. Pero también, ¿a quién le importa?

Muchas de las ideas de Grose sobre la maternidad “ideal” no me suenan, ni siquiera como alguien que encaja casi exactamente en su perfil demográfico. Cada madre tiene sus propias inseguridades y defectos percibidos. Lo que es verdaderamente universal es la necesidad de ser más amables con nosotras mismas y con otras madres. En su conclusión, Grose anima a las lectoras a dejar de intentar estar a la altura de una norma fantasiosa y absurda, y a canalizar esa energía para solucionar los problemas estructurales que perjudican a tantas familias. Tenemos que gritar hacia afuera para conseguir un ideal más práctico: permisos retribuidos y guarderías asequibles y de calidad para todos.

Fuente: The Washington Post

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