Con la reintroducción en España de la peste porcina africana a finales del mes de noviembre, la atención ha recaído sobre una cuestión acerca de la que los profesionales y habitantes del medio rural alertaban desde hace años: la elevada proliferación de las poblaciones de jabalíes. Ya en 2024 —y también con anterioridad—, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación avisó de que este aumento representaba una posible fuente de diseminación y mantenimiento de enfermedades, según se destaca en el plan nacional de gestión de las poblaciones de esta especie contra la PPA en España.
No solo eso, sino que el crecimiento del número de ejemplares de jabalíes también tiene graves implicaciones en cuanto a seguridad vial, seguridad ciudadana, salud pública —aunque la PPA no se transmite a humanos, sí que estos animales pueden ser reservorio y fuente de enfermedades infecciosas como la tuberculosis, la hepatitis E o la tiquinosis—, la agricultura y la ganadería —pues se dañan cultivos y cabañas ganaderas y se pierden producciones— y el medio ambiente.
Según se destaca en el plan nacional del Ministerio de Agricultura, “este crecimiento se ha acelerado con el tiempo, hasta el punto de que actualmente [el documento es de mayo de 2024] se estima que en España hay en torno a 1.200.000 jabalíes, una cantidad que podría verse duplicada en 2025″. Esto, sin embargo, no ocurre únicamente en España, sino que otros Estados miembros de la Unión Europea experimentan el mismo problema.
De hecho, un estudio de 2021 realizado por el Departamento de Protección Forestal y Manejo de Vida Silvestre de la Universidad de Brno y publicado en Human-Wildlife Interactions señala que la proliferación de jabalíes en República Checa tiene graves consecuencias a nivel económico y ambiental. Esto se debe a que la especie destruye las plantas jóvenes, afectando a la regeneración forestal, y altera la estructura del suelo.
Daños en la biodiversidad y la superficie del suelo
El estudio destaca que el 4,49 % de las plántulas forestales plantadas en 2019 en la República Checa —cerca de 180 millones— fueron dañadas por los jabalíes; en algunas zonas, el perjuicio llegó hasta el 80 % de las plantas jóvenes. Estos animales no distinguen entre especies y el daño es un fenómeno generalizado en todo el país, lo que repercute en la correcta regeneración forestal: al remover y destruir plántulas, los jabalíes dificultan la restauración de áreas deforestadas y la regeneración natural del bosque; además, en invierno pueden consumir todas las semillas disponibles.
Junto a esto, la proliferación de la especie repercute en la estructura del suelo. Al mover y levantar la tierra con el hocico, rompen la capa superficial del suelo, afectando la estabilidad, facilitando la erosión y modificando la microtopografía del terreno. Además, el daño a la superficie del suelo puede influir en la infiltración de agua y la retención de humedad, así como en la composición de especies vegetales y la biodiversidad.
Ante esta situación, los investigadores de la Universidad de Brno señalan que “actualmente no conocemos ningún método de protección contra este daño”, por lo que se le debe poner remedio a través de “la reducción de la población de jabalíes”, mediante caza o trampeo en áreas de alta incidencia; el monitoreo intensivo y la protección de plantaciones durante las primeras 4 semanas tras la plantación, y el uso de cercados, hostigamiento y foto-trampas para vigilancia y disuasión de los animales.