La aventura de seguir vivos: postales de un exilio con amigos unidos por el colegio y los muertos compartidos

El fotógrafo argentino Dani Yako publica “Exilio, 1976 - 1983″, que compila imágenes de su autoría y textos del grupo de amigos con el que sobrevivió en España tras pasar por un secuestro y un simulacro de fusilamiento.

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Martín Caparrós, Vera Lennie -nacida en la ESMA, donde su madre permanecía secuestrada por el Estado-, Horacio Corral y Julián Natucci en Valsaín, España, en 1979, fotografiados por Dani Yako.
Martín Caparrós, Vera Lennie -nacida en la ESMA, donde su madre permanecía secuestrada por el Estado-, Horacio Corral y Julián Natucci en Valsaín, España, en 1979, fotografiados por Dani Yako.

Un archivo de fotos que sobrevivió cuarenta años. Un grupo de amigos del Colegio Nacional que se exilió en Madrid durante la dictadura. Un ritual de reencuentro que aún permanece. Y una cita que los convoca el próximo 3 de noviembre en Buenos Aires, para participar de la presentación de Exilio 1976-1983, un libro del fotógrafo argenntino Dani Yako que reúne más de cincuenta fotografías tomadas por él en esos años y siete textos escritos por algunos de los protagonistas, un relato coral que muestra lo trágico y lo cotidiano de esa historia.

Las fotos de Yako son pantallazos de esa nueva vida en Madrid, de la sorpresa, el alivio y el desafío de esos jóvenes de 20 ó 22 años que se hicieron familia, que se reinventaron lejos de su mundo, repensaron desde la distancia varias de sus decisiones y trataron de dejar atrás la pesadilla del paso de algunos de ellos por los centros clandestinos de detención.

Yako es un fotógrafo de larga trayectoria que se desempeñó en el diario Clarín durante más de veinte años y estuvo también en las agencias DyN y Noticias Argentinas, entre otros medios. Publicó anteriormente los libros de fotografías y textos Extinción, 1983 - imágenes del regreso, El silencio, Laura y Julia (con fotografías de su esposa y su hija), y Presagio.

En diálogo con Infobae Leamos, Yako habló de este proyecto que terminó siendo de autoedición y que desde este viernes podrá encontrarse en librerías.

"Exilio, 1976 - 1983", el libro de Dani Yako.
"Exilio, 1976 - 1983", el libro de Dani Yako.

“El libro refleja dos etapas, del ‘76 al ‘79 y del ‘80 al ‘82. Exilio es un viaje hacia adentro, mientras 1983 fue el estallido de esa época. Retrata la vida cotidiana que teníamos en España. Éramos unos chicos de 20 años, que llegamos allí cuando ninguno tenía todavía una profesión. La idea del libro empezó hace como diez años. En un principio, como había muchos fotógrafos que se habían ido por el golpe militar, se me ocurrió convocarlos, pero nadie aportó nada. Me mandaron un par de fotos y entonces dije: ‘Esto así no va a poder ser’”, explica.

“Pero un día -agrega Yako- empecé a pensar si no tendría material para un libro yo solo. Revisé fotos que tenía de casi cuarenta años y ahí empecé a trabajar sobre esos negativos que encontré y que por suerte estaban muy bien conservados. Hace cinco o seis años que inicié este proyecto. Pero como es un libro colectivo, empecé a mostrarles las fotos a todos los del grupo y a proponerles que cada uno que escribiera algo, lo que tuvieran ganas, sobre esos años del exilio. Desde 2005 nos habíamos empezado a juntar todos en España, una vez al año. Fueron seis, siete, ocho encuentros, y todos estaban dispuestos a participar de este libro. Se lo propuse a varias editoriales, la última fue Planeta, pero no funcionó y finalmente se hizo una edición propia”.

Dani junto a su novia de entonces, Graciela Fainstein, estuvieron secuestrados por el Ejército durante algunos días, alojados en una dependencia policial de la calle Azopardo. Él tenía veinte años y trabajaba de fotógrafo en Noticias Argentinas. Fueron liberados gracias a la intervención de Horacio Tato, el fundador de esa agencia y de DyN. Estaban muy golpeados y asustados, y hubo un simulacro de fusilamiento. Estuvieron en una casa alojados unos veinte días hasta que sacaron el pasaporte y se fueron del país.

Una vez en Madrid, comenzaron a reconstruir su vida en un departamento de 16 ó 18 metros en el centro, luego se fueron a un lugar mucho más amplio, en la calle Colombia. “Éramos todos amigos del Colegio Nacional Buenos Aires, y ahí nos hicimos familia -recuerda Yako-. Alba y El Oso, que murió, crearon una empresa, Macondo, y les dieron trabajo a todos. Yo tenía algunos trabajos de fotografía también. Después, en el ‘80 nos separamos, el grupo se resquebrajó. Yo me volví a Buenos Aires cuando estaba terminando la dictadura”.

Silvia Luz Fernández y Pablo Katz fotografiados por Dani Yako en París en 1982.
Silvia Luz Fernández y Pablo Katz fotografiados por Dani Yako en París en 1982.

Recientemente, el escritor y periodista Martín Caparrós, quien también participó de este libro y formó parte de ese grupo, señaló sobre Exilio (en una nota publicada en Clarín): “Es muy curioso, son todas fotos personales, familiares, que hizo Dani durante esa época y recién ahora, cuarenta años después, se le ocurrió publicar un libro con eso. Me parece que es interesante, lo digo ahí, y lo dicen otros también, porque hay textitos de los participantes, es curioso en la medida en la que desdramatiza un poco el tema del exilio. Estaba, por supuesto, la tristeza de lo que estaba pasando en Argentina, a todos nos habían matado gente cercana, a algunos de nosotros los habían secuestrado, Dani mismo fue secuestrado, pero bueno, una vez que eso se fue asimilando lo que quedó era un grupo de chicos de 20, 22 años, que nos buscábamos la vida como podíamos, en un lugar muy interesante”.

El texto que Caparrós escribió para este libro, uno de los siete textos que acompañan las fotografías, señala:

“¿Exilios? Yo me negaba a llamarme exiliado: no era un nombre que sintiera propio. A mis 18 había tenido que dejar la Argentina en plena represión y no sabía cuándo podría volver, pero siempre me dio pudor, vergüenza considerarme eso. Un exiliado era, para mí, Sarmiento en Chile, Lenín en Zürich, mi abuelo Antonio en Argentina: gente que extrañaba sus países, que añoraba el regreso, que nunca habría elegido dejarlos si hubiera podido. Yo no podía volver pero tampoco, creo, lo habría elegido entonces. Y, sobre todo: yo no era un exiliado porque la estaba pasando pasablemente bien. Y el exilio, sabemos, es para sufrir”.

“Pete, Dani y Graciela, Silvia y el Negro, Alba y el Oso y también Gluco, Silvita, Silvia y Pablo, Débora, Horacito; algunos eran más amigos y otros menos pero todos eran amigas y amigos viejos –todo lo viejo que puede ser un amigo a los veinte. Nos unía, por supuesto, la Argentina y un pasado común de colegio y militancia y muertos compartidos; nos unía nuestra historia pero habíamos tenido que inventarnos vidas nuevas, tan distintas de las que habríamos hecho en Buenos Aires”.

Autorretrato de Dani Yako. Madrid, 1981.
Autorretrato de Dani Yako. Madrid, 1981.

También Graciela Fainstein habla de esa dualidad que encierran los recuerdos de esos años:

“Miro las fotos, escudriñando las caras, mi cara, las caras de los demás, en busca de señales de una pena muy grande, de un dolor a veces incluso hasta doloroso de nombrar y más tarde incluso de recordar... Miro las fotos, me concentro en las expresiones de esos casi niños que éramos y hago un esfuerzo para intentar recuperar en mí algún sentimiento que de entrada intuyo como una herida, como una carne golpeada. Pero no estoy segura de verlo, ni de recordarlo, ni siquiera de ser capaz de poder recuperar una memoria que no emerja teñida por el presente, por lo que ahora soy, por lo que ahora somos, una memoria que no haya sido mil veces moldeada y transformada por todos y cada uno de los minutos que desde entonces hemos vivido”.

Silvia Labayrú, quien estuvo secuestrada en la ESMA, donde dio a luz a su hija Vera, señala en su texto:

“Exilio… Hubo dos, tres, muchos exilios, como supusimos serían los vietnames. El exilio que veo en estas fotos fue, sin duda, el único en el que hubo alegría.

Primero fue el exilio de la militancia. Vivir en un mundo inventado (la lucha revolucionaria en pos de una patria socialista, en una Argentina mucho más próspera que la actual) era vivir en otro mundo, al margen del real, en el que muy pocos reclamaban o siquiera apoyaban esos cambios y esos modos con los que –algunos– pretendíamos imponerles nuestra verdad. Fui militante de un grupo armado. Viví escondida, en la clandestinidad, sin casa, sin nombre, sin apoyo de nadie, al final sin siquiera el apoyo de la organización. Ya entonces éramos exiliados, expatriados en nuestra propia ciudad, ajenos y alejados de la cotidianeidad de esa gente a la que pretendíamos cambiarles la vida ‘por su bien’. El exilio de ‘la voluntad’.

Silvia Labayru y su hija Vera Lennie a poco de llegar a Madrid, en 1978.
Silvia Labayru y su hija Vera Lennie a poco de llegar a Madrid, en 1978.

Luego fue el exilio de la ESMA, el campo de exterminio donde estuve secuestrada 18 meses, donde nació mi hija Vera y de donde logré –logramos, porque su existencia fue providencial– salir con vida a los 21 años. Ese fue el exilio de la muerte, el exilio “del no-ser”. Éramos muertos vivientes, números, seres que un día estábamos y al siguiente podíamos ser arrojados vivos al mar.

Finalmente, tal vez porque la tercera es la vencida (en este caso la vencedora), llegó el exilio que cuentan tan bien estas fotos. Era la libertad”.

Vera Lennie, la joven que nació en la ESMA, Alba Corral y Silvia Luz Fernández también escribieron textos para Exilio, y hablaron de esos recuerdos compartidos y de las emociones superpuestas que despertaron las fotografías de este libro.

En el último de los textos, Dani Yako hace una síntesis de todas esas emociones y recuerdos:

Este es solo un exilio con minúscula. Se supone que el otro, con mayúscula debe tener su épica, su mística, su militancia y su dolor. Entonces este conjunto de imágenes tomadas entre 1976 y 1983 sin ningún espíritu documental adquieren, más de 40 años después, un significado que aún no logro dilucidar.

Mónica Quijada y Ernesto Walfisch escuchan jazz. Fotografia de Dani Yako. Madrid 1981.
Mónica Quijada y Ernesto Walfisch escuchan jazz. Fotografia de Dani Yako. Madrid 1981.

Solo somos un grupo de jóvenes de clase media, salidos del Nacional Buenos Aires, con pinta más bien hippie, haciendo cosas sin interés como juntarse, alejarse, comer, trabajar, viajar, jugar, quererse, a veces solo estar, con ausencia absoluta de mayores. Felices de estar vivos; algunos extrañando, otros jurando no volver a ese país que los expulsó de mala manera, siendo casi niños.

En 1980 intentado descubrir mi camino como fotógrafo viajé a Galicia, tierra de melancolía y emigración. El ensayo que resultó de esa experiencia nunca me convenció, pero en algunos de esos paisajes, incluidos en esta selección, aún perdura un clima de época. ‘Para los viejos el exilio es algo insoportable, para los jóvenes, la prolongación natural de la aventura’, dijo Bolaño. ¿Nuestra aventura era seguir vivos?”.

“Exilio, 1976 - 1983″ se presenta el jueves 3 de noviembre a las 19 en Libros del Pasaje (Thames 1762). Dani Yako conversará con Graciela Fainstein, Martín Caparrós, Silvia Labayru, Alba Corral y Silvia Luz Fernández en una charla moderada por Leila Guerriero.

Quién es Dani Yako

♦ Nació en Buenos Aires en 1955.

♦ Es fotógrafo. Trabajó por más de veinte años en Clarín, luego de haber pasado por las agencias Noticias Argentinas y DyN.

♦ Es autor de Presagio, 1983: imágenes del regreso y Extinción: últimas imágenes del trabajo en la Argentina, entre otros.

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