El boom Piraña: el club que reinauguró en 2014 y ahora gana hinchas por una publicidad

El humilde club de Parque Patricios, fundado hace 75 años, supo ser campeón de Primera D en 1978. La crisis del país lo arrastró a la desaparición, hasta que un grupo de ex jugadores y vecinos empezó a rescatarlo del olvido. Gracias al corto publicitario, muchos argentinos le tomaron especial cariño y hoy sueñan con volver a verlo en el fútbol grande de la AFA, como marca su historia.

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Los integrantes de la comisión directiva de Piraña. Fotos: Fabián Mattiazzi.
Los integrantes de la comisión directiva de Piraña. Fotos: Fabián Mattiazzi.

Esta es una historia de amor. De dulce nostalgia sacudida por los recuerdos. De pertenencia a una barriada porteña, a los colores, al eterno sueño de las utopías colectivas. Es una historia que nació en Parque Patricios en 1942, y que se transmitió de generación a generación.

El club Piraña (en la calle Elía 678) es mucho más que esos muchachos, ya canosos, ya calvos, con los brazos al cielo y la camiseta pegada al alma. Es mucho más que el hit publicitario (pergeñado por la compañía de telefonía Personal) que los puso en el centro de la escena.Es la confirmación de que el romanticismo, lejos de estar muerto, renace en cada esquina…

"¿Qué significa Piraña para nosotros? Y… es un pedazo de nuestra vida… La mayoría nos criamos acá. Llegábamos de la escuela y nos veníamos al club. Es sentimiento, pasión, familia…", coinciden los muchachos.

El histórico café Morocco que continúa al frente del club.
El histórico café Morocco que continúa al frente del club.

Muchos de ellos figuras de la propaganda que se repite a diario por TV y que se ganó el corazón de los argentinos: en ella, una familia se encarga de reunir a los veteranos que lograron el histórico campeonato de 1978, que le permitió a Piraña ascender a Primera C.

Los que no cultivan el perfil futbolero ignoran que Piraña tiene, a su vez, una particular historia: nacido hace 75 años en Parque Patricios, llegó a tener 5.000 socios.

Fue cuna de grandes deportistas y artistas, como Héctor "Chirola" Yazalde (fallecido crack de Independiente y luego del Sporting de Portugal, donde conoció y se casó con la modelo Carmen Yazalde) y la pareja de bailarines Gloria y Eduardo, una de las más brillantes de nuestro tango.

Diz, De Renzo, Ingegnieri, Bianco, Impagliazzo, Minici, Toledo, Gómez, el vice Rostanzo y Moure, el equipo que sostiene el nuevo sueño Fotos: Fabián Mattiazzi.
Diz, De Renzo, Ingegnieri, Bianco, Impagliazzo, Minici, Toledo, Gómez, el vice Rostanzo y Moure, el equipo que sostiene el nuevo sueño Fotos: Fabián Mattiazzi.

Pero, como les sucediera a tantos clubes de barrio, Piraña no escapó a la crisis. Tras la gloriosa campaña de 1978 entró en una profunda decadencia que lo hizo desafiliar de la AFA y, luego, desaparecer.

El club se cerró. No tenía papeles ni identidad. Nada. Lo clausuraron y lo tomó un juez, para darlo a una asociación civil, cuenta Oscar Bianco, actual presidente y exquisito mediocampista de aquel equipo campeón.

Y agrega Horacio Ingegnieri, otro miembro de la Comisión Directiva: "Mi primo Pipo fue uno de los más importantes en el proceso de reconstrucción. Porque en 2010 fue casa por casa, convocando a todos, para reabrir Piraña. Nos convenció de que teníamos que comprometernos. Y lo hicimos…".

La formación de 1946. Foto: Fabián Mattiazzi/GENTE
La formación de 1946. Foto: Fabián Mattiazzi/GENTE

La sede estaba destruida: techos con agujeros del tamaño de una olla; los caños de las paredes, arrancados; pisos derruidos; la cancha, convertida en un potrero de yuyos y pozos gigantes… "Nuestros padres fundaron Piraña. Y nos transmitieron el sentimiento, desde la cuna misma. No les podíamos fallar. Así que fuimos arrimando unos pesos y los más jóvenes pusieron manos a la obra. Todo a pulmón. El día que reinauguramos, en 2014, hicimos una fiesta y vinieron como 500 personas. No sabíamos dónde meterlas…", cuenta Bianco, cuyo papá, Pedro, también supo presidir Piraña.

El nombre del club tiene que ver con el apodo de Jaime Sarlanga, un crack de Boca Juniors de los años 40', que se había convertido en el ídolo de Alcides Solé, el primer titular de la institución.

El presidente. Oscar Bianco fue un exquisito mediocampista del histórico equipo y lleva a Piraña en el ADN: “Papá también fue presidente. No podíamos dejar que el club desapareciera”.
El presidente. Oscar Bianco fue un exquisito mediocampista del histórico equipo y lleva a Piraña en el ADN: “Papá también fue presidente. No podíamos dejar que el club desapareciera”.

Los colores de la camiseta (azul, rojo y blanco) tendrían que ver con el origen francés de don Alcides. Hay otra versión: que esta combinación responde a una mixtura de las camisetas de San Lorenzo y Huracán, los clubes con más hinchas en esa zona de la Capital.

Por caso, Fernando de Renzo es miembro de la murga Pasión Quemera y preside la subcomisión de Cultura de Piraña. Y Néstor Minici, otro de los que aparecen en el corto publicitario, jugó en el Globito en épocas de Houseman, Brindisi y Babington, nada menos. "Yo soy del barrio de Belgrano. Un día me vine a probar y quedé. Fui el centrodelantero del campeón del '78. Muchos años después pasé por la puerta y me di cuenta de que el club no existía más. Me puse a llorar como un nene… Hoy, al verlo así, mejor que antes, me lleno de felicidad", cuenta Antonio Cano Toledo.

Luego de la publicidad, la camiseta del club pasó a ser buscada por muchos. Foto: Fabián Mattiazzi/GENTE
Luego de la publicidad, la camiseta del club pasó a ser buscada por muchos. Foto: Fabián Mattiazzi/GENTE

A cuatro décadas de aquel logro, la hazaña se agiganta. Piraña tuvo que ir a un desempate contra el club Urquiza, que se disputó en la vieja cancha de Argentinos Juniors. "¡Ese día nos vino a ver Maradona!", se ufanan los muchachos.

Claro: en esa época, Diego formaba parte del plantel de Argentinos y se dio una vuelta por el estadio para presenciar la final. De yapa, cuentan que el Diez supo jugar en la mismísima cancha de Piraña, con la camiseta de los legendarios Cebollitas, en los Campeonatos Evita.
En su breve paso por la C, Piraña enfrentó a Lanús, Deportivo Morón, Español… No pudo resistir más de un año. Hoy, la institución cuenta con unos 300 socios y sigue creciendo: a la tradicional cancha "de 9" (80 metros x 40) se le suma una de baby-fútbol, un gimnasio de boxeo, un salón-buffet totalmente renovado y hasta una secretaría en el primer piso, donde se venden productos del club.

En la charla con GENTE. Fotos Fabián Mattiazzi/GENTE
En la charla con GENTE. Fotos Fabián Mattiazzi/GENTE

"Hace poco cayó un hombre desde Temperley. 'Mi hijo vio la publicidad y me tiene loco con Piraña. Le pidió a Papá Noel que le trajera la camiseta. Y acá estoy', nos contó. Después nos mandó el video: cuando el chico, de 5 años, vio el regalo, se volvió loco. Saltaba de la alegría. Imaginate lo que significa para nosotros…", comenta Bianco.

Claro: gracias a la difusión televisiva, Piraña logró nuevos adeptos. "La gente de Personal se contactó con nosotros a través de la página de Facebook. Estaban buscando un club de barrio para filmar la publicidad e iban a evaluar a cuatro o cinco. Los invité a comer al buffet y quedaron encantados. 'No necesitamos ver nada más. Esto va a ser un boom', dijeron.

El boxeo, una de las actividades tradicionales del club. Fotos Fabián Mattiazzi/GENTE
El boxeo, una de las actividades tradicionales del club. Fotos Fabián Mattiazzi/GENTE

Y tenían razón", agrega el presidente, quien se emociona al volver a ponerse la antigua camiseta de piqué, con el 5 bordado en la espalda. "Es increíble lo que se generó: ¡la gente me saluda por la calle! Y me grita: ¡vamos, Piraña!", se ríe Víctor Impagliazzo, recio marcador central de aquel equipo campeón. "Y sí, el gran sueño sería volver a competir en Primera D. Pero para eso se necesita un gran respaldo económico, que por ahora no tenemos. Los chiquitos que compiten en las categorías infantiles lograron campeonatos y apostamos al futuro. Ojalá…", se ilusionan los muchachos. Y ya se sabe: para Piraña no existen imposibles. ¿Cómo no animarse a más?

Por Eduardo Bejuk.

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