6 mitos sobre el yogur: por qué es importante derribarlos

La doctora especialista en nutrición, Gabriela Fedele, analiza los mitos más comunes sobre el consumo de yogur

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En una profunda revisión de la mejor evidencia disponible, la médica especialista en nutrición Gabriela Fedele repasa los mitos más comunes alrededor del consumo de yogur y los derriba (Shutterstock)
En una profunda revisión de la mejor evidencia disponible, la médica especialista en nutrición Gabriela Fedele repasa los mitos más comunes alrededor del consumo de yogur y los derriba (Shutterstock)

Los mitos son creencias que, de tan arraigadas, pueden distorsionar la realidad. En el ámbito de la alimentación, parte importante de la tarea de los profesionales es justamente derribarlos, ya que contar con información basada en la mejor evidencia disponible es clave si se quiere llevar adelante una adecuada nutrición.

Cuando se trata de adoptar hábitos saludables y adherir a un patrón alimentario saludable la información confiable es clave. En la era de las redes sociales, las fake news generan una sensación de desconfianza generalizada. Lo cierto es que existen muchas maneras de acceder a la mejor evidencia disponible para no caer en las garras de los famosos mitos alimentarios, que pueden conducir a tomar decisiones que afecten la salud.

En una profunda revisión de la mejor evidencia disponible, la médica especialista en nutrición Gabriela Fedele (MN. 124618) repasa los mitos más comunes alrededor del consumo de yogur y los derriba.

Mito 1: El yogur, como todos los lácteos, no puede ser consumido por intolerantes a la lactosa

Al consumir yogur muchas personas con intolerancia a la lactosa no presentan los incómodos y típicos síntomas. Esto se debe a que la lactosa en el yogur se digiere de manera más eficiente que en otras fuentes lácteas con lactosa debido a que las bacterias del yogur facilitan la digestión. La autodigestión de la lactosa por las bacterias del yogur mejora su absorción, en comparación de otros productos lácteos en personas con deficiencia de lactasa.

La autodigestión de la lactosa por las bacterias del yogur mejora su absorción, en comparación de otros productos lácteos en personas con deficiencia de lactasa (Shutterstock)
La autodigestión de la lactosa por las bacterias del yogur mejora su absorción, en comparación de otros productos lácteos en personas con deficiencia de lactasa (Shutterstock)

Mito 2: El yogur es una golosina

El yogur es un alimento completo, que cuenta con proteínas de alta calidad, vitaminas y minerales. Además facilita la digestión de los alimentos, ayuda a mejorar el aprovechamiento de los nutrientes y algunos, que además están enriquecidos con probióticos, mejoran nuestra flora intestinal, generan barrera protectora, aumentan nuestras defensas y benefician al estado de ánimo.

Es cierto que en el mercado existe una gran variedad de sabores y texturas de yogures, pero eso no quiere decir que el yogur pueda igualarse con una golosina. No todos los yogures están endulzados: existen opciones naturales, que son ideales para cocinar y para aprovechar en recetas saladas.

En el caso de los endulzados, si leemos la lista de ingredientes vamos a encontrar que el azúcar está en el segundo lugar, y esto se debe únicamente porque el yogur no tiene muchos más ingredientes que leche y cultivos lácticos. Al poner los ingredientes según el peso, casi siempre el azúcar queda en el segundo lugar porque pesa más que los cultivos lácticos.

Tengamos en cuenta que ninguna golosina del mercado tiene macro y micronutrientes, más todos los beneficios referenciados anteriormente que tiene el yogur.

Ninguna golosina del mercado tiene macro y micronutrientes, más todos los beneficios referenciados anteriormente que tiene el yogur (Shutterstock)
Ninguna golosina del mercado tiene macro y micronutrientes, más todos los beneficios referenciados anteriormente que tiene el yogur (Shutterstock)

Mito 3: El yogur no aporta vitamina D

Se sabe que el sol es una excelente fuente de vitamina D, y que exponiendo una zona extensa de nuestro cuerpo, unos 15 minutos al día (en horarios específicos pues es sin protector solar), eso nos permite incorporar esta vitamina. Esta es la principal indicación para las personas con déficit, además de los suplementos.

Pero, adicionalmente, existen hoy en día muchos estudios de buena calidad donde se detallan la variedad de beneficios que tiene el yogur, desde los nutrientes, hasta el calcio y también la vitamina D, asociando al yogur con la mejora de la salud mineral ósea.

Mito 4: Es mejor el yogur casero que el comprado

No necesariamente, por dos motivos. En primer lugar, cuando a partir de un yogur comprado hacemos en casa varios yogures caseros, los nutrientes también se van diluyendo, y vamos perdiendo beneficios.

En segundo lugar, la bioseguridad es muchas veces un obstáculo cuando se trata de consumir yogur casero. Contar con ingredientes específicos, cantidades exactas, temperaturas y ambiente adecuado es indispensable si buscamos un consumo seguro.

Lo que se pone en riesgo cuando no contamos con un registro nacional que nos diga que se han cumplido con todos estos procesos de manera legítima es nuestra salud. Estos son el RNE (registro nacional de establecimiento) y el RPNA (registro nacional de productos alimentarios), ambos requeridos por ANMAT.

(Shutterstock)
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Mito 5: Cuando abrimos un yogur y tiene líquido en su superficie está en mal estado o ha perdido su cadena de frío

Al contrario de lo que comúnmente se cree, el líquido transparente no solo no es peligroso, sino que ofrece beneficios para la salud. Se trata del suero, que es la parte acuosa de la leche que se separa de la cuajada. El suero es normal y se produce en el proceso de fabricación del yogur y otros productos lácteos. Aporta minerales como el potasio, el calcio, el fósforo, además de proteínas de alto valor biológico.

Mito 6: Todos los yogures contienen probióticos

Falso, todos los yogures son alimentos fermentados y tienen microorganismos vivos pero no todos aportan beneficios probióticos. Los probióticos son microorganismos que se adicionan al yogur luego de la fermentación de la leche y deben cumplir determinados requisitos: debe estar definido en el laboratorio el microorganismo que se va a agregar (lo que se llama caracterización in vitro), debe estar estudiado el beneficio que específico que ese microorganismo generará en nuestra salud, tiene que estar especificada la cantidad exacta que debemos consumir para que nos aporte el beneficio deseado y debe resistir a los jugos gástricos y biliares, es decir, debe llegar vivo al intestino. Pero en la práctica… ¿Cómo sabemos si el yogur que compramos en el mercado tiene o no probióticos? Debes leer en la etiqueta o en el rótulo que diga “con probióticos” y en la lista de ingredientes también aparecen detallados. Y para asegurarnos que lo que dice la etiqueta es lo que realmente tiene, podemos chequear la presencia de dos números: RNE y RNPA. Eso significa que está aprobado por los organismos nacionales, tanto el producto en sí mismo como el lugar donde se elaboró.

Por qué “prenden” los mitos

Fedele opina que si bien “las redes sociales y los portales virtuales han alcanzado a gran parte de la sociedad de una manera positiva, en muchos casos, haciendo llegar información de importancia de una manera rápida y sencilla, en otros casos la aparición de influencers sin formación puede dar lugar a la desinformación”.

Ocurre, por ejemplo, cuando “hablan desde su propia experiencia sobre diferentes cuestiones, muchas relacionadas con la alimentación, y sin contar con evidencias que los respalden”, aclara la médica y agrega: “Es de temer, ya que la mayoría de los seguidores son jóvenes y adolescentes en busca, tal vez, de nuevos estilos de alimentación, dietas milagrosas o cambios de hábitos hacia el vegetarianismo o veganismo, que sin consultar con profesionales que puedan asesorarlos para que su alimentación sea completa y sin riesgos, confían ciegamente en estos líderes de opinión sin respaldo científico”.

(Shutterstock)
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La mayoría de las veces los mitos parten de creencias personales, muchas veces irracionales. Y, por supuesto, cuando se difunden en redes sociales o medios de comunicación, llevan a la confusión. Por eso es importante la palabra del profesional: “Nosotros contamos con formación constante. Cuando aparecen ciertas ideas falsas sobre alimentos recurrimos a las mejores fuentes, buscamos evidencia científica y estudios de buena calidad para poder asegurarnos sobre el tema”. dice Fedele.

En lugar de pelear contra las redes sociales y los peligros que encierran, lo importante, como consumidores, es contactarse con profesionales especialistas en nutrición que puedan ser guía para tomar las mejores decisiones respecto de la alimentación. Las falsas creencias seguirán al acecho, pero contando con información confiable, ni el mito más viral podrá convencer a nadie de que algo es cierto cuando la evidencia disponible dice lo contrario.