Carne de pato para los faraones, lechugas para los campesinos: así era la dieta en el Antiguo Egipto

La alimentación de los egipcios era muy variada, especialmente para la élite que tenía acceso a todo tipo de productos

Pintura egipcia que representa la caza de aves. (AdobeStock)

La expedición de Napoleón a Egipto sembró un germen que recogerían las potencias occidentales de mediados del siglo XIX y que se mantendría hasta hoy: la egiptología. De hecho, se considera que esta ciencia nace con el viaje del emperador francés, pues llevó consigo un equipo de científicos para que estudiaran el país.

Desde entonces, las excavaciones arqueológicas fueron revelando aspectos muy sorprendentes de la vida de los antiguos egipcios, especialmente las tumbas funerarias. En ellas se ha descubierto que, desde un tiempo muy temprano anterior al periodo dinástico, los egipcios eran enterrados con alimentos y bebidas, en un intento de hacer más ameno su viaje al más allá.

En el interior de las tumbas se depositaban cuencos llenos de comida de todo tipo: carne de ánades, de buey, pescado seco, dátiles, pan, higos... según recoge en National Geographic Carme Mayans, licenciada en Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología por la Universidad de Barcelona. Pese a que se contaba con una amplia variedad de alimentos, el acceso a todos ellos dependía en buena medida de la clase social.

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Sin embargo, ciertos alimentos formaban parte de la dieta general de la sociedad egipcia. En esta lista entran la cerveza y el pan, productos que estaban al alcance de cualquier campesino, dado que las tierras fértiles del Nilo favorecían el cultivo de cereales como la cebada y el trigo (este último, sin embargo, estaba reservado para la élite).

Los egiptólogos consideran que los estratos más bajos de la sociedad subsistían mediante la ingesta de productos vegetales: cebollas, lentejas, lechugas, guisantes, judías, pequeñas calabazas, apio, calabacines y algunas frutas.

El Dr López Rosetti nos cuenta la importancia de consumir frutas y verduras.

La dieta de los faraones

Los faraones, sacerdotes y las clases más pudientes disfrutaban de una alimentación más rica, tanto en cantidad como en variedad. Según recoge National Geographic, “en los jardines de las villas aristocráticas se plantaban árboles frutales como el granado, la higuera, el tamarino y la palmera datilera”. Los frutos de esta última son los dátiles, que se consumían frescos y secos o se exprimían para, a través de su fermentación, preparar el vino de Palma.

Los restos arqueológicos detallan que la alimentación de los faraones incluía, como es de esperar, productos que no estaban al alcance del resto de la población. Los líderes políticos y religiosos de Egipto disfrutaban con frecuencia del consumo de carne de pato, gansos y pichones.

En cuanto al pescado, no todos se consideraban comida, pues algunos se veían como impuros o sagrados, como era el caso del oxirrinco. Según la tradición, cuando Seth arrojó los restos de su hermano Osiris al Nilo, este pez se tragó su falo.

Los egipcios también tenían predilección por los alimentos dulces, como la miel, aunque esta se consideraba un producto de lujo al que solo podían acceder los más ricos. Sin embargo, los campesinos y artesanos menos pudientes, al no poder permitírselo, endulzaban el pan con dátiles, pasas, higos y algarrobas, según cuenta en National Geographic la historiadora Martina Tommasi. “La falta de recursos no tenía por qué ser un impedimento para que los pobres también endulzaran su vida”, concluye.

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