De boca en boca: cómo es “irse quedando” según Pauline Fondevila, la escritora francesa que eligió Rosario

La cadena de recomendaciones de Infobae Leamos alcanza a una autora que pasa gran parte del año junto al Paraná. Sus dos novelas, su castellano ligeramente extraño, las frases que pone en veleros conducidos por niños.

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Ezequiel Alemian y Pauline Fondevila, a quien recomienda.
Ezequiel Alemian y Pauline Fondevila, a quien recomienda.

Lo primero que leí de Pauline Fondevila fue una nota que escribió para la revista Unión & Amistad sobre Édouard Levé. Ahí contaba que Levé fotografiaba personas que se llamasen como grandes personajes de la historia, que había tomado imágenes de un pueblo francés llamado Angustia, que había recorrido Estados Unidos fotografiando ciudades que tuviesen el mismo nombre que otras ciudades del mundo.

Tiempo después, en una oportunidad en que me pidieron una nota sobre los libros de Levé, fantásticos, que empezaban a publicarse en el país, conseguí la dirección de correo de Pauline y le escribí pidiéndole un comentario sobre el trabajo de su amigo, alguna anécdota compartida.

Pauline me mandó un texto donde contaba que “Édouard era misterioso, seductor, elegante, fuera de las modas y las normas, políticamente no correcto, divertido y muy inteligente. El me alentó a que viniera a la Argentina. Quería escribir un libro sobre la dictadura. Sé que viajó, pero no pudimos vernos. Sé que nunca escribió aquel libro, porque estaba preparando otro, Suicidio, que dejó a su editor antes de matarse, en 2006. Suicidio se puede ver como una obra de arte total, una pieza conceptual, una performance ideal, como la única conclusión posible de una vida que siempre se pensó absurda y destinada a terminar así. Quizás no haya un libro tan perfecto, que sepa unir de forma tan intensa y radical lo conceptual y lo emocional. Édouard es mi escritor preferido para toda la vida.”

"Una casa y un tambor", de Pauline Fondevila.
"Una casa y un tambor", de Pauline Fondevila.

Unión y Amistad era una revista que editaba el Club editorial Río Paraná en Rosario, ciudad en la que Pauline pasa gran parte del año desde hace bastante, aunque es francesa, nacida en la ciudad portuaria de Le Havre.

En Rosario Pauline publicó dos libros breves: Una casa y un tambor y Cinco días en Colón. El argumento de Una casa y un tambor es perfecto, cabe en dos líneas: una mujer destruye a hachazos el bote sobre el que flota en medio de un caudaloso río. Cada vez pienso más en esa historia: romper a hachazos el lugar sobre el que une se sostiene.

Su segundo libro comienza de esta manera: “No fue un plan, ni un proyecto, ni siquiera algo que había querido o que estaba buscando. Solo se presentó esa posibilidad una noche de invierno en casa de A., y no la descarté. Al contrario, tomé la propuesta muy en serio e hice lo posible para que se pudiera dar. Al día siguiente, con algo de dinero, una libreta, un libro y un atado de cigarrillos, me fui a pasar cinco días en Colón”.

"Cinco días en Colón", de Pauline Fondevila.
"Cinco días en Colón", de Pauline Fondevila.

Cinco días en Colón es, de alguna manera, la historia de alguien que se va quedando en un lugar, y de las leves, casi imperceptibles modificaciones que ese irse quedando va generando. El libro tiene un final hermoso, inesperado, porque corre el eje de lo que nos venía contando y nos propone que imaginemos que en realidad venía contando otra cosa.

Pauline, que vivió en Barcelona, escribe en un castellano ligeramente extraño. Es una extrañeza que sucede todo el tiempo, más como si esa lengua fuera eso que está sucediendo, y no un instrumento para contar algo. Cuando un bote se hunde, lo único que queda es la aventura de contar. Cuando no hay por qué quedarse, lo único que queda es la aventura de escribir, de deslizarse por la lengua.

Pienso que en Pauline la escritura no tiene origen porque la escritura es el origen. Es un trazo que dibuja, un trazo que se pierde, un trazo que encuentra. Como Levé, Pauline convierte los argumentos en imágenes.

Los veleros con frases de Pauline Fondevila.
Los veleros con frases de Pauline Fondevila.

La busco en las redes sociales y veo que está en Palma de Mallorca, preparando una nueva activación de su proyecto La promesa del mar. Desde 2010 Pauline transcribe frases, en muchos idiomas, sobre velas de pequeños veleros navegados exclusivamente por niños. En algún lago, en un mar, en un río, los chicos salen a navegar y ella los mira alejarse desde la costa.

Dicen algunas de las velas: “Un rayo verde”, “El gran viaje”, “No me importan las fronteras”, “Jamás trabajar”, “Encontrar un tesoro”, “Atravesar los océanos”, “Y no sé dónde estás”, “Se levanta viento”, “Greta Thunberg”, “Bas Jan Ader” ,”Nunca regresaremos”, “La noche es nuestra”, “Lejos de todo”, “A la deriva”, “Algún lugar encontraré”, “No nos esperen”, “Dibujar todo el día”.

Escribe Pauline: “Los niños y yo hacemos como si esta aventura fuera en serio, y no habrá vuelta atrás. Ellos se irán lejos, muy lejos, y encontrarán algún lugar, otros mundos donde se vive mejor, donde se canta con los pájaros, donde se nada con los peces, y no hay nada que nos impide ser quien queremos ser”.

Quién es Pauline Fondevila

♦ Nació en 1972 en Le Havre, Francia.

♦ Es artista y escritora.

♦ Integra la banda Perro Fantasma, cuyas letras escribe, además de dibujar y cantar.

♦ Publicó dos novelas con la editorial Iván Rosado: Una casa y un tambor y Cinco dias en Colon.

Una casa y un tambor (fragmento)

Dibujé en la arena toda la mañana, primero con el dedo y después con un palo. Me olvidé un poco de mi mala noche y de todos los cambios debidos a mi nueva vida. Me hizo bien. Me esfuerzo en no pensar en nada, ahora iré a buscar un poco de madera para mantener prendido mi fuego. Pude encender unas ramas secas con un pequeño trozo de vidrio que encontré en la playa.

*

Hoy me dediqué a buscar herramientas. Me duele todo el cuerpo pero disfruto de una suerte de alegría sencilla. Empiezan a cantar las chicharras, cae el sol, apenas leo lo que escribo, mi fuego se está apagando, creo que me costará encontrar el sueño.

*

Sigo de buen humor, no me importa mi estómago vacío, la arena es muy tierna de mañana y se deja dibujar con facilidad. La tarde es ideal para los paseos en el bosque. A la noche duermo en la playa, tiendo el brazo y con la mano toco el río para que me traiga buena suerte, aleje las pesadillas y las angustias nocturnas.

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¡Cuánto disfruto de la soledad! Perdí la cuenta de los días, hago lo que quiero, no me importa nada. No tengo ganas de que me vengan a buscar.

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Hoy me pareció ver un helicóptero sobrevolar la isla, me escondí en el bosque.

*

La lluvia destruyó todo lo que había encontrado los últimos días. Estoy empapada, tengo fiebre, mi botella de whisky está casi vacía. He de aceptar que no puedo dormir afuera todas las noches. ¿Pero cómo puedo hacer con lo poco de técnica que tengo para construirme una casa? Mi única herramienta es mi imaginación. Y está oxidada. Ayer vi una cueva, cerca de aquí, podría cobijarme allí los días de lluvia, o cuando los animales nocturnos me impiden dormir.

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