Llega a los cines la película lituana 'Slow': cuerpos que no necesitan sexo para amarse

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Alicia G. Arribas

Madrid, 17 ene (EFE).- Marija Kavtaradze tiene 32 años, solo unos meses más que la República de Lituania de donde proviene, y ya recorre el mundo poniendo a su país en el mapa: su película 'Slow', una delicadísima (y pausada) historia de amor sin sexo que ya convenció en el Festival de Sundance, va ahora lanzada a los Óscar.

"La verdad es que estoy muy contenta, Lituania es muy joven como país (...) y aunque todavía tenemos muchas cosas que probar, es como si todo nos estuviera yendo muy bien", señala la cineasta en una entrevista con EFE realizada en Madrid.

Se trata de la segunda película de la lituana tras 'Summer Survivors' (2018), aunque es la primera que se estrena en España, pasado mañana viernes 19 de enero.

'Slow', apunta Kavtaradze, era el título de una canción que la inspiraba pero cuando empezó a escribir el guion se dio cuenta de que ese concepto (calma, lentitud) era también "una forma de rebelarse contra nuestro tiempo".

"Pensaba en cómo suceden las cosas, a veces, demasiado rápido, y en cómo daba la sensación de que no nos importaba, ese 'estamos bien, pasemos a otra cosa'. Le dí muchas vueltas al paso del tiempo en general y quise recrear la sensación de que a veces los minutos se detienen, y a veces va más rápido. Sí, este título -confiesa a EFE- es como una declaración de intenciones".

'Slow' es la historia de amor de dos jóvenes que enganchan casi de inmediato. Ella, bailarina, prepara unas clases de danza para que personas sordas y él traduce a la lengua de signos las canciones que ella coreografía.

"Teníamos muchos ejemplos de historias románticas de todos los tipos, pero ninguna como ésta que había que construir desde cero. La película en general habla de cuerpos, de la sensibilidad de los cuerpos y de cómo usarlos para comunicarse", explica.

Para la protagonista, Elena (Greta Grineviciute) es más fácil expresarse con movimientos que con palabras, apunta Kavtaradze. Su vida sexual es libre, no está anclada a compromisos, pero cuando conoce a Dovydas (Kestutis Cicenas), nota una conexión instantánea y natural.

Cuando ella quiere ir más allá, Dovydas le explica que nunca ha sentido atracción sexual por nadie y aunque ella le gusta y cree que puede amarla, en ese asunto nunca podrá complacerla.

La directora teje así una delicadísima relación de cuerpos en movimiento, de ternura, de sensaciones, miradas y sinceridad que se acerca a un modo de espiritualidad, derivada de esa necesidad de intercambio sin sexo.

Kavtaradze afirma que le interesaba mucho crear esta relación desde cero, "ellos no saben, como personajes, cómo crear su propio tipo de intimidad", porque no había referencias sobre una relación con alguien asexual, igual que para la guionista.

La película está ambientada en Vilnius, la capital de Lituania donde vive la cineasta, lo que le ayudó con los espacios donde se mueven, sus ropas o cómo sería su barrio. Buscaba realidad en la historia.

En ese sentido, explica que Cicėnas (maravilloso en sus interpretaciones de canciones de amor) no tenía ni idea de lenguaje de signos cuando se unió al proyecto, ella tampoco.

"Tuvimos una profesora sorda que empezó con conceptos básicos y lo fuimos estudiando juntos. No solo aprendimos el idioma sino también la cultura, ella fue mucho más allá de lo que era la lengua de las personas sordas, nos mostró diferentes formas de arte", afirma.

Y precisa lo importante que es mostrar emociones cuando hablas en lenguaje de signos. "Es que si no, no te entenderán -afirma-. Podemos decir que es parte de su gramática, puedes pronunciar algo con la boca, pero también con los ojos, con las manos. Usar todo y todo con sentimiento".

"Siempre me ha fascinado pensar cuántas cosas hacemos sin detenernos dos veces a pensar en lugar de aceptar simplemente lo que hay. Sí -afirma-, esta película también trata de una forma de rebeldía y sobre la gente que no quiere seguir las instrucciones de la sociedad", señala.

Se siente muy orgullosa de cómo avanzan los jóvenes cineastas en su país, "todos los años tenemos películas en grandes festivales", dice, e incluso recuerda que su director de fotografía, Laurynas Bareisa, ganó un premio en Venecia con su ópera prima, 'Piligrimai' (2021).

Hace años, cualquier cineasta joven del mundo habría citado a Pedro Almodóvar como referente español; hoy, Kavtaradze dice que admira a Carla Simón. "Me siento muy inspirada por ella y creo que es un gran talento". EFE

aga/mcm

(foto)(vídeo)

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